Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Cromos

                          Vea

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Suscriptores

                                      Beneficios

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      EE ADS

                                                                                                        Cursos y programas

                                                                                                          Más

                                                                                                          Blogs

                                                                                                            Especiales

                                                                                                              Descarga la App

                                                                                                                Edición Impresa

                                                                                                                  Suscripción

                                                                                                                    Eventos

                                                                                                                      Foros El Espectador

                                                                                                                        Pauta con nosotros en EE

                                                                                                                          Pauta con nosotros en Cromos

                                                                                                                            Pauta con nosotros en Vea

                                                                                                                              Avisos judiciales

                                                                                                                                Preguntas Frecuentes

                                                                                                                                  Contenido Patrocinado
                                                                                                                                  28 de marzo de 2018 - 04:34 p. m.

                                                                                                                                  "Nada grandioso se ha emprendido por encargo a mediocres"

                                                                                                                                  Con su estilo agudo y sarcástico, el filósofo y físico argentino Mario Bunge escribe un provocador prólogo para el libro ¿Qué es la tecnología?, de Dominique Raynaud.

                                                                                                                                  Mario Bunge

                                                                                                                                  Mario Bunge, filósofo y físico argentino. / AFP
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  El que usted esté leyendo estas líneas indica que el tema le interesa y que lo que ha leído hasta ahora sobre él no le alcanza. Esto no es de extrañar, porque los primeros estudios serios sobre la tecnología aparecieron recién en el siglo pasado, y ninguno de ellos basta. Por ejemplo, el título de la principal revista sobre el tema, Technology and Culture, fundada en 1959, sugiere que la tecnología interactúa con la cultura, cuando de hecho es uno de los dos motores de la cultura contemporánea (usted ya sabe cuál es el segundo).

                                                                                                                                  Incluso Karl Marx, pionero de la historia de la tecnología, dudaba entre ubicar la tecnología en la infraestructura material o en la superestructura ideal: la admiraba por ser un insumo de la industria, no por su rico contenido intelectual y artístico. Tampoco su admirado Hegel, ni siquiera Kant, se interesaron por la tecnología, quizá porque evocaba el trabajo manual propio del esclavo. Solamente la franja radical de la Ilustración francesa exaltó la tecnología hasta el punto de asignarle un lugar privilegiado en la Encyclopédie dirigida por Diderot e inicialmente también por d’Alembert, a la que Holbach dio su impronta progresista sobre todos los temas de religión y política.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  Ni siquiera los ilustrados escoceses, en particular Adam Smith y David Hume, ubicaron la tecnología en la cultura, quizá porque la confundían con su antecesora, la artesanía, a la que, sin embargo, apreciaban. A fin de cuentas, muchos de los ingenieros que se distinguieron en la Revolución Industrial centrada en Manchester habían estudiado en Escocia.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Creo que la obra que usted está examinando es el primer estudio de todas las facetas de la tecnología, desde la concepción del artefacto y su circulación social hasta los problemas filosóficos y jurídicos que suscitan el saber y el hacer tecnológicos. No debiera extrañar entonces que su autor, Dominique Raynaud, sea inclasificable: graduado en arquitectura y doctorado en sociología, historiador de la arquitectura y las disciplinas que utiliza (geometría, perspectiva lineal, óptica e ingeniería civil), sociólogo de la ciencia y de la tecnología, docente de sociología y epistemología en la Universidad de Grenoble y autor de trabajos especializados, tan prolífico como multifacético.

                                                                                                                                  Raynaud también participa activamente en las controversias sobre internalismo y externalismo, psicologismo y sociologismo, realismo y constructivismo-relativismo que han movilizado a los estudiosos y curiosos de las ciencias desde la aparición de La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas S. Kuhn (1962), Contra el método (1975), de su amigo Paul K. Feyerabend, y La vida de laboratorio: la construcción de hechos científicos (1979), de Bruno Latour y Stephen Woolgar.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  Estas y otras obras del mismo estilo causaron sensación porque cuestionaban el valor e incluso la existencia de la razón, de la verdad y de la investigación desinteresada. Ya no había motivos para estudiar una ciencia o una tecnología, ni para criticar a la Contrailustración. Por tanto, cualquiera podía rebuznar sobre ellas, para gozo de los enemigos de la inteligencia.

                                                                                                                                  En otro libro suyo sobre las controversias científicas, aparecido en inglés en 2015*, Raynaud examinó cuidadosamente esos ataques a la razón y el objetivismo, mostrando que no se ajustan a la investigación científica ni al diseño tecnológico. En efecto, en ambos casos se da por sentada la existencia del mundo exterior, se procede racionalmente y se aceptan solamente las teorías coherentes y que se ajustan a la realidad, como sugieren la observación, la experimentación y la concordancia con teorías pertinentes ya consagradas.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  La obra que el lector tiene en sus manos es una cornucopia de ideas y episodios de la tecnología y de su recepción social desde los tiempos de las pirámides —maravilla artesanal antes que tecnológica— hasta el cine, los satélites espías y la nanotecnología.

                                                                                                                                  Con toda razón, Raynaud distingue la tecnología, o diseño de artefactos, de la ciencia, o estudio de la realidad. Mientras la primera diseña nuevas cosas posibles y busca la utilidad práctica, la segunda busca verdades acerca de lo existente. Pero la tecnología contem-poránea, a diferencia de la técnica artesanal, como la que guía la construcción de muros, muebles o vestimentas, hace uso intensivo de la ciencia. Por ejemplo, los computadores habrían sido imposibles sin la física del estado sólido, que a su vez se funda en la mecánica cuántica, henchida de matemática inicialmente pura.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  A continuación, Raynaud distingue dos actitudes ante la tecnología: la tecnofobia y la tecnofilia. Y ambas actitudes se adoptan, ya con moderación, ya con fanatismo. Por ejemplo, el teólogo Jacques Ellul era un tecnófobo fanático, ya que no distinguía entre tecnologías buenas y malas. En cambio, el escribidor Martin Heidegger era ambiguo sobre la cuestión, ya que, si bien ensució muchas cuartillas con sus ataques a la tecnología, seguramente admiraba la tecnología militar alemana, desde los misiles hasta los campos de exterminio, ya que fue un fervoroso nazi desde el principio hasta el fin.

                                                                                                                                  Hoy día, los tecnófilos más visibles son quienes sostienen que hay tecnologías capaces de contrarrestar todos los aspectos negativos del progreso tecnológico. Raynaud cita dos casos francamente cómicos. El primero es el de los economistas que hablan de geoinge- niería, aún nonata, y de los tres filósofos morales que calcularon exactamente que la crisis del calentamiento global se resolvería con disminuir en un 15 % la estatura de la gente, hazaña que podría lograr la ingeniería genética.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  El segundo caso de tecnofilia fanática o tecnupidez es la afirmación del famoso matemático John von Neumann de que estamos a punto de alcanzar la “singularidad esencial”, el punto en el que los inventos serían obra de robots, no de personas. El prestigio de Von Neumann era tal que en 2008 inspiró la fundación de la Singularity University, subvencionada por la NASA y por empresas de la talla de Google, Cisco, Nokia y Genentech.

                                                                                                                                  Obviamente, ninguno de los tecnúpidos implicados en esa aventura literaria se tomó el trabajo de analizar el concepto de innovación ni el proceso neural que desemboca en una idea tan original como útil, a la vez que moralmente inobjetable.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  A propósito, Raynaud no olvida la dimensión ética de la tecnología, la cual, además de ser leal a la verdad, no debe dañar aun cuando pueda hacerlo. Este problema se presenta cada vez que se trata de “traducir” ciencia básica (por ejemplo, bioquímica) a ciencia aplicada (por ejemplo, toxicología), y de esta a tecnología (por ejemplo, tecnología de gases tóxicos para uso bélico).

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Ejemplo: hace un siglo, el eminente físico-químico Fritz Haber inventó el proceso para capturar el nitrógeno atmosférico, que sirvió para fabricar fertilizantes artificiales, así como los gases tóxicos empleados en la Primera Guerra Mundial y el Zyklon B usado en los campos de exterminio. Haber fue festejado y premiado por militares y políticos hasta que tuvo que emigrar por ser judío. Que yo sepa, nunca se disculpó públicamente por poner su saber al servicio del militarismo. En cambio, su mujer se avergonzó al punto de suicidarse pocas horas después de que Haber y sus patronos brindaran por las noticias procedentes del frente occidental acerca del éxito del gas tóxico en la batalla de Yprès, en 1915.

                                                                                                                                  Las “traducciones” del laboratorio a la fábrica, el campo de batalla o el terreno son muy difíciles de lograr porque exigen modos de pensar diferentes que muy rara vez se dan en el mismo cerebro. Esta dificultad explica, como Raynaud prueba en detalle, que las empresas hayan producido muchísima menos ciencia básica, e in- cluso tecnología original, que las universidades.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Unas pocas grandes empresas, como Westinghouse, Bell, IBM, Dupont e IG Farbenindustrie, han empleado a unos pocos científicos eminentes como asesores, más que como productores, al modo en que una editorial le encarga a un gran escritor que evalúe una novela de un escritor bisoño, pero no que escriba una novela como El Quijote. Nada grandioso se ha emprendido por encargo a mediocres.

                                                                                                                                  La mayor empresa tecnológica de la historia, el Proyecto Manhattan (1939-1947), que produjo la bomba nuclear, empleó a casi todos los físicos norteamericanos y alemanes exiliados del momento, pero no produjo ningún resultado científico importante; peor aún, paralizó la física norteamericana durante un lustro.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En resumen, este libro confirma la tesis de que la tecnología avanzada utiliza ciencia de punta, y no viceversa. Esta conclusión refuta las tesis pragmatistas, en particular marxistas, sobre las relaciones entre conocimiento y acción, y entre ciencia e industria.

                                                                                                                                  Más aún, Raynaud califica de tóxica para la propia tecnología la política utilitarista de dar prioridad al “desarrollo” (traducción tecnológica) sobre la investigación básica, ya que todas las innova- ciones tecnológicas han utilizado conocimientos básicos.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Raynaud también refuta la difundida afirmación de que los la- boratorios Bell fueron una “fábrica de premios Nobel”. Lo cierto es que en ellos trabajaron siete premios Nobel, menos que los que trabajaban en las universidades de California, Stanford y Harvard, tantos como en el MIT y sólo uno más que en Princeton, Colum- bia y el Lebedev de Moscú. Además, ¿dónde se formaron los Nobel de la Bell y de la IBM, sino en universidades?

                                                                                                                                  Es verdad que Thomas Alva Edison, Bill Gates y Steve Jobs tienen fama de tecnólogos pese a que no ganaron títulos universitarios. Pero ¿es justificada esa fama? Hay quienes argumentan que, lejos de ser grandes inventores, los tres fueron grandes empresarios caracterizados por su astucia, su audacia y su empuje.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Este libro suministra argumentos en favor de la política científica que han apoyado todos los investigadores y casi todos los estadistas progresistas: fortalecer la investigación básica, aumentando la in- versión estatal en ella, y desoír los consejos de los partidarios del descuido o la comercialización de la ciencia.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  ¿Qué es la tecnología? también nos enseña que la política de financiación pública de la investigación desinteresada ha sido aplicada incluso por gobiernos norteamericanos encabezados por políticos ignorantes y retrógrados. En efecto, los EE UU han venido invirtiendo en ella el 2,8 % de su PIB (Producto Interior Bruto), al tiempo que la Unión Europea ha invertido sólo el 1,9 % de su PIB, pese a que la ciencia europea aún no ha recuperado el alto nivel que tenía antes de la Segunda Guerra Mundial. Este descuido se debe en parte a que los estadistas europeos han leído demasiadas tonterías posmodernas. Al fin y al cabo, el posmodernismo se fabricó en París, no en Nueva York.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  El autor de este libro apenas se ocupa de la tecnología en el Ter- cer Mundo, porque apenas hay. Esta deficiencia se debe a que allí no hay demanda de tecnólogos originales. En efecto, casi todos los licenciados de las facultades de ingeniería del Tercer Mundo no trabajan en diseño, sino en mantenimiento o en administración. Los empresarios de esa región del mundo prefieren invertir en acciones bursátiles, haciendas o, a lo sumo, en comprar “paquetes tecnológicos” (artefactos junto a expertos que enseñen a manejarlos) que invertir en proyectos arriesgados.

                                                                                                                                  Además, esos ingenieros han estudiado con profesores que, en el mejor de los casos, eran buenos expositores de hallazgos científicos hechos lejos y hace tiempo. Los investigadores originales trabajan en unas pocas facultades de ciencias o emigran a naciones del Primer Mundo, donde hallan los medios, la tranquilidad y los ingresos que les permiten dedicarse a tiempo completo a trabajar en lo que más les gusta.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En el Primer Mundo hay científicos y tecnólogos productivos, pero escasean los sociólogos y economistas de la ciencia y de la tecnología. Y la mayoría de estos piensan y enseñan ideas inútiles o falsas. En particular, muchos de ellos sostienen que hoy día las no- vedades científicas y tecnológicas provienen de la “tecnociencia” y resultan del deseo de ganar dinero o poder, no de satisfacer la curiosidad, como creía Aristóteles, ese pobre ingenuo.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Pero estos autores, desde Michel Foucault a Jürgen Habermas, Helga Nowotny y los miembros de los Institutos de Estudios de la Ciencia y de la Tecnología, aún no han demostrado la existencia de esa bestia híbrida que llaman “tecnociencia”. Raynaud estudia en detalle un gran número de proyectos y hallazgos recientes sin hallar rastros de esa bestia apareada con el unicornio. Tampoco ha encontrado los “foros híbridos”, compuestos de expertos y ciudadanos comunes, que produzcan conocimientos especializados.

                                                                                                                                  Los deseos de saber y de hacer interactúan, a veces para bien y otras para mal, pero nunca se funden en uno solo. Las empresas contratan a expertos para que les aporten utilidades, no conocimientos acerca de agujeros negros, la trata de esclavos en el Siglo de las Luces o el estatus del axioma de elección. Quien lo dude debería invertir sus ahorros en una empresa sin finalidad de lucro. Por ejemplo, debería emplear a Dominique Raynaud para escribir libros como este.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En otras palabras, la investigación básica es autónoma, es decir, se rige por sus propios criterios, mientras que la investigación aplicada y el “desarrollo” (diseño tecnológico) son heterónomas: se hacen para beneficio, inmediato o posible, de quien las paga.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Ahora bien, la mayoría de las innovaciones tecnológicas tienen raíces científicas. Por ejemplo, en este libro aprendemos que la cámara cinematográfica proviene del “fusil fotográfico”, diseñado y construido para observatorios astronómicos, que no lo patentaron. Dado que todos los grandes observatorios pertenecen a uno o más gobiernos, el público pagó por dar a luz una de las industrias más rentables. Algo parecido sucedió con las industrias eléctrica, farmacéutica y de telecomunicaciones: todas ellas nacieron en laboratorios sostenidos por los contribuyentes. Ejemplo: el proceso que condujo de los científicos básicos Faraday, Maxwell y Hertz a los inventores-empresarios Marconi y Bell.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En general, las “traducciones” ciencias → tecnologías han sido acompañadas por transiciones capital público → capital privado. Esto está en consonancia con la máxima capitalista privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas. A los marxistas se les ha escapado este proceso, paralelo a la “tragedia del bien común” que viene ocurriendo desde comienzos de la Revolución Industrial. Se explica: la mayoría de ellos son marxólogos o historiadores antes que estudiosos de la sociedad contemporánea.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En conclusión, este libro de Dominique Raynaud nos enseña mucho sobre las relaciones entre las tecnologías y las correspondientes ciencias naturales y la matemática. También muestra, con ayuda de una multitud de documentos poco difundidos, que el utilitarismo que pregonan los economistas neoclásicos y los estadistas miopes es el peor peligro que enfrenta la tecnología, que languidece sin el apoyo de las ciencias básicas. Como decía Guido Beck, mi maestro de física, no han entendido que no puede haber leche de vaca sin vaca.

                                                                                                                                  *Department of Philosophy,  McGill University - Montreal,  Canadá

                                                                                                                                  “Este texto es el prólogo de Mario Bunge al libro de Dominique Raynaud ¿Qué es la tecnología?, publicado por Editorial Laetoli en colaboración con la Universidad Pública de Navarra (UPNA). Los libros de Laetoli (www.laetoli.es) son distribuidos en Colombia por Siglo del Hombre”.

                                                                                                                                  Mario Bunge, filósofo y físico argentino. / AFP
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  El que usted esté leyendo estas líneas indica que el tema le interesa y que lo que ha leído hasta ahora sobre él no le alcanza. Esto no es de extrañar, porque los primeros estudios serios sobre la tecnología aparecieron recién en el siglo pasado, y ninguno de ellos basta. Por ejemplo, el título de la principal revista sobre el tema, Technology and Culture, fundada en 1959, sugiere que la tecnología interactúa con la cultura, cuando de hecho es uno de los dos motores de la cultura contemporánea (usted ya sabe cuál es el segundo).

                                                                                                                                  Incluso Karl Marx, pionero de la historia de la tecnología, dudaba entre ubicar la tecnología en la infraestructura material o en la superestructura ideal: la admiraba por ser un insumo de la industria, no por su rico contenido intelectual y artístico. Tampoco su admirado Hegel, ni siquiera Kant, se interesaron por la tecnología, quizá porque evocaba el trabajo manual propio del esclavo. Solamente la franja radical de la Ilustración francesa exaltó la tecnología hasta el punto de asignarle un lugar privilegiado en la Encyclopédie dirigida por Diderot e inicialmente también por d’Alembert, a la que Holbach dio su impronta progresista sobre todos los temas de religión y política.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  Ni siquiera los ilustrados escoceses, en particular Adam Smith y David Hume, ubicaron la tecnología en la cultura, quizá porque la confundían con su antecesora, la artesanía, a la que, sin embargo, apreciaban. A fin de cuentas, muchos de los ingenieros que se distinguieron en la Revolución Industrial centrada en Manchester habían estudiado en Escocia.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Creo que la obra que usted está examinando es el primer estudio de todas las facetas de la tecnología, desde la concepción del artefacto y su circulación social hasta los problemas filosóficos y jurídicos que suscitan el saber y el hacer tecnológicos. No debiera extrañar entonces que su autor, Dominique Raynaud, sea inclasificable: graduado en arquitectura y doctorado en sociología, historiador de la arquitectura y las disciplinas que utiliza (geometría, perspectiva lineal, óptica e ingeniería civil), sociólogo de la ciencia y de la tecnología, docente de sociología y epistemología en la Universidad de Grenoble y autor de trabajos especializados, tan prolífico como multifacético.

                                                                                                                                  Raynaud también participa activamente en las controversias sobre internalismo y externalismo, psicologismo y sociologismo, realismo y constructivismo-relativismo que han movilizado a los estudiosos y curiosos de las ciencias desde la aparición de La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas S. Kuhn (1962), Contra el método (1975), de su amigo Paul K. Feyerabend, y La vida de laboratorio: la construcción de hechos científicos (1979), de Bruno Latour y Stephen Woolgar.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  Estas y otras obras del mismo estilo causaron sensación porque cuestionaban el valor e incluso la existencia de la razón, de la verdad y de la investigación desinteresada. Ya no había motivos para estudiar una ciencia o una tecnología, ni para criticar a la Contrailustración. Por tanto, cualquiera podía rebuznar sobre ellas, para gozo de los enemigos de la inteligencia.

                                                                                                                                  En otro libro suyo sobre las controversias científicas, aparecido en inglés en 2015*, Raynaud examinó cuidadosamente esos ataques a la razón y el objetivismo, mostrando que no se ajustan a la investigación científica ni al diseño tecnológico. En efecto, en ambos casos se da por sentada la existencia del mundo exterior, se procede racionalmente y se aceptan solamente las teorías coherentes y que se ajustan a la realidad, como sugieren la observación, la experimentación y la concordancia con teorías pertinentes ya consagradas.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  La obra que el lector tiene en sus manos es una cornucopia de ideas y episodios de la tecnología y de su recepción social desde los tiempos de las pirámides —maravilla artesanal antes que tecnológica— hasta el cine, los satélites espías y la nanotecnología.

                                                                                                                                  Con toda razón, Raynaud distingue la tecnología, o diseño de artefactos, de la ciencia, o estudio de la realidad. Mientras la primera diseña nuevas cosas posibles y busca la utilidad práctica, la segunda busca verdades acerca de lo existente. Pero la tecnología contem-poránea, a diferencia de la técnica artesanal, como la que guía la construcción de muros, muebles o vestimentas, hace uso intensivo de la ciencia. Por ejemplo, los computadores habrían sido imposibles sin la física del estado sólido, que a su vez se funda en la mecánica cuántica, henchida de matemática inicialmente pura.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  A continuación, Raynaud distingue dos actitudes ante la tecnología: la tecnofobia y la tecnofilia. Y ambas actitudes se adoptan, ya con moderación, ya con fanatismo. Por ejemplo, el teólogo Jacques Ellul era un tecnófobo fanático, ya que no distinguía entre tecnologías buenas y malas. En cambio, el escribidor Martin Heidegger era ambiguo sobre la cuestión, ya que, si bien ensució muchas cuartillas con sus ataques a la tecnología, seguramente admiraba la tecnología militar alemana, desde los misiles hasta los campos de exterminio, ya que fue un fervoroso nazi desde el principio hasta el fin.

                                                                                                                                  Hoy día, los tecnófilos más visibles son quienes sostienen que hay tecnologías capaces de contrarrestar todos los aspectos negativos del progreso tecnológico. Raynaud cita dos casos francamente cómicos. El primero es el de los economistas que hablan de geoinge- niería, aún nonata, y de los tres filósofos morales que calcularon exactamente que la crisis del calentamiento global se resolvería con disminuir en un 15 % la estatura de la gente, hazaña que podría lograr la ingeniería genética.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  El segundo caso de tecnofilia fanática o tecnupidez es la afirmación del famoso matemático John von Neumann de que estamos a punto de alcanzar la “singularidad esencial”, el punto en el que los inventos serían obra de robots, no de personas. El prestigio de Von Neumann era tal que en 2008 inspiró la fundación de la Singularity University, subvencionada por la NASA y por empresas de la talla de Google, Cisco, Nokia y Genentech.

                                                                                                                                  Obviamente, ninguno de los tecnúpidos implicados en esa aventura literaria se tomó el trabajo de analizar el concepto de innovación ni el proceso neural que desemboca en una idea tan original como útil, a la vez que moralmente inobjetable.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  A propósito, Raynaud no olvida la dimensión ética de la tecnología, la cual, además de ser leal a la verdad, no debe dañar aun cuando pueda hacerlo. Este problema se presenta cada vez que se trata de “traducir” ciencia básica (por ejemplo, bioquímica) a ciencia aplicada (por ejemplo, toxicología), y de esta a tecnología (por ejemplo, tecnología de gases tóxicos para uso bélico).

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Ejemplo: hace un siglo, el eminente físico-químico Fritz Haber inventó el proceso para capturar el nitrógeno atmosférico, que sirvió para fabricar fertilizantes artificiales, así como los gases tóxicos empleados en la Primera Guerra Mundial y el Zyklon B usado en los campos de exterminio. Haber fue festejado y premiado por militares y políticos hasta que tuvo que emigrar por ser judío. Que yo sepa, nunca se disculpó públicamente por poner su saber al servicio del militarismo. En cambio, su mujer se avergonzó al punto de suicidarse pocas horas después de que Haber y sus patronos brindaran por las noticias procedentes del frente occidental acerca del éxito del gas tóxico en la batalla de Yprès, en 1915.

                                                                                                                                  Las “traducciones” del laboratorio a la fábrica, el campo de batalla o el terreno son muy difíciles de lograr porque exigen modos de pensar diferentes que muy rara vez se dan en el mismo cerebro. Esta dificultad explica, como Raynaud prueba en detalle, que las empresas hayan producido muchísima menos ciencia básica, e in- cluso tecnología original, que las universidades.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Unas pocas grandes empresas, como Westinghouse, Bell, IBM, Dupont e IG Farbenindustrie, han empleado a unos pocos científicos eminentes como asesores, más que como productores, al modo en que una editorial le encarga a un gran escritor que evalúe una novela de un escritor bisoño, pero no que escriba una novela como El Quijote. Nada grandioso se ha emprendido por encargo a mediocres.

                                                                                                                                  La mayor empresa tecnológica de la historia, el Proyecto Manhattan (1939-1947), que produjo la bomba nuclear, empleó a casi todos los físicos norteamericanos y alemanes exiliados del momento, pero no produjo ningún resultado científico importante; peor aún, paralizó la física norteamericana durante un lustro.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En resumen, este libro confirma la tesis de que la tecnología avanzada utiliza ciencia de punta, y no viceversa. Esta conclusión refuta las tesis pragmatistas, en particular marxistas, sobre las relaciones entre conocimiento y acción, y entre ciencia e industria.

                                                                                                                                  Más aún, Raynaud califica de tóxica para la propia tecnología la política utilitarista de dar prioridad al “desarrollo” (traducción tecnológica) sobre la investigación básica, ya que todas las innova- ciones tecnológicas han utilizado conocimientos básicos.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Raynaud también refuta la difundida afirmación de que los la- boratorios Bell fueron una “fábrica de premios Nobel”. Lo cierto es que en ellos trabajaron siete premios Nobel, menos que los que trabajaban en las universidades de California, Stanford y Harvard, tantos como en el MIT y sólo uno más que en Princeton, Colum- bia y el Lebedev de Moscú. Además, ¿dónde se formaron los Nobel de la Bell y de la IBM, sino en universidades?

                                                                                                                                  Es verdad que Thomas Alva Edison, Bill Gates y Steve Jobs tienen fama de tecnólogos pese a que no ganaron títulos universitarios. Pero ¿es justificada esa fama? Hay quienes argumentan que, lejos de ser grandes inventores, los tres fueron grandes empresarios caracterizados por su astucia, su audacia y su empuje.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Este libro suministra argumentos en favor de la política científica que han apoyado todos los investigadores y casi todos los estadistas progresistas: fortalecer la investigación básica, aumentando la in- versión estatal en ella, y desoír los consejos de los partidarios del descuido o la comercialización de la ciencia.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  ¿Qué es la tecnología? también nos enseña que la política de financiación pública de la investigación desinteresada ha sido aplicada incluso por gobiernos norteamericanos encabezados por políticos ignorantes y retrógrados. En efecto, los EE UU han venido invirtiendo en ella el 2,8 % de su PIB (Producto Interior Bruto), al tiempo que la Unión Europea ha invertido sólo el 1,9 % de su PIB, pese a que la ciencia europea aún no ha recuperado el alto nivel que tenía antes de la Segunda Guerra Mundial. Este descuido se debe en parte a que los estadistas europeos han leído demasiadas tonterías posmodernas. Al fin y al cabo, el posmodernismo se fabricó en París, no en Nueva York.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  El autor de este libro apenas se ocupa de la tecnología en el Ter- cer Mundo, porque apenas hay. Esta deficiencia se debe a que allí no hay demanda de tecnólogos originales. En efecto, casi todos los licenciados de las facultades de ingeniería del Tercer Mundo no trabajan en diseño, sino en mantenimiento o en administración. Los empresarios de esa región del mundo prefieren invertir en acciones bursátiles, haciendas o, a lo sumo, en comprar “paquetes tecnológicos” (artefactos junto a expertos que enseñen a manejarlos) que invertir en proyectos arriesgados.

                                                                                                                                  Además, esos ingenieros han estudiado con profesores que, en el mejor de los casos, eran buenos expositores de hallazgos científicos hechos lejos y hace tiempo. Los investigadores originales trabajan en unas pocas facultades de ciencias o emigran a naciones del Primer Mundo, donde hallan los medios, la tranquilidad y los ingresos que les permiten dedicarse a tiempo completo a trabajar en lo que más les gusta.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En el Primer Mundo hay científicos y tecnólogos productivos, pero escasean los sociólogos y economistas de la ciencia y de la tecnología. Y la mayoría de estos piensan y enseñan ideas inútiles o falsas. En particular, muchos de ellos sostienen que hoy día las no- vedades científicas y tecnológicas provienen de la “tecnociencia” y resultan del deseo de ganar dinero o poder, no de satisfacer la curiosidad, como creía Aristóteles, ese pobre ingenuo.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Pero estos autores, desde Michel Foucault a Jürgen Habermas, Helga Nowotny y los miembros de los Institutos de Estudios de la Ciencia y de la Tecnología, aún no han demostrado la existencia de esa bestia híbrida que llaman “tecnociencia”. Raynaud estudia en detalle un gran número de proyectos y hallazgos recientes sin hallar rastros de esa bestia apareada con el unicornio. Tampoco ha encontrado los “foros híbridos”, compuestos de expertos y ciudadanos comunes, que produzcan conocimientos especializados.

                                                                                                                                  Los deseos de saber y de hacer interactúan, a veces para bien y otras para mal, pero nunca se funden en uno solo. Las empresas contratan a expertos para que les aporten utilidades, no conocimientos acerca de agujeros negros, la trata de esclavos en el Siglo de las Luces o el estatus del axioma de elección. Quien lo dude debería invertir sus ahorros en una empresa sin finalidad de lucro. Por ejemplo, debería emplear a Dominique Raynaud para escribir libros como este.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En otras palabras, la investigación básica es autónoma, es decir, se rige por sus propios criterios, mientras que la investigación aplicada y el “desarrollo” (diseño tecnológico) son heterónomas: se hacen para beneficio, inmediato o posible, de quien las paga.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Ahora bien, la mayoría de las innovaciones tecnológicas tienen raíces científicas. Por ejemplo, en este libro aprendemos que la cámara cinematográfica proviene del “fusil fotográfico”, diseñado y construido para observatorios astronómicos, que no lo patentaron. Dado que todos los grandes observatorios pertenecen a uno o más gobiernos, el público pagó por dar a luz una de las industrias más rentables. Algo parecido sucedió con las industrias eléctrica, farmacéutica y de telecomunicaciones: todas ellas nacieron en laboratorios sostenidos por los contribuyentes. Ejemplo: el proceso que condujo de los científicos básicos Faraday, Maxwell y Hertz a los inventores-empresarios Marconi y Bell.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En general, las “traducciones” ciencias → tecnologías han sido acompañadas por transiciones capital público → capital privado. Esto está en consonancia con la máxima capitalista privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas. A los marxistas se les ha escapado este proceso, paralelo a la “tragedia del bien común” que viene ocurriendo desde comienzos de la Revolución Industrial. Se explica: la mayoría de ellos son marxólogos o historiadores antes que estudiosos de la sociedad contemporánea.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En conclusión, este libro de Dominique Raynaud nos enseña mucho sobre las relaciones entre las tecnologías y las correspondientes ciencias naturales y la matemática. También muestra, con ayuda de una multitud de documentos poco difundidos, que el utilitarismo que pregonan los economistas neoclásicos y los estadistas miopes es el peor peligro que enfrenta la tecnología, que languidece sin el apoyo de las ciencias básicas. Como decía Guido Beck, mi maestro de física, no han entendido que no puede haber leche de vaca sin vaca.

                                                                                                                                  *Department of Philosophy,  McGill University - Montreal,  Canadá

                                                                                                                                  “Este texto es el prólogo de Mario Bunge al libro de Dominique Raynaud ¿Qué es la tecnología?, publicado por Editorial Laetoli en colaboración con la Universidad Pública de Navarra (UPNA). Los libros de Laetoli (www.laetoli.es) son distribuidos en Colombia por Siglo del Hombre”.

                                                                                                                                  Por Mario Bunge

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
                                                                                                                                  Aceptar