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El nivel de inequidad económica de un país se podría medir con la cantidad y frecuencia de besos en la boca que se dan sus habitantes. Una pregunta tan curiosa e interesante, que llamó la atención de los integrantes de Annals of Improbable Research, la revista de humor científica que se encarga de organizar los Ig Nobel, una parodia de los Premios Nobel, que reconoce investigaciones sólidas, pero aparentemente absurdas y que se rige bajo el lema de los “premios que primero te hacen reír y luego pensar”. Este estudio, en el que participó el colombiano Juan David Leongómez, ganó en la categoría de economía. ¿Cuáles fueron los resultados de este peculiar análisis? (Lea: Inhalar helio deja voz fina a lagartos y más ganadores del Nobel a lo más absurdo de la ciencia)
La investigación, liderada por el psicólogo Christopher D. Watkins, empezó con la premisa de que los besos en la boca son una costumbre extendida entre países, sin embargo, no son un comportamiento universal. “La pregunta inicial sería por qué los besos son tan extendidos en tantas culturas. A partir de eso hay dos hipótesis comunes en la literatura. Una que tiene que ver con la evaluación de la pareja -los besos ayudarían a las personas a ‘evaluar’ la calidad y salud de su pareja de acuerdo con el entorno, por ejemplo-. La otra es el vínculo de pareja -fortalecen y mantienen un lazo”, dice Leongómez. Aclara que el estudio analizó siete predicciones a partir de estas dos hipótesis.
El objetivo era establecer si alguna de las hipótesis podría estar relacionada con la salud o la riqueza de un país. Elaboraron una encuesta, que fue traducida a seis idiomas, en la que evaluaban qué tan importantes son los besos para una persona, qué tan relevantes son en el inicio de la relación y cuando ya son pareja, y lo más valioso de un beso, con qué frecuencia besan a sus parejas, si prefieren abrazar o besar, entre otras. Además de estudiar la variación cultural, los científicos analizaron estos comportamientos o actitudes de acuerdo con la salud nacional, como la prevalencia histórica de patógenos o infecciones, y la riqueza absoluta (PIB) y relativa (GINI).
La encuesta se distribuyó en los últimos meses de 2016 por todo el mundo y, al final, se analizaron 2.988 respuestas de personas de 13 países (Australia, Brasil, Chile, Colombia, República Checa, Francia, Alemania, India, Italia, Nigeria, Polonia, Reino Unido y Estados Unidos). Durante el siguiente año el equipo de científicos se encargó de la recolección de datos, que estaba dividida en tres cuestionarios. Uno sobre sus actitudes hacia los besos en la boca, otro en el que indicaron su satisfacción con la cantidad de besos, abrazos y relaciones sexuales en las diferentes etapas de una relación y, por último, una escala de siete factores para determinar qué hace que alguien sea considerado un “buen besador”.
Leongómez fue el encargado de recoger las cifras en Colombia. “De algunos países se logró una buena muestra. En el Reino Unido conseguimos encuestar a cerca de 1.000 personas. En Colombia alcanzamos a obtener cifras como de 300 personas. Por suerte logramos una muestra valiosa, porque es un país con unas características sociales y culturales complejas. Unas condiciones que lastimosamente lo hacen interesante. De los países analizados, es el que tiene más inequidad”, añade el investigador bogotano. India, por ejemplo, tiene una pobreza absoluta mucho mayor que la de Colombia, pero la distribución de la riqueza es mejor, no hay tanta inequidad. (Puede leer: El colombiano que ganó un IgNobel explica su investigación)
Los resultados, publicados en 2019 en Scientific Reports, del grupo Nature, demostraron que los científicos tenían razón principalmente en una de sus predicciones: las personas que viven en los países con un alto índice de desigualdad suelen besar con mayor frecuencia a sus parejas. “En los lugares donde hay una competencia por recursos o una inequidad grande, la gente tiende a besarse más. Y eso, se espera, es un mecanismo para fortalecer ese vínculo con la pareja. En los países más inequitativos, como Colombia, la gente se da más besos”, dice Leongómez.
A través de los análisis consiguieron comprobar que la desigualdad de ingresos de un país predice la frecuencia de los besos en las relaciones románticas. Establecieron, además, que las personas habían preferido dos componentes para calificar un buen beso. Uno que incluye la técnica, el contacto y la excitación, y otro los factores sensoriales, como el aliento, un componente más importante para las mujeres. También determinaron que, en las naciones más pobres, la gente se abraza más. Una tendencia que se repite en los países más saludables, donde hay un riesgo de contagio de un patógeno o infección menor las personas suelen abrazarse más. Del estudio, Polonia fue el lugar que registró más abrazos, y le sigue Colombia.
Y pese a que se oye muy loco estudiar la pobreza o riqueza relativa de una nación con la cantidad y frecuencia de besos, Juan David Leongómez señala que son las preguntas sorprendentes las que mueven el mundo. Una frase que le recalcó el decano de física de la Universidad Nacional Jairo Alexis Rodríguez, cuando se hizo pública la noticia de que este estudio había ganado un Ig Nobel en la categoría de Economía. “Estos premios son una parodia de los Nobel y, aunque al comienzo puede sonar como algo ridículo, son importantes para el gremio. Se encargan de galardonar análisis bien hechos, pero curiosos, interesantes, sorprendentes”, dice. (Podría leer: Un colombiano nos acerca a uno de los misterios del Sol)
Para los Ig Nobel, los científicos e investigadores normalmente no se postulan. Un grupo de expertos de la revista científica Annals of Improbable Research se encarga de buscar los estudios. Al año pueden estar seleccionando más de 9 mil análisis, de los cuales solo 10 son premiados, este año en las categoría de psicología, paz, física, economía, materiales, gestión, entomología, medicina y, este año, por primera vez, se entregó el galardón de educación en medicina, en la que reconocieron a nueve líderes políticos que no han sido muy hábiles en su lucha contra el virus SARS-CoV-2 y “le han enseñado al mundo que pueden tener un efecto más inmediato sobre la vida y la muerte que los científicos y los médicos”.
Juan David, profesor de psicología de la Universidad El Bosque, seguirá estudiando temas relacionados con el análisis del comportamiento humano, sus olores, el cambio de la voz en diferentes ambientes o sus relaciones. Ahora en sus repisas reposa un certificado con las firmas de Richard Roberts, Nobel de Medicina en 1993; Eric Maskin, Nobel de Economía en 2007; Martin Chalfie, Nobel de Química de 2008, y Marc Abrahams, creador de los premios Ig Nobel. Y aunque reitera que no trabaja pensando en recibir premios, este reconocimiento marcó un momento significativo en su carrera.