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Algunas teorías que han surgido para explicar la presencia de la obesidad en la humanidad han sugerido que somos especialmente vulnerables a ella debido a nuestras dietas, estilos de vida y algunos genes, que nos ayudarían a almacenar grasa de manera más eficiente que otros primates. Eso supuestamente explicaría por qué es más fácil encontrar personas obesas en una comunidad, cualquiera que sea, que encontrar chimpancés pasados de peso en, por ejemplo, la República Democrática del Congo. Pero, ¿es cierto?
Una nueva investigación, liderada por Herman Pontzer, antropólogo biológico de la Universidad de Duke, parece encontrar algunas grietas en esa explicación. “Los humanos no son especiales”, defiende su estudio publicado en Philosophical Transactions of the Royal Society B. Para concluirlo, Pontzer analiza unas cuarenta especies de primates no humanos planteándose una pregunta muy interesante: ¿ellos aumentan de peso en cautiverio del mismo modo que lo hacen los humanos en las sociedades industrializadas de hoy?
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Para encontrar una respuesta, Pontzer examinó los patrones de obesidad en todo el orden de los primates, calculando la proporción entre la masa corporal en cautiverio y la de la naturaleza. Además, comparó el peso de un hombre adulto en Estados Unidos con el de un individuo que vive en comunidades que aún cultivan y buscan sus propios alimentos, que en el estudio son llamadas como poblaciones de subsistencia.
Encontró varias cosas interesantes. Por ejemplo, que las personas en Estados Unidos pesan en promedio un 50% más que las personas en poblaciones de subsistencia, pero esa diferencia también la observó en los primates cautivos respecto a aquellos que viven en la naturaleza: “Encontramos el mismo nivel de aumento de peso en todo el árbol genealógico de los primates, desde los lémures hasta los simios (hominoides), incluso aunque las dietas de los zoológicos están estrictamente controladas”, explicó Pontzer en Twitter.
Es decir, no hay nada especial en cuánto peso ganamos como especie que nos haga más propensos a la obesidad. “Comemos en exceso como muchos otros primates”, señala Pontzer en la red social. Los seres humanos, entonces, no son los únicos en propensión al sobrepeso y la obesidad dentro de la familia de los primates, y, de hecho, la revista Science recuerda casos como el de Kanzi, un primate de la especie de bonobo que pesaba el triple del promedio de su especie después de años de ser recompensado con plátanos, maní y otros alimentos. O el de “tío Fatty, un macaco obeso que vivía en las calles de Bangkok, donde los turistas le daban de comer batidos, fideos y otra comida chatarra. Pesaba unos sorprendentes 15 kilogramos (tres veces más que el macaco promedio)”. Estos nuevos hallazgos, sin embargo, no son el fin del camino.
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“¡Imagínese asociarse con zoológicos y santuarios para probar cómo la dieta, el estilo de vida, el estrés, etc., afectan el aumento de peso! Podríamos aprender mucho sobre nosotros mismos y también desarrollar prácticas saludables para los primates cautivos”, propone Pontzer. “Más que nada, el artículo es un llamado a ampliar nuestro conjunto de herramientas en la investigación de la obesidad. Existe un amplio mundo de diversidad de mamíferos más allá de los ratones y los macacos. Hagamos un trabajo que nos ayude a nosotros y a ellos también”, finaliza el investigador. Con esto, se sugiere que los primates cautivos podrían ayudar a encontrar un camino para encontrar nuevas formas de tratar la obesidad.
“El resultado es realmente interesante e importante”, afirma la bióloga conductual Melissa Bateson de la Universidad de Newcastle en Science. “Necesitamos más y mejores modelos animales de obesidad”.