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Mas de 480 artistas de más de 80 países se han unido ya a “The Outlaw Ocean Music Project” y grabado álbumes inspirados en reportajes para ayudar a arrojar luz sobre los crímenes socioambientales que se producen en el mar, porque “los océanos son inmensos y las leyes que existen difíciles de aplicar”. (Lea: El calentamiento de los océanos alcanza niveles récord )
Lo explica Ian Urbina, autor de “Océanos sin ley” (Capitán Swing, 2020) y director de “The Outlaw Ocean Project”, una entidad periodística sin ánimo de lucro con sede en Washington, que trabaja para dar visibilidad a los delitos (contra los derechos humanos y el medio ambiente) que se producen en los mares de todo el planeta.
La mayor dificultad es visibilizar estos delitos que se dan “a menudo y con impunidad, porque los océanos son inmensos y las leyes que existen son difíciles de aplicar” y también llegar a la población más joven -que cada vez recurre más a fuentes alternativas de información-, detalla en una tribuna para #CreadoresdeOpiniónVerde @cdoverde de EFEverde.com.
Por eso tras casi 20 años como reportero de investigación en The New York Times y tras elaborar en 2014 una serie de reportajes centrados en los crímenes contra el medio ambiente y los derechos humanos que ocurren en alta mar (pesca ilegal, tráfico de personas, piratería, vertidos intencionados, etcétera), Urbina decidió dejar la plantilla del periódico neoyorkino para dedicarse exclusivamente a investigar este tipo de problemas.
Delitos como la pesca pirata o el trabajo forzado en los barcos de pesca, con los llamados esclavos del mar (en su mayoría emigrantes obligados a navegar por deudas o por coacción), o la creciente degradación ambiental: “Algunas investigaciones predicen que en 2050 el mar contendrá más plástico que peces” y “cada tres años, los barcos vierten intencionadamente en los océanos más petróleo y lodo que los vertidos de Exxon Valdez (Alaska) y de BP (Golfo de México) juntos”, relata. (Le puede interesar: El científico colombiano que está ayudando a conservar los océanos)
Por ello, su organización trabaja para llenar este vacío informativo sobre los océanos con iniciativas como “The Outlaw Ocean Music Project”, que emplea la música para atraer a la gente al trabajo periodístico de investigación, una denuncia a la que ya se han unido más de 480 músicos de 80 países. Su música se ha publicado en más de 200 plataformas digitales y alcanzado a más de 90 millones de personas.
Entre ellos, explica, 13 artistas residentes en España —Cheap Monk, con un sonido “downtempo”; Bruno Sanfilippo, de piano clásico y música electrónica; o furino, en el género lo-fi; entre otros— han participado en el proyecto con el objetivo común de crear álbumes que cuenten las historias del mar, a menudo ignoradas.
Los músicos utilizan cortes de audio de los vídeos grabados durante los reportajes sobre los delitos en el mar, “e integran en sus piezas sonidos como los disparos de ametralladora frente a la costa de Somalia o los cánticos de marineros cautivos en el mar del Sur de China”.
Urbina recuerda que los océanos tienen una importancia existencial; son el sistema circulatorio del comercio mundial, pues “el 80% de la carga comercial a nivel global se transporta en barcos”, pero “también son los pulmones del planeta, en tanto que sirven de sumidero de carbono y ayudan a limpiar el aire al tiempo que producen la mitad del oxígeno que respiramos”. (Lea también: Si no hacemos nada, el plástico en los océanos se triplicará)
“Pero a pesar de su importancia y de su impresionante belleza, el mar es también un lugar distópico, hogar de oscuras inhumanidades” y “la única manera de gobernar mejor esta frontera marítima y de contrarrestar los problemas de derechos humanos y medioambientales que allí se producen es arrojar una luz continua sobre ello” y el periodismo, reivindica, tiene un papel urgente que desempeñar.