Lucy, la abuela de la humanidad, podía mantenerse erguida hace 3,2 millones de años
Lucy es uno de los ejemplos más completos que se han desenterrado de la especie humana primitiva Australopithecus. Aunque se creía que se movía agachada, como los chimpancés, en los últimos años se ha demostrado que se movía de forma más parecida a nuestro bipedismo erguido.
Científicos de Cambridge ha logrado recrear el tejido blando de Lucy, el espécimen fósil de Australopithecus afarensis descubierto en Etiopia hace 50 años y conocido como la ‘abuela de la Humanidad’.
Según publican en la revista ‘Royal Society Open Science’, el equipo de la doctora Ashleigh Wiseman ha modelado en 3D los músculos de las piernas y la pelvis de Lucy, para concluir que hace 3,2 millones de años podía mantenerse erguida como nosotros. (Lea: Encuentran el fósil del eslizón (un tipo de lagarto) más grande del mundo)
El ‘Australopithecus afarensis’ fue una especie humana primitiva que vivió en África oriental hace más de tres millones de años. Más bajo que nosotros, con cara de simio y cerebro más pequeño, pero capaz de andar sobre dos piernas, se adaptó tanto a los árboles como a la sabana, lo que le permitió sobrevivir durante casi un millón de años.
Llamada así por el clásico de los Beatles ‘Lucy in the Sky with Diamonds’, Lucy es uno de los ejemplos más completos que se han desenterrado de cualquier tipo de Australopithecus, con un 40% de su esqueleto recuperado. (Lea: Descubrieron los instrumentos más antiguos del Medio Oriente, ¿para qué se usaban?)
Wiseman pudo utilizar datos de código abierto publicados recientemente sobre el fósil de ‘Lucy’ para crear un modelo digital de la estructura muscular de la parte inferior del cuerpo del homínido de 3,2 millones de años de antigüedad.
La investigación recreó 36 músculos en cada pierna, la mayoría de los cuales eran mucho más grandes en ‘Lucy’ y ocupaban mayor espacio en las piernas en comparación con los humanos modernos.
Por ejemplo, los principales músculos de las pantorrillas y los muslos de ‘Lucy’ tenían más del doble de tamaño que los de los humanos modernos, ya que tenemos una proporción de grasa y músculo mucho mayor. Los músculos constituían el 74% de la masa total del muslo de ‘Lucy’, frente a solo el 50% en los humanos. (Lea: ¿Qué tienen que ver los neandertales con el metabolismo y sistema inmunológico?)
Los paleoantropólogos coinciden en que ‘Lucy’ era bípeda, pero discrepan en cómo caminaba. Algunos sostienen que se movía agachada, como los chimpancés cuando caminan sobre dos patas. Otros creen que se movía de forma más parecida a nuestro bipedismo erguido.
En los últimos 20 años se ha empezado a llegar a un consenso sobre la marcha totalmente erguida, y el trabajo de Wiseman viene a corroborarlo. Los músculos extensores de la rodilla de ‘Lucy’, y la palanca que permitirían, confirman la capacidad de enderezar las articulaciones de la rodilla tanto como puede hacerlo hoy una persona sana.
“La capacidad de ‘Lucy’ para caminar erguida solo puede conocerse reconstruyendo la trayectoria y el espacio que ocupa un músculo dentro del cuerpo”, explica Wiseman, del Instituto McDonald de Investigación Arqueológica de la Universidad de Cambridge.
“Ahora somos el único animal que puede mantenerse erguido con las rodillas rectas. Los músculos de ‘Lucy’ sugieren que era tan hábil en el bipedismo como nosotros, aunque posiblemente también se sintiera a gusto en los árboles. Es probable que ‘Lucy’ caminara y se moviera de una forma que no vemos en ninguna especie viva actual”, agrega. (Lea: Los primates empezaron a masturbarse hace 40 millones de años, ¿para qué?)
“El ‘Australopithecus afarensis’ habría deambulado por zonas de pastizales abiertos y arbolados, así como por bosques más densos de África oriental hace entre 3 y 4 millones de años --comenta--. Estas reconstrucciones de los músculos de ‘Lucy’ sugieren que habría sido capaz de explotar ambos hábitats con eficacia”.
‘Lucy’ era una adulta joven que medía poco más de un metro y pesaba probablemente unos 28 kilos. El cerebro de ‘Lucy’ tendría aproximadamente un tercio del tamaño del nuestro.
Para recrear los músculos de este homínido, Wiseman empezó con algunos humanos vivos. Utilizando resonancias magnéticas y tomografías computarizadas de las estructuras musculares y óseas de una mujer y un hombre modernos, pudo trazar las “trayectorias musculares” y construir un modelo musculoesquelético digital. (Lea también: China comenzó a perforar uno de los agujeros más profundos del mundo. ¿Para qué?)
A continuación, utilizó los modelos virtuales existentes del esqueleto de ‘Lucy’ para “rearticular” las articulaciones, es decir, recomponer el esqueleto. Este trabajo definió el eje a partir del cual cada articulación podía moverse y girar, reproduciendo cómo se movían en vida.
Por último, se superpusieron los músculos, basándose en las rutas de los mapas musculares de los humanos modernos, así como en las escasas “cicatrices musculares” discernibles (los rastros de conexión muscular detectables en los huesos fosilizados). “Sin la ciencia de libre acceso, esta investigación no habría sido posible”, afirma Wiseman.
Estas reconstrucciones pueden ayudar ahora a los científicos a comprender cómo caminaba este antepasado humano. “Las reconstrucciones musculares ya se han utilizado para medir la velocidad de carrera de un T-Rex, por ejemplo --apunta Wiseman--. Aplicando técnicas similares a los humanos ancestrales, queremos revelar el espectro de movimiento físico que impulsó nuestra evolución, incluidas las capacidades que hemos perdido”.
Científicos de Cambridge ha logrado recrear el tejido blando de Lucy, el espécimen fósil de Australopithecus afarensis descubierto en Etiopia hace 50 años y conocido como la ‘abuela de la Humanidad’.
Según publican en la revista ‘Royal Society Open Science’, el equipo de la doctora Ashleigh Wiseman ha modelado en 3D los músculos de las piernas y la pelvis de Lucy, para concluir que hace 3,2 millones de años podía mantenerse erguida como nosotros. (Lea: Encuentran el fósil del eslizón (un tipo de lagarto) más grande del mundo)
El ‘Australopithecus afarensis’ fue una especie humana primitiva que vivió en África oriental hace más de tres millones de años. Más bajo que nosotros, con cara de simio y cerebro más pequeño, pero capaz de andar sobre dos piernas, se adaptó tanto a los árboles como a la sabana, lo que le permitió sobrevivir durante casi un millón de años.
Llamada así por el clásico de los Beatles ‘Lucy in the Sky with Diamonds’, Lucy es uno de los ejemplos más completos que se han desenterrado de cualquier tipo de Australopithecus, con un 40% de su esqueleto recuperado. (Lea: Descubrieron los instrumentos más antiguos del Medio Oriente, ¿para qué se usaban?)
Wiseman pudo utilizar datos de código abierto publicados recientemente sobre el fósil de ‘Lucy’ para crear un modelo digital de la estructura muscular de la parte inferior del cuerpo del homínido de 3,2 millones de años de antigüedad.
La investigación recreó 36 músculos en cada pierna, la mayoría de los cuales eran mucho más grandes en ‘Lucy’ y ocupaban mayor espacio en las piernas en comparación con los humanos modernos.
Por ejemplo, los principales músculos de las pantorrillas y los muslos de ‘Lucy’ tenían más del doble de tamaño que los de los humanos modernos, ya que tenemos una proporción de grasa y músculo mucho mayor. Los músculos constituían el 74% de la masa total del muslo de ‘Lucy’, frente a solo el 50% en los humanos. (Lea: ¿Qué tienen que ver los neandertales con el metabolismo y sistema inmunológico?)
Los paleoantropólogos coinciden en que ‘Lucy’ era bípeda, pero discrepan en cómo caminaba. Algunos sostienen que se movía agachada, como los chimpancés cuando caminan sobre dos patas. Otros creen que se movía de forma más parecida a nuestro bipedismo erguido.
En los últimos 20 años se ha empezado a llegar a un consenso sobre la marcha totalmente erguida, y el trabajo de Wiseman viene a corroborarlo. Los músculos extensores de la rodilla de ‘Lucy’, y la palanca que permitirían, confirman la capacidad de enderezar las articulaciones de la rodilla tanto como puede hacerlo hoy una persona sana.
“La capacidad de ‘Lucy’ para caminar erguida solo puede conocerse reconstruyendo la trayectoria y el espacio que ocupa un músculo dentro del cuerpo”, explica Wiseman, del Instituto McDonald de Investigación Arqueológica de la Universidad de Cambridge.
“Ahora somos el único animal que puede mantenerse erguido con las rodillas rectas. Los músculos de ‘Lucy’ sugieren que era tan hábil en el bipedismo como nosotros, aunque posiblemente también se sintiera a gusto en los árboles. Es probable que ‘Lucy’ caminara y se moviera de una forma que no vemos en ninguna especie viva actual”, agrega. (Lea: Los primates empezaron a masturbarse hace 40 millones de años, ¿para qué?)
“El ‘Australopithecus afarensis’ habría deambulado por zonas de pastizales abiertos y arbolados, así como por bosques más densos de África oriental hace entre 3 y 4 millones de años --comenta--. Estas reconstrucciones de los músculos de ‘Lucy’ sugieren que habría sido capaz de explotar ambos hábitats con eficacia”.
‘Lucy’ era una adulta joven que medía poco más de un metro y pesaba probablemente unos 28 kilos. El cerebro de ‘Lucy’ tendría aproximadamente un tercio del tamaño del nuestro.
Para recrear los músculos de este homínido, Wiseman empezó con algunos humanos vivos. Utilizando resonancias magnéticas y tomografías computarizadas de las estructuras musculares y óseas de una mujer y un hombre modernos, pudo trazar las “trayectorias musculares” y construir un modelo musculoesquelético digital. (Lea también: China comenzó a perforar uno de los agujeros más profundos del mundo. ¿Para qué?)
A continuación, utilizó los modelos virtuales existentes del esqueleto de ‘Lucy’ para “rearticular” las articulaciones, es decir, recomponer el esqueleto. Este trabajo definió el eje a partir del cual cada articulación podía moverse y girar, reproduciendo cómo se movían en vida.
Por último, se superpusieron los músculos, basándose en las rutas de los mapas musculares de los humanos modernos, así como en las escasas “cicatrices musculares” discernibles (los rastros de conexión muscular detectables en los huesos fosilizados). “Sin la ciencia de libre acceso, esta investigación no habría sido posible”, afirma Wiseman.
Estas reconstrucciones pueden ayudar ahora a los científicos a comprender cómo caminaba este antepasado humano. “Las reconstrucciones musculares ya se han utilizado para medir la velocidad de carrera de un T-Rex, por ejemplo --apunta Wiseman--. Aplicando técnicas similares a los humanos ancestrales, queremos revelar el espectro de movimiento físico que impulsó nuestra evolución, incluidas las capacidades que hemos perdido”.