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Pasar unos días en el espacio puede producir cambios en el cuerpo humano

En 2021, se llevó a cabo el primer vuelo completamente tripulado por civiles que orbitó la Tierra. Uno de sus objetivos era estudiar los efectos de una estancia de tres días en el espacio sobre el cuerpo humano. Los resultados de esta investigación se publicaron en junio de 2024 en la revista Nature.

14 de junio de 2024 - 08:48 p. m.
Tripulantes a bordo del Inspiration 2021 de Space X.
Tripulantes a bordo del Inspiration 2021 de Space X.
Foto: Agencia AFP

Los vuelos comerciales al espacio se han vuelto cada vez más populares. No resulta extraño leer noticias que develan las grandes sumas de dinero que cuesta tripular módulos que orbitan la Tierra, incluso durante unos cuantos minutos. Compañías como SpaceX ya se lanzaron al mercado, e, incluso, han colaborado con agencias espaciales de diversos países como la NASA. Sin embargo, varios informes publicados en la prestigiosa revista científica Nature revelan que el cuerpo humano experimenta cambios significativos en el espacio, especialmente en el caso de turistas sin entrenamiento previo.

Comencemos por recordar que muchos artículos han sido publicados al respecto con estudios realizados en astronautas profesionales. Pero, los vuelos comerciales son una novedad que apenas viene cobrando fuerza desde hace un par de años.

Por eso, investigadores de más 100 instituciones y 25 países publicaron 44 informes, todos compilados en Nature, que constituyen, según esa revista, “el mayor catálogo de datos que detallan el impacto de los viajes espaciales en el cuerpo humano”. En ellos, analizaron qué le pasa a la biología de los turistas que viajan al espacio en vuelos comerciales, teniendo en cuenta que no tuvieron una preparación física igual a la de los astronautas profesionales.

Entre los resultados, encontraron que estar unos pocos días en órbita puede alterar las células inmunitarias, generar deshidratación y pensamientos confusos. Sin embargo, la mayoría de estas condiciones desaparecen al regresar a la Tierra.

Mathias Basner, epidemiólogo que estudia la salud conductual de los astronautas en la Escuela de Ciencias Perelman de la Universidad de Pensilvania, le dijo a Nature que es importante recordar que los estudios previos solo habían incluido, en su mayoría, lo que le ocurría a los cuerpos de hombres blancos, mayores de 30 años, mientras estaban en el espacio. Otros grupos de personas no habían sido incluidos hasta ahora, por lo que se tenía poca información sobre cómo responderían a la exposición a la radiación y la microgravedad.

Tengamos en cuenta también que los vuelos comerciales despegan con mucha más frecuencia de los gubernamentales con fines científicos, por tanto, los riesgos para los turistas podrían ser mayores. “Además, el espacio es un entorno muy extraño”, dice Basner.

Algunos de los estudios publicados recientemente analizaron a una tripulación de cuatro personas -dos mujeres y dos hombres entre los 29 y 51 años- a bordo del vuelo Inspiration 2021 de SpaceX. De hecho, este fue el primero compuesto totalmente por civiles que orbitó el planeta Tierra.

Los pasajeros estuvieron 3 días en órbita en los que se les recopilaron muestras de orina, saliva y sangre. Además, les hicieron pruebas cognitivas, ecografías y actividad física en las que se encontraron cambios fisiológicos que solo ocurrirían en vuelos espaciales más largos, como alteraciones en la función de las células inmunes y un alargamiento de los telómeros, que son los extremos de los cromosomas.

Afshin Beheshti, biólogo del Instituto de Ciencias Espaciales Blue Marble de Estados Unidos -quien además fue coautor de varios estudios-, dijo que era difícil sacar conclusiones certeras bajo el estudio de los cuatro civiles que estuvieron a bordo del Inspiration 2021. Sin embargo, lo que se halló en dichos pasajeros se comparó con información de astronautas que trabajaron con la Nasa y la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón. También se incorporaron datos de ratones y cultivos celulares que crecieron en el espacio o en microgravedad, y que estuvieron expuestos a niveles de radiación. “Vimos entonces que los mismos biomarcadores aumentaban y ahí fue que empezamos a creerlo”, continuó Beheshti.

Por ahora, aunque todos los artículos son enfáticos en señalar que hace falta más información, se mencionó que se desarrolló una base de datos llamada Space Omics and Medical Atlas (SOMA), que contendrá información sobre la salud de turistas que viajen al espacio y astronautas profesionales. Será una especie de biobanco para almacenar sus muestras.

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