Los antiguos humanos podrían no haber sido tan carnívoros como creíamos
Descubrimientos recientes desafían la creencia de que los antiguos humanos tenían dietas predominantemente carnívoras. Investigaciones revelan una mayor dependencia de alimentos vegetales en poblaciones prehistóricas, redefiniendo nuestra comprensión de la evolución dietética humana.
Todos hemos escuchado en algún momento la idea de que los humanos antiguos cazaban y tenían una dieta muy rica en proteína animal. Al menos hasta que la agricultura y la domesticación de los animales surgiera y se extendiera como un nuevo camino para la autosuficiencia alimentaria.
Esto último, nos enseñan en las escuelas, pasó en un período de tiempo llamado Neolítico que ocurrió en diferentes épocas en todo el mundo, pero que implicó, en todas ellas, la transición de economías cazadoras-recolectoras a economías basadas en la agricultura, también conocida como neolitización, en una de las revoluciones dietéticas más importantes de la historia de la humanidad.
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Aunque más allá de una revolución, los científicos creen que se trató de una transición que aún hoy sigue siendo un proceso complejo y poco comprendido. Las investigaciones para intentar arrojar luz sobre eso se han concentrado en el Levante, una región que abarca partes del Medio Oriente, incluyendo países como Israel, Palestina, Líbano y partes de Siria y Jordania y que es relevante porque es donde se han encontrado evidencias de los cazadores-recolectores natufianos, quienes vivieron hace miles de años y estuvieron involucrados en el proceso de cambio hacia una economía basada en la agricultura y la domesticación.
Los natufianos fueron una población con algunas conexiones genéticas con los iberomaurusianos. Estos últimos eran cazadores-recolectores que vivieron en el norte de África durante el Pleistoceno tardío. En los últimos años, los estudiosos se han interesado cada vez más en sí los iberomaurusianos exhibieron cambios que precedieron a la transición a la agricultura en el norte de África, es decir, si los iberomaurusianos mostraron signos de transición hacia la agricultura antes de la llegada de la agricultura en el norte de África.
Aunque no hay evidencia de que en esta población se domesticaran plantas o animales durante este período, algunos comportamientos sugieren que se estaban volviendo más sedentarios y recolectaban plantas comestibles. Dependían principalmente de animales como la oveja de Berbería para su alimentación, pero también consumían caracoles. Aunque se sabe mucho sobre su dieta a través de restos de animales, puede que no sepamos todo lo que comían, ya que es más difícil encontrar restos de plantas en el registro arqueológico. Sin embargo, la presencia de grandes cementerios sugiere que se estaban volviendo más sedentarios con el tiempo. ¿Qué tan importantes eran las plantas en su dieta?
Investigando las dietas antiguas
Taforalt es uno de los dos cementerios iberomaurusianos más grandes que se conocen. Hasta la fecha, es uno de los cementerios más antiguos del norte de África, con el mayor número de entierros humanos (incluidos adultos, adolescentes y bebés). Los restos humanos encontrados en Taforalt datan entre 15.077 y 13.892 años antes del presente, lo que lo hace un sitio importante para entender cómo se alimentaban las personas en la antigüedad, especialmente antes de que empezaran a practicar la agricultura en la región. El propósito de la investigación era comprender la proporción de plantas en su dieta.
Para hacerlo, utilizaron herramientas que permiten analizar cómo están hechos los huesos y los dientes, lo que permite saber qué tipo de alimentos se solían comer. Además, usaron técnicas de análisis que dieron luz sobre si lo que consumían esas poblaciones tenía un origen animal o vegetal. Los resultados fueron sorprendentes. La investigación destacó la importancia de la dependencia dietética de la población de Taforalt en plantas, mientras que los recursos animales se consumían en una proporción menor que en otros sitios del Paleolítico Superior con datos similares disponibles.
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“Nuestra investigación indicó que, si bien los iberomaurusianos consumían algo de carne, su dieta dependía en gran medida de plantas silvestres que podrían haber almacenado para proporcionarles un suministro de alimentos durante todo el año”, resume el investigador principal, Zineb Moubtahij, en una columna en el medio especializado The Conversation. Uno de los hallazgos más interesantes fue que los bebés comenzaban a comer alimentos sólidos a una edad de entre los 6 y los 12 meses.
Al parecer, al bebe que lograron analizar le dieron alimentos de origen vegetal, probablemente en forma de papilla o sopa. “Esto nos da una visión fascinante de cómo los cazadores recolectores cuidaban a sus hijos en el pasado”, escribe Moubtahij. Los investigadores encontraron incluso piedras de moler que probablemente se utilizaban para procesar plantas. Todo esto sugiere que esta población pudo haber llevado un estilo de vida sedentario. (Puede ver: La trágica historia de extinción del rinoceronte lanudo podría repetirse)
“Estos hallazgos desafían la visión tradicional de que la fuerte dependencia de las dietas basadas en plantas comenzó solo con la agricultura”, escribe Moubtahij. Es así, porque según los datos de su investigación, los iberomaurusianos consumían muchas plantas silvestres 8.000 años antes de que comenzara la agricultura en Marruecos. “Esto sugiere que los primeros humanos eran más adaptables e ingeniosos en sus hábitos alimentarios de lo que se pensaba anteriormente. Comprender esto nos ayuda a apreciar la complejidad y flexibilidad de las dietas humanas en la prehistoria y cómo estas prácticas dietéticas influyeron en nuestra evolución y salud”, finaliza Zineb Moubtahijen The Conversation.
Todos hemos escuchado en algún momento la idea de que los humanos antiguos cazaban y tenían una dieta muy rica en proteína animal. Al menos hasta que la agricultura y la domesticación de los animales surgiera y se extendiera como un nuevo camino para la autosuficiencia alimentaria.
Esto último, nos enseñan en las escuelas, pasó en un período de tiempo llamado Neolítico que ocurrió en diferentes épocas en todo el mundo, pero que implicó, en todas ellas, la transición de economías cazadoras-recolectoras a economías basadas en la agricultura, también conocida como neolitización, en una de las revoluciones dietéticas más importantes de la historia de la humanidad.
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Aunque más allá de una revolución, los científicos creen que se trató de una transición que aún hoy sigue siendo un proceso complejo y poco comprendido. Las investigaciones para intentar arrojar luz sobre eso se han concentrado en el Levante, una región que abarca partes del Medio Oriente, incluyendo países como Israel, Palestina, Líbano y partes de Siria y Jordania y que es relevante porque es donde se han encontrado evidencias de los cazadores-recolectores natufianos, quienes vivieron hace miles de años y estuvieron involucrados en el proceso de cambio hacia una economía basada en la agricultura y la domesticación.
Los natufianos fueron una población con algunas conexiones genéticas con los iberomaurusianos. Estos últimos eran cazadores-recolectores que vivieron en el norte de África durante el Pleistoceno tardío. En los últimos años, los estudiosos se han interesado cada vez más en sí los iberomaurusianos exhibieron cambios que precedieron a la transición a la agricultura en el norte de África, es decir, si los iberomaurusianos mostraron signos de transición hacia la agricultura antes de la llegada de la agricultura en el norte de África.
Aunque no hay evidencia de que en esta población se domesticaran plantas o animales durante este período, algunos comportamientos sugieren que se estaban volviendo más sedentarios y recolectaban plantas comestibles. Dependían principalmente de animales como la oveja de Berbería para su alimentación, pero también consumían caracoles. Aunque se sabe mucho sobre su dieta a través de restos de animales, puede que no sepamos todo lo que comían, ya que es más difícil encontrar restos de plantas en el registro arqueológico. Sin embargo, la presencia de grandes cementerios sugiere que se estaban volviendo más sedentarios con el tiempo. ¿Qué tan importantes eran las plantas en su dieta?
Investigando las dietas antiguas
Taforalt es uno de los dos cementerios iberomaurusianos más grandes que se conocen. Hasta la fecha, es uno de los cementerios más antiguos del norte de África, con el mayor número de entierros humanos (incluidos adultos, adolescentes y bebés). Los restos humanos encontrados en Taforalt datan entre 15.077 y 13.892 años antes del presente, lo que lo hace un sitio importante para entender cómo se alimentaban las personas en la antigüedad, especialmente antes de que empezaran a practicar la agricultura en la región. El propósito de la investigación era comprender la proporción de plantas en su dieta.
Para hacerlo, utilizaron herramientas que permiten analizar cómo están hechos los huesos y los dientes, lo que permite saber qué tipo de alimentos se solían comer. Además, usaron técnicas de análisis que dieron luz sobre si lo que consumían esas poblaciones tenía un origen animal o vegetal. Los resultados fueron sorprendentes. La investigación destacó la importancia de la dependencia dietética de la población de Taforalt en plantas, mientras que los recursos animales se consumían en una proporción menor que en otros sitios del Paleolítico Superior con datos similares disponibles.
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“Nuestra investigación indicó que, si bien los iberomaurusianos consumían algo de carne, su dieta dependía en gran medida de plantas silvestres que podrían haber almacenado para proporcionarles un suministro de alimentos durante todo el año”, resume el investigador principal, Zineb Moubtahij, en una columna en el medio especializado The Conversation. Uno de los hallazgos más interesantes fue que los bebés comenzaban a comer alimentos sólidos a una edad de entre los 6 y los 12 meses.
Al parecer, al bebe que lograron analizar le dieron alimentos de origen vegetal, probablemente en forma de papilla o sopa. “Esto nos da una visión fascinante de cómo los cazadores recolectores cuidaban a sus hijos en el pasado”, escribe Moubtahij. Los investigadores encontraron incluso piedras de moler que probablemente se utilizaban para procesar plantas. Todo esto sugiere que esta población pudo haber llevado un estilo de vida sedentario. (Puede ver: La trágica historia de extinción del rinoceronte lanudo podría repetirse)
“Estos hallazgos desafían la visión tradicional de que la fuerte dependencia de las dietas basadas en plantas comenzó solo con la agricultura”, escribe Moubtahij. Es así, porque según los datos de su investigación, los iberomaurusianos consumían muchas plantas silvestres 8.000 años antes de que comenzara la agricultura en Marruecos. “Esto sugiere que los primeros humanos eran más adaptables e ingeniosos en sus hábitos alimentarios de lo que se pensaba anteriormente. Comprender esto nos ayuda a apreciar la complejidad y flexibilidad de las dietas humanas en la prehistoria y cómo estas prácticas dietéticas influyeron en nuestra evolución y salud”, finaliza Zineb Moubtahijen The Conversation.