Los apuros del Ministerio de Ciencias para 2025
La cartera encargada de la ciencia en Colombia siempre ha estado al final de la fila en la repartición del presupuesto y fue una de las que más sufrieron en el último recorte del Gobierno. Además, en los últimos dos años, solo ejecutó el 13 % de la plata de regalías.
Fernan Fortich
Para 2025 el Ministerio de Ciencias tendrá el porcentaje del presupuesto nacional más pequeño desde su creación en 2019, según datos del Ministerio de Hacienda. Con cerca de $300.000 millones, es decir, un 25 % menos que en 2024 (cuando contó con $398.000 millones), la cartera es parte de las entidades que sufrieron el recorte del Gobierno.
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Para 2025 el Ministerio de Ciencias tendrá el porcentaje del presupuesto nacional más pequeño desde su creación en 2019, según datos del Ministerio de Hacienda. Con cerca de $300.000 millones, es decir, un 25 % menos que en 2024 (cuando contó con $398.000 millones), la cartera es parte de las entidades que sufrieron el recorte del Gobierno.
La ministra de Ciencias, Yesenia Olaya —quien cumplirá un año en el cargo el próximo mayo—, aseguró en una carta abierta que este panorama causará “una desfinanciación de programas estratégicos” y que “afectará las metas climáticas del país”.
Lo cierto es que, al revisar los informes financieros del Ministerio, el recorte se empieza a dimensionar. Solo hasta noviembre de 2024 el Minciencias había destinado cerca de $237.000 millones a proyectos de inversión en áreas claves, como cambio climático, transformaciones productivas y ordenamiento territorial en torno al agua. Además, el Ministerio cuenta con una nómina que supera los $13.000 millones, dentro de una bolsa global superior a $24.000 millones necesarios para garantizar su funcionamiento anual. La ejecución, según las cifras mas recientes, fue del 86 %.
Este dolor de cabeza financiero llega en medio del creciente número de cuestionamientos y dudas sobre la inversión y la política pública de la ciencia, tecnología e innovación que han hecho congresistas, sectores de la comunidad científica y entes de control, como la Procuraduría y la Contraloría.
“La situación es crítica. Si no hay una buena generación de conocimiento, va a ser muy difícil reducir la inequidad, generar empleo y apoyar a las empresas pequeñas y medianas. Desde el Ministerio se dan discursos que suenan muy bonitos, pero son palabras vacías. Estos procesos requieren recursos, y estamos muy preocupados por lo que está pasando”, asevera Fanor Mondragón, miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales.
Una de las causas del descontento de la comunidad científica es la aparente pasividad del Ministerio para defender los recursos que le dan cada año. “Se viene registrando una preocupante disminución del presupuesto, y no son claras las otras opciones financieras o legales que se plantean para impulsar la generación de conocimiento en el país”, indica Óscar Domínguez, director de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún).
En declaraciones públicas, la ministra se ha remitido a decir que, ante el recorte presupuestal, la cartera le apostará a ser un ente articulador entre diferentes entidades que tienen direcciones de desarrollo científico, y, además, buscará contar impulsar los proyectos de cooperación internacional.
Para responder estas inquietudes, y conocer su postura a esas críticas y cuáles serán los programas que más sufrirán por los recortes de 2025, hemos intentado contactar a la ministra de Ciencia desde mediados de diciembre, pero ha sido imposible conversar con ella.
Regalías, ¿la solución al presupuesto?
Frente a la reducción presupuestal de la cartera, el Ministerio ha respondido que aún cuenta con los recursos de regalías destinados al sector de ciencias. Estos fondos, provenientes de las contraprestaciones que pagan las empresas al Estado por la explotación de petróleo, gas y carbón, asignan por ley el 10 % de su bolsa de inversión a la ciencia. Son sumas de dinero que suelen usarse para abrir convocatorias, en las que participan diversos grupos de investigación en el país.
Este sistema, sin embargo, ha enfrentado dificultades. “Lo de las regalías siempre ha sido un calvario, pues se aplica el mismo sistema que se usa para financiar carreteras a los proyectos de investigación e innovación, que tienen dinámicas distintas”, explicó Rafael Molina, investigador de la Universidad Nacional que ha participado en los últimos años en este tipo de convocatorias.
A lo que se refiere Molina es a que, por ejemplo, la construcción de un puente, cuya supervisión tiene estándares más concretos, es medida con el mismo racero que un proyecto de investigación, en el cual se formula una hipótesis que puede ser refutada o confirmada.
“Han tratado de decir que el bajo presupuesto se reemplaza con las regalías, pero por su reglamentación y sus objetivos no podrán soportar a la comunidad de grupos de investigación que quedan sin ninguna posibilidad de acceder a recursos”, argumenta Moisés Wasserman, exrector de la Universidad Nacional.
A estas complicaciones se suma la baja ejecución de los recursos provenientes de regalías. En los últimos dos años, el Órgano Colegiado de Administración y Decisión (OCAD) de Ciencias —encargado de distribuir estos fondos, que se asignan por períodos de dos años, y que cuya secretaría técnica pertenece al Minciencias— aprobó solo el 13 % de los $3 billones disponibles para el período 2023-2024, es decir, $422.000 millones. Estas aprobaciones se refieren a los proyectos a los cuales se les da el visto bueno y deberán pasar por un largo proceso administrativo para recibir efectivamente los recursos.
Al revisar en detalle las actas del OCAD, este ha disminuido el número de aprobaciones de los proyectos que se financian con regalías en los últimos años. Mientras que en 2021, el primer año del bienio anterior, se aprobaron $745,869 millones, para 2023 —el primer año del bienio más reciente— la cifra se redujo a $136.000 millones.
Frente a esta situación, el Ministerio de Ciencias ha respondido que un mayor número de aprobación de proyectos no necesariamente garantiza su calidad. De hecho, ha señalado que durante este año se han tenido que reestructurar proyectos aprobados en vigencias pasadas.
Otra historia son los recursos que el OCAD de Ciencia les ha girado a los proyectos, que son aún menores, aunque tienen, en los últimos años, una tendencia al aumento. Por ejemplo, en el período 2023-2024 se pagaron $222.000 millones a proyectos, lo que representa un aumento del 87 % en comparación a lo girado en 2021-2022. Frente a esto, la ministra Olaya afirmó que para mediados de 2024 se habían financiado cerca de $145.000 millones de vigencias pasadas.
Por otra parte, a mediados de diciembre, el OCAD anunció que ocho de las cerca de 30 convocatorias programadas del período 2023-2024 quedaron aplazadas para 2025 por razones que van desde ajustes en las listas de elegibles, una tutela de la Universidad de Manizales por irregularidades en una convocatoria y las demoras en la conformación de un grupo de evaluadores de una convocatoria.
Por todos esos motivos, tanto universidades como gobernaciones (que también tienen participación en los proyectos de regalías) le han pedido al Ministerio una mayor celeridad en los procesos. Ante sus reclamos, la cartera de Ciencias se ha comprometido a aplicar un plan de choque para revertir la situación, aunque aún no se conocen los detalles de esa estrategia.
Para el procurador delegado para el seguimiento a los recursos de regalías, John Harvey Pinzón, uno de los efectos de las demoras en el desarrollo de estas convocatorias es la obsolescencia tecnológica de los proyectos y fallar en el objetivo de avanzar en las necesidades priorizadas por el país.
“Con el sistema actual no es fácil generar alianzas efectivas y se necesitan tiempos importantes para generar los proyectos para convocatorias. Asimismo, lo que se está haciendo es más aplicación y transferencia que generación de conocimiento”, asegura Óscar Domínguez, director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Universidades.
Frente a estas críticas, Tarquino argumentó, durante la última rendición de cuentas de la cartera, que este traumatismo se debe en parte a “la apuesta del Ministerio de cambiar la metodología para pasar de la financiación de pequeños recursos a grandes recursos, es decir, de convocatorias que antes eran de $3.000 millones a unas de $40.000 millones. Esto ha generado un impacto en los actores del sistema, pues son mayores los retos para construir proyectos de estas características”.
Sin embargo, pese a estos retrasos, desde el Minciencias dicen que los $2,8 billones que hay en caja del período 2023-2024 están disponibles para financiar nuevos proyectos de investigación en los próximos meses. Un ejemplo de esto fue la convocatoria más grande del período que se acabó, la de Macroproyecto por $500.000 millones, fue publicada este 2 de enero con el objetivo de impulsar la investigación en temas relacionados con retos climáticos, recursos hídricos y biodiversidad.
Cambios para la ciencia en 2025
Ante las inquietudes que ha generado el manejo de los fondos provenientes de las regalías, hay algunas iniciativas que buscan hacer algunos ajustes. Por ejemplo, un proyecto de ley aprobado en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes, promovida por la Federación de Departamentos (FND), busca modificar el Sistema General de Regalías, al cual le faltan siete debates en el Congreso.
“Con la FND se ha hablado sobre de la posibilidad de un organismo parecido al OCAD, pero en ámbitos regionales y que asegure tanto ejecución efectiva como la vigilancia para que se financien proyectos que realmente sean científicos. Aun así, hay que tener cuidado con estas soluciones, pues existe el riesgo de perder el sentido de Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación por una bolsa mayor de solo innovación”, explica Domínguez, de la Ascún.
Entre las principales solicitudes de las universidades se destaca la necesidad de abordar el problema del “burnout”, un estado de agotamiento físico, mental y emocional causado por el estrés crónico en el trabajo, que afecta a investigadores. En particular, se plantea promover acciones concretas para garantizar la salud mental de quienes dedican largas horas al sector.
Paralelamente, el Congreso dará inicio a las sesiones de la Comisión Accidental Bicameral del Congreso, cuyo objetivo es fomentar debates de control político, analizar proyectos de ley y fortalecer la conexión entre la comunidad científica y el Gobierno Nacional.
“Uno de los proyectos que esperamos abordar con esta plataforma es la creación de un sistema de institutos nacionales de investigación sectorial que desarrollen grandes proyectos para resolver problemas y lanzarlos al mercado. Todo esto con el objetivo de impulsar la investigación de la mano de la empresa privada y de las universidades”, explica Mondragón, de la Academia Colombiana de Ciencias.
Los integrantes de la Comisión indican que uno de sus objetivos será lanzar otro proyecto que asegure una financiación fija y con aumentos graduales para el Ministerio de Ciencias, muy similar a la que ocurre con las universidades públicas, para asegurar sus recursos en los próximos años.