Los motivos por los que el cañón del Chicamocha podría ser patrimonio geológico del mundo
El Servicio Geológico Colombiano postuló este lugar, ubicado en los departamentos de Santander y Boyacá, para ser uno de los de mayor importancia geológica en el mundo. ¿Qué significa este reconocimiento y que características tiene el cañón para serlo?
El cañón del Chicamocha es uno de los más grandes y profundos del mundo. Sus 227 kilómetros se extienden desde el límite entre los departamentos de Boyacá y Santander, pasando por municipios como Cepitá, Curití, Barichara, Villanueva, Jordán, Los Santos y Molagavita (Santander) hasta que el río Chicamocha, que acompaña todo su trayecto, desemboca en el río Sogamoso, junto con el río Suárez.
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El cañón del Chicamocha es uno de los más grandes y profundos del mundo. Sus 227 kilómetros se extienden desde el límite entre los departamentos de Boyacá y Santander, pasando por municipios como Cepitá, Curití, Barichara, Villanueva, Jordán, Los Santos y Molagavita (Santander) hasta que el río Chicamocha, que acompaña todo su trayecto, desemboca en el río Sogamoso, junto con el río Suárez.
Su profundidad puede alcanzar los 2.000 metros, 500 más que el del gran cañón del Colorado en Estados Unidos (tiene 1.500 metros). Lo que hoy son inmensas rocas y montañas, cita un artículo presentado por el Gobierno Nacional ante la Unesco en 2015, hace 46 millones de años era un inmenso lago que permitió la formación de cavernas y albergó animales marinos de los que aún se hallan restos fósiles que permiten contar la historia de la evolución en esta zona. (Lea: El mapa que muestra los territorios con mayor y menor “amenaza sísmica” en Colombia)
Por eso, hace un par de semanas, el Servicio Geológico Colombiano (SGC) lo postuló como uno de los sitios de patrimonio geológico más importantes del mundo ante la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS), un reconocimiento que les da visibilidad a aquellos lugares de relevancia científica internacional y que contribuyen sustancialmente al desarrollo de las ciencias geológicas.
“Los investigadores señalan que el cañón del Chicamocha puede ser un laboratorio geológico natural para comprender cómo fue la evolución tectónica de los Andes del norte de Suramérica”, explica Francisco Melo, geólogo e integrante del Grupo Museo del SGC.
Más de 100 investigaciones sobre este lugar respaldan lo que afirman los profesionales de esta entidad. Estas han ayudado a entender temas geológicos, como levantamientos tectónicos o procesos erosivos, pues este lugar ha evolucionado a lo largo de 30 millones de años, con evidencias en superficie rocosas mucho más antiguas, de más de 500 millones de años.
Esos procesos se han visto reflejados en el paisaje, por ejemplo en el río Chicamocha, cuya acción erosiva ha labrado este cañón. El Grupo de Museo del SGC explica que una de las características geológicas de este lugar es su patrón de “río trenzado”. Esto quiere decir que en este afluente se forman pequeñas islas de arena, que son bordeadas por el agua, y que al entrelazarse dan una apariencia de trenza, en particular entre el sector entre Ricaurte y Cepitá. (Lea: Este es el nuevo telescopio con el que la NASA espera investigar la materia oscura)
A esto se suma que el Chicamocha está en la unión de tres placas tectónicas: la placa del Caribe, la de Nazca y la de Suramérica. “Colombia se encuentra en esa esquina norte de Suramérica en medio de esas placas tectónicas, pero en el cañón podemos encontrar evidencias particulares de esa interacción de las placas”, dice el geólogo.
Allí coincide a su vez con el nido sísmico de Bucaramanga, uno de los tres que hay en el mundo. Este está al costado occidental del cañón en Los Santos, Santander, un lugar donde se presentan más de 120 movimientos sísmicos al mes originados a una profundidad promedio de 150 kilómetros.
Una mina de registros arqueológicos
Pero el valor de este sitio va más allá de lo geológico. Para la arqueóloga y profesora de antropología de la Universidad de Santander, (UDES), Mónica Giedelmann, son esas condiciones, sumadas a las ambientales, las que han permitido la conservación de varios registros arqueológicos que han ayudado a entender poco a poco cómo era la vida allí siglos atrás.
“El cañón tiene una cantidad de cuevas que fueron aprovechadas por comunidades en el pasado para, entre otras cosas, ser usadas como cuevas de entierro”, dice la docente. Las evidencias que han encontrado les han permitido saber que allí se realizaban prácticas de incineración de cuerpos, así como momificación.
“Tal vez de las mejores momias de la región, en términos de preservación, son de acá”, afirma Giedelmann. Los arqueólogos que han estudiado la zona saben que las comunidades que habitaban en el cañón usaban mantas de algodón y que acompañaban los cuerpos con alimentos.
Además, han encontrado otro tipo de evidencias, como arte rupestre, que hace referencia a pinturas o dibujos prehistóricos, como pictogramas, que han sido descubiertos en abrigos rocosos del cañón, unos lugares que se diferencian de las cuevas porque son menos profundos.
De esto hay evidencias en diferentes zonas. De hecho, la gran variedad de arte que hay entre un lugar y otro hace pensar a los arqueólogos que en el cañón habitaron dos grupos de comunidades indígenas distintos. “Las descripciones que los españoles hicieron de las comunidades dicen que al lado de Barichara estaban los guanes y al lado de Betulia los yariguíes”, explica la docente.
¿Qué significan las figuras? La arqueóloga sostiene que entender el significado de cada símbolo es una tarea difícil, porque se requiere demasiada información sobre cómo era el pasado allí. Sin embargo, los lugares donde están las piezas dan algunas pistas.
“Esas figuras eran como señales en el paisaje, como los letreros que hay en las carreteras. Creemos que ciertos motivos, en ciertas posiciones, podrían estar advirtiendo a las comunidades sobre información que era importante para el tránsito por la vía”, indica Giedelmann.
Mucha de la evidencia del arte rupestre se ha encontrado en Los Santos, por ejemplo, pero la antropóloga aclara que esto no significa que en otros municipios que conforman el cañón no haya.
Un lugar lleno de biodiversidad
En las 108.000 hectáreas que tiene el Chicamocha también hay una valiosa diversidad biológica en ecosistemas ubicados desde climas áridos hasta alturas propias de los bosques andinos, en sus cinco pisos térmicos.
“El cañón es tan grande, que puedes encontrar los extremos por completo. Cepitá, por ejemplo, parece un oasis, porque está en una parte muy baja que tiende a ser árida. Pero a medida que vas subiendo rumbo a los páramos se aprecian unos bosques impresionantes”, explica Francisco José Martínez, doctor en ciencias y docente de la Escuela de Biología de la Universidad Industrial de Santander (UIS).
Por eso, en el cañón se pueden encontrar especies como la ceiba barrigona (Cavanillesia chicamochae), un árbol emblemático de este lugar, característico de la zona más baja. Pero también hayuelos o helechos, plantas que se adaptan mejor a 1.600 metros de altura sobre el nivel del mar.
También hay especies que dan cuenta de cómo los animales se adaptaron a los cambios que ha sufrido este lugar. Una de ellas es el onicóforo, “un gusano aterciopelado rarísimo. Desde el punto de vista de ciencia básica, es impresionante porque se considera el tatarabuelo de todo. Es una de las primeras especies que empezaron a tener patas”, dice el biólogo.
Estos invertebrados habitan en troncos en descomposición, hojarasca o bajo rocas cercanas a cuerpos de agua, pero millones de años atrás vivían en el lago que ahora es el cañón.
A medida que avanzan las investigaciones para conocer la biodiversidad del cañón, las autoridades han ido tomando acciones para conservarla. El año pasado la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB) aprobó la creación del Distrito de Conservación de Suelos Umpalá - Cañón del Chicamocha. Gracias a esta se logró proteger un área de casi 4.000 hectáreas de bosque seco tropical, donde habitan la ceiba barrigona, el colibrí ventricastaño y más especies.
En términos generales, los afloramientos de roca -cuerpos de roca que no tienen cobertura de vegetación- están bien conservados. En una visita reciente, el SGC vio que si bien hay ciertas afectaciones o riesgos de degradación, estos corresponden a procesos naturales que son impredecibles.
Algo similar enfrenta el arte rupestre. Al estar expuesto al aire, a la erosión y a las colmenas que hacen las avispas allí, hay un gran riesgo de deterioro. Sin embargo, algo que recalcan los científicos es que se debe divulgar más información sobre la importancia de este lugar, pues solo de esa manera será posible conservarlo.
Los resultados de la postulación que hizo el SGC se darán a conocer en enero del próximo año. Allí se sabrá si el Chicamocha será parte de los segundos 100 sitios de patrimonio geológico más importantes del mundo, pues ya hubo un primer grupo, donde se encuentran, por el lado de Colombia, un yacimiento paleontológico localizado en Villa de Leyva, Sáchica y Sutamarchán, en Boyacá, y el complejo volcánico del Ruiz.