Nuevas pistas sobre cómo se empezó a pescar pulpos hace 3.500 años
Aunque los investigadores ya habían encontrado estos artefactos en varias excavaciones hace al menos 11 años, un reciente estudio parece haber encontrado la utilidad de la herramienta: se tratan de los señuelos de pulpo más antiguos del mundo.
Desde hace 11 años, distintos equipos de arqueólogos venían realizando una serie de descubrimientos muy particulares en las Islas Marianas, un archipiélago conformado por 15 islas que se encuentra en océano Pacífico pero que, políticamente, pertenecen a Estados Unidos. Se trataba de unas conchas de cauri -un tipo de caracol marino- que se conectaba a una plomada de piedra y a un anzuelo a través de una cuerda de fibra. (Puede leer: Las abejas del mar: descubren que el crustáceo poliniza las algas marinas)
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Desde hace 11 años, distintos equipos de arqueólogos venían realizando una serie de descubrimientos muy particulares en las Islas Marianas, un archipiélago conformado por 15 islas que se encuentra en océano Pacífico pero que, políticamente, pertenecen a Estados Unidos. Se trataba de unas conchas de cauri -un tipo de caracol marino- que se conectaba a una plomada de piedra y a un anzuelo a través de una cuerda de fibra. (Puede leer: Las abejas del mar: descubren que el crustáceo poliniza las algas marinas)
Hasta el momento, no sabían muy bien cuál era la función de esta herramienta. Sin embargo, un estudio arqueológico, publicado en la revista World Archaeology a inicios de este mes, parece haber aclarado este misterio científico. Los investigadores concluyeron que una serie de estos artefactos, encontrados en las Islas Marianas del Norte de Tinian y Saipan, serían los señuelos más antiguos utilizados para cazar pulpos.
Por medio de datación de carbono, los investigadores establecieron que los señuelos fueron fabricados y utilizados en 1.500 a.C., es decir hace 3.500 años. Michael Carson, arqueólogo del Centro de Investigación del Área de Micronesia de la Universidad de Guam, afirmó para Phys.org que “eso se remonta a la época en que la gente vivía por primera vez en las Islas Marianas. Así que creemos que estos podrían ser los señuelos de pulpo más antiguos de toda la región del Pacífico y, de hecho, los más antiguos del mundo”. (Le puede interesar: Los desconocidos agujeros del fondo del océano que tienen perplejos a los científicos)
Y es que el cauri, una serie de caracoles marinos de distintos tamaños, es conocido por ser uno de los alimentos favoritos de los pulpos. Las primeras hipótesis sobre estos artefactos apuntaban a que debían ser para raspar el fruto del pan u otras plantas. Pero, para Carson, “no tenían ese aspecto”, y más bien parecían coincidir con los señuelos para pescar pulpos encontrados en Tonga y que correspondían a herramientas utilizadas hace 3.000 años, en 1.100 a.C.
Por eso, con la nueva información recaba, los arqueólogos titularon su investigación Atrapemos pulpos para cenar: Antiguas invenciones de señuelos para pulpos en las Islas Marianas del remoto Pacífico tropical. Carson aseguró que “son piezas de señuelos de pulpo y de que se remontan al año 1500 a.C.”. (También puede leer: Corea del Sur enviará su primera sonda a la Luna)
Habiendo solucionado una gran duda, surge otra, apunta Carson. ¿Fueron los chamorros -los primeros habitantes de las Islas Marianas- los inventores de esta adaptación? Para el arqueólogo, existen dos posibilidades. La primera, apunta, es que efectivamente hayan sido los inventores de este artefacto. La segunda, es que lo hubiesen traído desde su antigua tierra natal. Sin embargo, en las tierras natales de los chamorros no se ha encontrado evidencia de estas herramientas.
Para Carson, quien se decanta por la primera posibilidad mientras avanzan las investigaciones en otros lugares, este descubrimiento “nos dice que este tipo de recurso alimenticio era lo suficientemente importante para ellos como para inventar algo muy particular para atrapar estos alimentos. No podemos decir que contribuyera a un porcentaje masivo de su dieta -probablemente no lo hizo- pero era lo suficientemente importante como para que se convirtiera en lo que llamaríamos una ‘tradición’ en arqueología”.
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