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A partir del nacimiento, la lactancia es la primera fuente de alimentación de los seres humanos. También, por consecuencia, es el primer contacto que tenemos con millones de microorganismos, a partir de los cuales se forma la microbiota. (También puede leer: Descubren antigua necrópolis con 50 tumbas funerarias en medio de París)
Esto es un conjunto de hongos, virus, bacterias, entre muchos otros organismos que tienen incidencia en la salud, para bien o para mal, así como en el crecimiento de las personas.
La ciencia ha demostrado que en la formación de la microbiota inciden factores como el tipo de parto por el que nace un bebé, un correcto tratamiento antibiótico para evitar infecciones en los partos que requieren cirugía y los métodos de alimentación que se empleen.
Un grupo de investigadoras publicó una investigación en la revista Current Biology, enfocándose en un área que ha sido poco estudiada: los estilos de vida diferenciados que existen en países industrializados, en comparación con países no industrializados. (Le recomendamos: Lo que las ranas y abejas podrían tener en común)
Para esto, recopilaron muestras del microbioma de niños desde recién nacidos (menos de un año) hasta los 12 años, recopilando información en países no industrializados, como Etiopia o Ghana, y de países industrializados, como Italia y Suecia.
Los resultados de la investigación arrojaron que el porcentaje de transmisión de microbioma de la madre al bebé en Etiopia es considerablemente menor frente al de los países industrializados. Mientras los niños etiopes presentaban una transmisión del 5 % de microbioma de sus madres, en los países industralizados el promedio fue de 29 %.
La investigación sugiere que esta amplia diferencia podría deberse a la diferencia de los estilos de vida que se tienen en cada país, el acceso a hospitales, los procesos de higienización tras el parto y durante la lactancia, así como el vivir en entornos más urbanizados en los países industrializados. (Le puede interesar: Zhurong, el vehículo chino que explora Marte, puede que no vuelva a “despertar”)
Por otra parte, las investigadoras destacaron que durante el primer año de vida los microbiomas de los niños de países industrializados y no industrializados es bastante similar en cuanto a su diversidad. Pero, a medida que analizaron muestras de niños más grandes, notaron que los niños etiopes presentaron una mayor diversidad de microorganismos, incluso algunos que aún no se encuentran caracterizados.
Parte de la explicación de esta diversidad, aseguran las autoras, se encuentra en el consumo de un alimento fermentado de producción local llamado injera, un pan que se produce a partir de harinas de cereal, y que ampliaría el número de microorganismos presentes en el cuerpo.
Con este estudio, las autoras abren la puerta para investigar con mayor profundidad la forma en que los factores ambientales, como el estilo de vida y la alimentación, pueden alterar la transmisión de cepas de microbioma de la madre al bebé durante la lactancia.
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