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Un estudio desarrollado desde 2017 en la Zona de Exclusión de Chernóbil (Ucrania) por el investigador de la Universidad de Oviedo, Germán Orizaola, revela que las ranas de esa zona presentan una pigmentación más oscura que las de áreas cercanas. La coloración oscura, asociada a una mayor concentración de melanina, podría reducir el daño causado por la radiación en los organismos vivos, al disipar parte de esa radiación o disminuir la acción de radicales libres.
Este estudio constituye una de las primeras sugerencias de la existencia de respuestas adaptativas frente a la radiación en vertebrados. El trabajo, confirmado por Pablo Burraco, actualmente investigador en la Estación Biológica de Doñana, acaba de ser publicado en la revista Evolutionary Applications, de máximo impacto en su área de conocimiento.
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Orizaola, investigador del departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo, recuerda que el accidente en el reactor número cuatro de la central nuclear de Chernóbil (Ucrania) el 26 de abril de 1986 generó la mayor liberación de sustancias radiactivas al medio ambiente de la historia.
“El impacto inicial del accidente sobre la naturaleza de la zona y sobre la población humana fue severo”, comenta. No obstante, han pasado ya más de tres décadas desde el accidente y la zona se ha convertido en una reserva natural refugio de especies como el lobo, el lince o el oso pardo. “Determinar el impacto a largo plazo sobre los ecosistemas naturales de un accidente como el de Chernóbil se ha convertido en una prioridad científica y de gestión”, añade.
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Uno de los aspectos que actualmente despierta más interés entre la comunidad científica es la posibilidad de que en Chernóbil se estén generando procesos de adaptación a la radiación. El presente estudio examinó entre 2017-2019 la coloración de 189 machos reproductores de la rana de San Antonio oriental (Hyla orientalis), tanto dentro como fuera de la Zona de Exclusión de Chernóbil (Ucrania). Esta especie, distribuida por el Este de Europa y alrededor del Mar Negro, tiene una coloración típica verde brillante.
El trabajo se desarrolló en doce localidades distribuidas a lo largo de un amplio gradiente de contaminación radiactiva, desde localidades con niveles más de cien veces superiores a lo habitual, hasta cuatro localidades fuera de la Zona de Exclusión y con niveles basales de radiación. Además de la coloración del dorso, se midió la dosis de radiación absorbida por cada rana, así como sus niveles de estrés oxidativo, que pueden asociarse tanto a la exposición a radiación como a la producción de melanina.
Más oscuras cuanto más cerca altas zonas de radiación
Los resultados mostraron que la coloración de los individuos examinados es significativamente más oscura dentro de la Zona de Exclusión de Chernóbil que en las localidades de fuera hasta llegar a encontrarse individuos completamente negros. En concreto, se detectó una relación directa entre el color del dorso y la distancia a zonas de alta radiación en el momento del accidente. Los individuos más oscuros se encontraron en las zonas que experimentaron los niveles más altos de radiación en 1986, o cerca de ellas.
Prácticamente todas las ranas capturadas fuera de la Zona de Exclusión mostraron el color verde brillante característico de la especie. Por el contrario, no se encontró una relación entre la coloración de las ranas y la dosis de radiación absorbida en la actualidad por esos individuos. Tampoco se detectó un aumento de los niveles de estrés oxidativo ni en las ranas más oscuras, ni en las que tenían unos mayores niveles de radiación absorbida.
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Estos resultados sugieren que las diferencias en coloración no se deben a la exposición actual a radiación, y apuntan al efecto de la exposición histórica de estas poblaciones. Este estudio sugiere que la coloración oscura de las ranas de Chernóbil podría ser consecuencia de un proceso de selección natural generado por la exposición inicial a niveles muy altos de radiación.
Los individuos con una coloración más oscura, es decir con mayores niveles de melanina, habrían sufrido un menor impacto de la radiación liberada por el accidente. Esta mayor protección habría hecho que su frecuencia dentro de la población se viera aumentada, hasta los niveles detectados en la actualidad.
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“El presente estudio constituye un paso adelante en los trabajos de investigación sobre la ecología de la Zona de Exclusión de Chernóbil. Además, abre nuevas líneas de investigación para examinar el papel que la melanina puede jugar en la protección frente a radiaciones, con potenciales aplicaciones que van desde la gestión de residuos nucleares a la exploración espacial”, concluye Orizaola.
El trabajo, realizado por el investigador Germán Orizaola de la Universidad de Oviedo, abre nuevas líneas sobre el papel protector de la melanina frente a radiaciones, con potenciales aplicaciones que van desde la gestión de residuos nucleares a la exploración espacial.
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