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El canibalismo entre los anfibios no es una práctica extraña. Desde hace décadas, los científicos han observado como los renacuajos se alimentan unos de otros y como, a su vez, los adultos se alimentan de los juveniles.
El canibalismo entre anfibios adultos, aunque menos frecuente, también ha sido registrado por la ciencia. Lo que sí le resultó extraño a un par de científicos australianos, fue observar el que sería el primer caso de canibalismo sexual entre ranas.
Los responsables de este particular descubrimiento son John Gould y Chad Beranek, dos investigadores de la Universidad de Newcastle (Australia), quienes hace unos meses se encontraban adelantando trabajo de campo en la isla de Kooragang, en Nueva Gales del Sur (Australia).
Como le contó Gould, investigador postdoctoral en ecología de poblaciones en la Universidad de Newcastle, al portal de noticias Live Science, mientras recorrían la isla, escucharon un chillido agudo que “a veces se oye en el campo y a menudo se trata de una rana que está siendo depredada”.
Tras seguir los gritos, Gould y Beranek descubrieron a una hembra de rana campana verde y dorada (Litoria aurea) con un macho de otra especie en su boca a punto de ser ingerido. “La rana macho intentaba evitarlo, así que se agarraba a todo lo que había a su alrededor, como palos en el suelo, para evitar que la arrastraran”, le dijo Gould a Live Science.
Si bien el macho logró escapar, los investigadores decidieron comprar las observaciones nocturnas del comportamiento de esta especia durante tres temporadas de cría, con otros casos de canibalismo sexual reportados en la literatura científica.
La hipótesis de los científicos “es que las hembras de anfibios pueden explotar las llamadas publicitarias de los machos para diferenciar a las parejas adecuadas de las presas potenciales y que los individuos machos son vulnerables al canibalismo sexual, ya que deben arriesgarse a atraer a las hembras y exponerse físicamente a ellas para reproducirse”, escribieron en el artículo que fue publicado recientemente en la revista Ecology and Evolution.
En otras palabras, las hembras preferirían a los machos más grandes con llamadas más profundas como compañeros de cría, mientras que los más pequeños serían vistos como potencial comida. Sin embargo, como reconocen los autores en su trabajo, todavía no hay certezas sobre los mecanismos que estarían provocando esos comportamientos caníbales.
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