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La mayoría de las sociedades humanas con acceso a los recursos para producir etanol (una forma de alcoho) o han fabricado y consumido en algún momento, en muchos casos por sus propiedades psicoactivas y su papel en los contextos sociales. Pero, ¿acaso otros animales tienen comportamientos similares?
Como todo en el mundo natural, el etanol tiene costos y beneficios para los consumidores. En una nueva revisión publicada en la revista científica Trends in Ecology & Evolution, los investigadores describen la evolución de la producción de etanol y su aparente importancia ecológica para los microorganismos. Analizan también la abundancia de etanol en el medio ambiente y su uso en animales, desde insectos hasta humanos, incluyendo lo que constituye dosis significativas de etanol. Por último, demuestran que “una visión antropocéntrica del etanol ha enmascarado su importancia en la naturaleza”. Es decir, podría estarse pasando por alto el papel ecológico del etanol y su relevancia en los ecosistemas.
¿Qué tan abundante es el etanol en el mundo natural?
Los investigadores reportan que hay más de 357,000 especies de plantas vasculares en todo el mundo y más de 325,000 especies con flores que proporcionan sustratos ricos en azúcar para la fermentación de levaduras en casi todos los ecosistemas. En la naturaleza, el etanol puede ser generado a partir de la descomposición de materia orgánica.
En Helsinki, se han encontrado niveles de etanol en frutos silvestres que oscilan entre el 0.05% y el 0.41%. Para poner esto en perspectiva, las cervezas suelen tener entre 4% y 6% de etanol por volumen, aunque algunas cervezas artesanales pueden tener hasta un 12% o más. En Israel, se reportan concentraciones de etanol que varían entre 0.025% y 0.91% en frutos de especies como la higuera sicómoro (Ficus sycomorus) y la palmera datilera (Phoenix dactylifera). Los ambientes tropicales y subtropicales son los más favorables para la fermentación natural de la fruta, donde la producción de etanol puede ser constante durante todo el año. En Panamá, se han documentado concentraciones de etanol de hasta 10.3% en frutos de palma demasiado maduros (Astrocaryum standleyanum).
Cada vez hay más pruebas de que los humanos no “beben solos” y de que muchos animales ingieren etanol en su entorno natural. La mosca del vinagre ( Drosophila melanogaster ) ejemplifica el grado en el que un animal puede adaptarse al etanol. Las moscas del vinagre prefieren frutas fermentadas como hábitats, donde los niveles de etanol pueden superar el 4% e incluso hasta el 15% en ciertos entornos.
Sin embargo, escriben los investigadores, hay relatos anecdóticos de avispas que se emborrachan con fruta fermentada, también se conocen historias de escarabajos Cetonia que consumen cerveza. Hay varios ejemplos de mariposas y abejas occidentales que consumen etanol, aunque en un escenario artificial en lugar de natural, cuando se añade a soluciones de frutas o azúcar o al vino. Los escarabajos, como el ambrosía alnus ( Xylosandrus germanus ), lo necesitan para evitar que los mohos infecten sus madrigueras
Sin embargo, y aunque las anécdotas de vertebrados que consumen etanol son comunes, muy pocas están validadas y descritas en la literatura académica. Por ejemplo, los elefantes ( Loxodonta africana ), los babuinos ( Papio ursinus ) y otros animales salvajes aparentemente se “emborrachan” con fruta marula ( Sclerocarya birrea ) en Botswana, y un alce ( Alces alces ) fue encontrado atrapado en un árbol en Suecia cuando estaba supuestamente borracho con manzanas fermentadas. En ninguno de estos casos se midió etanol en la fruta ni se confirmó etanol (o sus metabolitos) en los animales. Pero si se sabe que los mamíferos toman bebidas alcohólicas de los humanos. Por ejemplo, los monos verdes salvajes ( Chlorocebus aethiops ) introducidos en el Caribe durante el siglo XVII toman cócteles de frutas alcohólicos de los turistas.
Los vertebrados en cautiverio también ingieren etanol durante los experimentos. El colibrí de Ana ( Calypte anna ), capturado en la naturaleza, no muestra aversión a niveles de etanol de hasta el 1%, aunque no esta claro si ese comportamiento sucede en colibríes salvajes. Varias especies de murciélagos capturados en la naturaleza, cuyas dietas consisten principalmente en fruta o néctar, tampoco mostraron aversión a las soluciones de azúcar y etanol (con 1,5% de etanol). Los hámsteres enanos ( Phodopus campbelli ) también demuestran una alta tolerancia al etanol, lo que probablemente esté relacionado con su comportamiento de acaparamiento. “Los casos documentados de animales salvajes que consumen alimentos silvestres fermentados naturalmente son raros, pero esto puede deberse a una falta de investigación”, escriben los autores del estudio. Se han reportado en el pasado accidentes de vuelo de ampelis cedros ( Bombycilla cedrorum ) que han ingerido bayas fermentadas.
Y es que estos relatos del consumo de etanol por parte de animales a menudo se descartaron como “antinatural” (por ejemplo, los monos de San Cristóbal y la mayoría de los estudios de mariposas); accidental (por ejemplo, las alas de cera de cedro y los alces); o restringidos en su distribución taxonómica (por ejemplo, las moscas del vinagre y las musarañas de los árboles). “Esto condujo a una suposición predominante de que el consumo de etanol estaba restringido en gran medida a los ancestros humanos con capacidades cognitivas similares a los humanos modernos, posiblemente dentro de los últimos 500 000 años”, escriben.
Pero, ¿es así? Hay una teoría que se conoce en el mundo científico como “hipótesis del mono borracho”. Allí se sugiere que la atracción de los primates por los frutos fermentados, que contienen etanol, podría haber influido en la evolución de la preferencia por el consumo de alcohol en los seres humanos. Esta hipótesis sostiene que nuestros ancestros homínidos, al igual que ciertos primates modernos, se vieron atraídos por los frutos que fermentaban naturalmente, lo que les proporcionaba calorías adicionales y, posiblemente, otros nutrientes esenciales. Según esta teoría, la capacidad de detectar el etanol y preferir los frutos fermentados podría haber ofrecido ventajas evolutivas. Los investigadores la retoman para explorar la posibilidad de que el etanol sea ecológicamente relevante para algunas especies.
Los monos araña ( Ateles geoffroyi ) se alimentan de frutos fermentados de mombin amarillo, con niveles de etanol en el fruto entre 1% y 2,5%. De forma similar, los chimpancés salvajes ( Pan troglodytes verus ) ingieren repetidamente savia fermentada de palma ( Raphia hookeri ).
¿Por qué consumir etanol si tiene consecuencias negativas tanto a corto como a largo plazo?
Los investigadores exploran varias respuestas. Una de ellas podría ser por nutricios. “La ingestión de etanol podría ser una consecuencia de conductas de búsqueda de energía, tanto porque su presencia puede indicar contenido de azúcar como porque el etanol en sí mismo es una fuente de calorías”, escriben.
El etanol, que es el tipo de alcohol que se encuentra en las frutas fermentadas, tiene más calorías por gramo que los carbohidratos, que son los azúcares que se encuentran en las frutas frescas. Sin embargo, al convertir azúcares en etanol a través de la fermentación, se pierde algo de energía, por lo que la fruta fresca generalmente contiene más calorías que la misma fruta fermentada. Esto significa que comer frutas que han fermentado y contienen etanol puede ser mejor que no comer nada, especialmente en momentos de escasez de alimentos. Así, las frutas fermentadas pueden ser una fuente de alimento importante.
Al igual que muchas otras sustancias, la ingestión de etanol en niveles bajos se ha asociado con beneficios medicinales. Por ejemplo, la Drosophila melanogaster, una especie de mosca, prefiere poner sus huevos en medios que contienen etanol. Esto no solo protege a los huevos de parásitos, sino que también ayuda a las larvas a absorber más etanol si han sido atacadas por avispas parásitas. Este comportamiento sugiere que podrían estar “automedicándose”. Aunque no se ha investigado mucho en otras especies, se plantea que muchos animales podrían buscar etanol por sus efectos positivos en la salud.
El consumo puede deberse también a lo que los investigadores llaman “influencia cognitiva”.El etanol afecta el comportamiento sexual de los animales. Por ejemplo, las hembras de Drosophila simulans tienden a ser menos selectivas y copulan con más machos tras consumir etanol. Por otro lado, los machos de Drosophila melanogaster suelen beber alcohol cuando son rechazados por las hembras. Esto se debe a que el etanol provoca una mayor excitación y reduce la inhibición y la capacidad cognitiva, lo que puede llevar a que los animales tengan una mayor variedad de preferencias en sus parejas. Estos efectos también han sido observados en roedores en entornos de laboratorio.
En los humanos y algunos primates, el consumo de etanol puede ser aún más complicado, reconocen los autores del estudio. Muchas personas creen que el etanol ayuda a reducir la ansiedad, ya que activa el sistema de endorfinas y dopamina, lo que genera sensaciones de calma y felicidad. Esto podría fomentar la sociabilidad, la exploración y la creación de lazos sociales, lo que beneficia la supervivencia y la reproducción. La ingestión de etanol, junto con actividades placenteras como cantar, podría haber contribuido a la evolución de grupos sociales en humanos al facilitar la conexión entre individuos en menos tiempo.
Sin embargo, no todos los efectos del etanol son positivos. El consumo agudo puede perjudicar la memoria y aumentar el riesgo de comportamientos peligrosos, como la exposición a depredadores o conflictos con otros. Los beneficios sociales del etanol pueden disminuir drásticamente si se consume en exceso. En general, la capacidad de un individuo o especie para metabolizar etanol determinará los beneficios que puedan obtener de su consumo. “Una visión ecoevolutiva amplia del consumo de alcohol sugiere que el etanol no es raro ni simplemente se evita”, escriben como conclusión los autores del estudio. “Puede ser tóxico, pero también protege contra los organismos “competidores”, y las adaptaciones metabólicas al etanol pueden ampliar los recursos que proporcionan calorías a un animal. Esto nos lleva a reconsiderar el papel ecológico del etanol y su impacto evolutivo en la naturaleza”.
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