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Científicos de la Alianza de Biodiversidad Internacional publicaron en la revista Frontiers in Plant Science un estudio para el que rastrearon la genética de más de 100 variedades de bananos silvestres y cultivados. Encontraron que hace unos 7.000 años los bananos tenían semillas y no eran las frutas “carnosas” que vemos hoy. Lo que entonces se comía eran las flores del banano y sus tubérculos subterráneos.
Esta conclusión tenía un precedente. Hace dos años, científicos del Centro Francés de Investigación Agrícola para el Desarrollo Internacional en Montpellier publicaron una investigación que daba cuenta de que, además de la Musa acuminata, que se encuentra entre Australia y la India, dos especies hasta entonces desconocidas contribuyeron al ADN del banano moderno. (Lea: Los signos de demencia podrían detectarse 9 años antes de que diagnostiquen al paciente)
Actualmente, la industria bananera, que produce más de 100 mil bananos al año, mueve más de 8 mil millones de dólares en ese período. ¿Pero cómo evolucionaron los bananos que hoy comemos? El banano domesticado, como hoy lo conocemos, habría aparecido en Papúa Nueva Guinea (Oceanía).
La publicación de Frontiers in Plant Science encontró que algunas variedades de bananos tienen dos juegos de cromosomas y el resto tienen tres o más. Y ampliaron los resultados del Centro francés: habría tres especies más de ancestros del banano moderno. Sin embargo, los científicos de la Alianza de Biodiversidad aún deben identificar cuáles son, aunque, al parecer, estas vendrían de Nueva Guinea, una del Golfo de Tailandia y la otra de algún lugar entre el norte de Borneo y Filipinas. (Le puede interesar: En fotos: el regreso de los astronautas de la misión Crew-4 de la Nasa a la Tierra)
Los investigadores confirmaron que las especies modernas son más variadas genéticamente que sus ancestros y que una subespecie de la M. acuminata, denominada “banksia”, fue la primera en ser domesticada, originalmente en Nueva Guinea.
Loren Rieseberg, biólogo evolutivo de la Universidad de Columbia Británica, Vancouver, señaló para la revista Science que “este trabajo confirma aún más la importancia de la hibridación en la evolución de [ciertos] cultivos”. (Lea: Descubren una muestra de ADN de un millón de años en el fondo marino antártico)
El equipo de investigadores de la Alianza de Biodiversidad tiene previsto seguir haciendo análisis genéticos de más variedades de bananos para empezar a estudiar cómo la genética podría ayudar a los bananos a resistir a enfermedades como la enfermedad de Panamá y la marchitez bacteriana del banano, entre otras que amenazan la industria.
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