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El cerebro de los perros puede detectar la naturalidad del habla y distinguir entre idiomas. Ese es el principal hallazgo de un estudio publicado en la revista NeuroImage a mediados de diciembre pasado. ¿Cómo lo descubrieron? Pues hablándole a 18 perros. En realidad, leyéndoles extractos del famoso relato “El Principito” en dos idiomas: español y húngaro.
Los perros, de razas como Golden, Labrador y Border Collie, y otros cruzados, fueron entrenados previamente para permanecer quietos dentro de un escáner de resonancia magnética (con previa autorización de un comité de ética en experimentación animal). Los propietarios de los animales los ofrecieron como voluntarios para el estudio y podían abandonar las sesiones en cualquier momento.
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El texto que los perros escucharon, el capítulo XXI de El Principito, nunca les había sido leído, según declararon sus dueños. Los animales escucharon fragmentos de 8,3 segundos de duración leídos en español y en húngaro. Uno de los dos idiomas era el nativo del cuidador de cada animal y el otro no. Las grabaciones fueron realizadas por hablantes desconocidos y conocidos por los perros y los fragmentos de la historia fueron leídos con una entonación viva y atractiva.
“Encontramos participaciones corticales auditivas anatómicamente distintas: la detección de la naturalidad del habla (el procesamiento diferencial del habla natural y del habla codificada) implicaba regiones corticales auditivas bilaterales cercanas a la primaria, mientras que los efectos de la familiaridad del lenguaje se encontraban en las partes ventrales (caudal y rostral) de la corteza auditiva”, se lee en el paper.
El estudio proporciona la primera evidencia, dicen sus investigadores, de patrones de actividad cerebral distintos para dos idiomas en una especie no humana. Cuanto mayor era la edad del perro, su cerebro distinguía mejor entre el lenguaje familiar y el desconocido.