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Cada vez que alguien quiere matar una mosca, pareciera que estos insectos se convirtieran en los más rápidos del oeste o en un halcón peregrino (Falco peregrinos) capaz de alcanzar vuelos de hasta 360 kilómetros por hora. A pesar de que estos pequeños seres vivos tienen ojos minúsculos y un cerebro aproximadamente un millón del veces más pequeño que el de los seres humanos, tienen el talento de esquivar casi cualquier golpe.
Un laboratorio de la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos leva un tiempo estudiando el comportamiento de estos insectos, específicamente cómo vuelan y las características de su visión. Ravindra Palavalli-Nettimi hace parte del laboratorio y recientemente explicó, en el medio de comunicación científico The Conversation, por qué las moscas son tan rápidas.
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“Las moscas tienen ojos compuestos. En lugar de recolectar la luz a través de un solo lente, como los ojos humanos, ellas forman imágenes a partir de múltiples lentes individuales. Podemos inferir cómo los animales perciben el movimiento rápido a partir de los fotorreceptores. Mientras que nosotros podemos ver 60 destellos de luz por segundo, estos insectos pueden ver hasta 250”, escribió Palavalli-Nettimi.
En otras palabras, dice Palavalli-Nettimi, si lleváramos a una mosca a ver una película que está compuesta de 24 fotogramas por segundo, el insecto observaría una serie de imágenes estáticas como una presentación de diapositivas. Por lo tanto, para aplastar una mosca es necesario golpearlas más rápido de lo que ellas puedan detectar el movimiento, algo muy difícil de hacer.
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“Después de detectar visualmente una amenaza inminente, las moscas de la fruta, por ejemplo, ajustan su postura en un quinto de segundo antes del despegue. Las moscas depredadoras, como las moscas asesinas, coordinan sus patas, alas y halterios, restos de alas en forma de mancuernas que se utilizan para detectar rotaciones en el aire, para atrapar rápidamente a sus presas en pleno vuelo”, dice el investigador.
En lugar de intentar aplastarlas, la forma más fácil de acabar con ellas es a través de trampas o limpiar bien los lugares donde suelen aparecer. Sin embargo, liquidarlas también puede ser riesgoso para la salud de los ecosistemas, pues las moscas son importantes polarizadoras y devoran cadáveres en descomposición y residuos.
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