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Es una ilusión, el agujero negro del centro de esta imagen en realidad no se está moviendo, pero su pupila así lo cree. ¿Por qué? Esta es la pregunta que se propuso responder un grupo de científicos liderados por Bruno Laeng, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Oslo. Sus hallazgos fueron publicados en la revista Frontiers in Human Neuroscience.
“El ‘agujero en expansión’ es una ilusión altamente dinámica: la mancha circular o gradiente de sombra del agujero negro central evoca una marcada impresión de flujo óptico, como si el observador se dirigiera hacia un agujero o un túnel”, explicó Laeng, citado por agencias.
La mentira en la que cae el ojo es simple: cree que se dirige hacia un túnel y como en un túnel la luz es poca, se prepara para ello dejando entrar más luz a la pupila. Como el agujero negro del centro está rodeado de espacios blancos, eso es lo que crea la ilusión del movimiento. Se experimenta una disminución en el brillo percibido o una creciente sensación de oscuridad, como si entraran en un espacio vacío de luz.
Se trata de una de esas adaptaciones biológicas: esto sucede en la oscuridad, pero cuando es todo lo contrario y el riesgo es el deslumbramiento, la pupila se cierra y deja entrar menos luz.
“En general, al contraer su diámetro, la pupila puede moderar la cantidad de energía que ingresa al ojo, no solo para optimizar la visión sino también para proteger la retina de una exposición excesiva a la luz. La energía radiante de las radiaciones electromagnéticas de fuentes de luz tanto naturales como artificiales puede provocar lesiones, si son fuertes o prolongadas, en la retina u otras estructuras oculares a través de mecanismos fototérmicos, fotoquímicos y fotomecánicos”, explican los autores en el estudio.
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“La razón para esperar una dilatación pupilar es que el agujero negro evocará una sensación de pérdida gradual de luz, como entrar en un espacio oscuro”, escriben los autores del estudio. De hecho, dicen, las ilusiones como esta “tienen una semejanza geométrica con los gradientes formados por el resplandor de la luz solar intensa cuando están parcialmente ocluidos por hojas de plantas o formaciones de nubes”.
En el estudio participaron 50 personas de entre 18 y 41 años. A todos les mostraron los patrones en una en pantalla completa en un monitor LCD Dell con una resolución de pantalla de 1680 × 1050 píxeles. Los participantes se sentaron a 68 cm de la pantalla.
Los investigadores mostraron patrones con 8 colores para la región central, es decir, el agujero no solo fue negro, fue azul, verde, magenta, etc. Los participantes debían mirar la imagen, evitar cerrar los ojos durante cada presentación de estímulo y luego describir qué veían.
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La ilusión más efectiva fue la que tenía como fondo el color el negro. Fue percibida por un 86% de los participantes. El 14% restante no percibió ninguna expansión ilusoria cuando el agujero era negro, mientras que un 20% no lo hizo si el agujero era de color.
“Nuestros resultados muestran que el reflejo de dilatación o contracción de las pupilas no es un mecanismo de circuito cerrado, como una fotocélula que abre una puerta, impermeable a cualquier otra información que no sea la cantidad real de luz que estimula el fotorreceptor. Más bien, el ojo se ajusta a lo percibido e incluso luz imaginada, no simplemente a la energía física”, concluyó Laeng, citado por agencias.