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Un equipo de investigadores de la Universidad de Utrecht, Países Bajos, evaluó la concentración de cortisol en el pelo de 52 perros admitidos en el refugio de animales más grande de ese país (Animal Shelter DOA) entre octubre de 2018 y agosto de 2019. El cortisol es un biomarcador fácil de recopilar para dar una idea de las respuestas al estrés a largo plazo. Los científicos reclutaron otro grupo de 20 perros domésticos para comparar sus niveles de concentración de cortisol con los del refugio.
Se recogieron muestras del cabello de los perros en el refugio en cuatro momentos: a su entrada, después de 6 semanas en el refugio, 6 semanas después de la adopción y 6 meses después de la adopción. La duración de la estadía en el refugio para estos perros varió de 5 días a 8 meses, pero la mayoría permaneció en el refugio durante al menos dos semanas.
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Los animales estaban alojados en perreras individuales con un recinto interior con frente de vidrio y un recinto exterior con frente de barra, y a ellas solo podían entrar personal, los voluntarios y los investigadores de este estudio. Tenían una edad y un peso similar.
Los investigadores encontraron que las concentraciones de cortisol fueron significativamente más altas en las muestras de cabello que creció durante las primeras 6 semanas en el refugio que en las muestras recolectadas en el momento de la admisión. “Esto implica que los niveles de cortisol en el refugio fueron más altos y, por lo tanto, los perros parecen más estresados durante el primer período de refugio”, dice el artículo, publicado en la revista Scientific Reports.
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Cuando los perros fueron adoptados, sus niveles de cortisol no difirieron del grupo de control de perros domésticos, “lo que refleja que no hubo una diferencia general en los niveles de cortisol entre los dos grupos cuando vivían en hogares familiares”, señalan los investigadores.
“Además de las mediciones de cortisol en el pelo, también evaluamos los valores de esta hormona en la orina de los perros. Esto ofreció una imagen a corto plazo, mientras que las mediciones en el pelo lo hacían a largo plazo”, explica a la agencia SINC Janneke van der Laan de la universidad holandesa y coautora de la investigación.
“Sabemos que un refugio no es un entorno libre de estrés para los perros, aunque los miembros del personal hagan todo lo posible por conseguir el mayor bienestar posible”, agregó a SINC Van der Laan. “Aunque se organice un refugio de la mejor manera posible, sigue habiendo factores de estrés, como las aglomeraciones de otros perros y el no poder salir al exterior con la frecuencia habitual. Y lo más importante: el perro se aleja de su antiguo entorno familiar”.
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El estrés crónico puede exceder la capacidad de adaptación de los animales y, por lo tanto, amenazar su estado de bienestar, dicen los investigadores en el estudio. El estrés crónico puede incluso provocar problemas médicos y de conducta a largo plazo.