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Si bien es cierto que todos los animales se comunican de alguna manera, el lenguaje hablado complejo es una de las características más humanas. Somos capaces de modular y crear oscilaciones con nuestras cuerdas vocales de forma mucho más estable que otros primates. Esto se debe a que la evolución hizo que perdiéramos las membranas en estas cuerdas y los sacos aéreos, que son comunes a todos los primates no humanos, según un estudio que publica la revista Science. (Lea: ¿Qué tienen en común los humanos y las arañas? Al parecer, ambos sueñan)
“En las especies no humanas, las vocalizaciones con los llamados ‘fenómenos vocales no lineales’ (PNL, por sus siglas en inglés) suenan duras, y se ha planteado la hipótesis de que reducen el tono de voz percibido, exagerando el tamaño del cuerpo del que lo emite ante el oyente. Estos PNL tienen un papel destacado en las interacciones competitivas”, dice a SINC Harold Gouzoules, autor de un artículo de perspectiva sobre este estudio y científico de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Emory (EE UU).
La vocalización humana se basa en los mismos principios acústicos y fisiológicos que la de otros vertebrados terrestres —el aire de los pulmones impulsa la oscilación de las cuerdas vocales en la laringe—, pero la forma de hablar de las personas tiene varias características distintivas. Las oscilaciones de nuestras cuerdas vocales son mucho más estables y carecen de las oscilaciones irregulares y de las transiciones de frecuencia bruscas que suelen darse en la mayoría de los demás mamíferos.
“Aunque los repertorios vocales de muchas especies de primates no humanos incluyen algunas llamadas claras y estructuradas armónicamente, sus vocalizaciones se bifurcan con frecuencia en subarmónicos a intensidades más altas”, señala Gouzoules.
Estos atributos, combinados con un mayor control neuronal, permiten a los humanos crear la amplia gama de sonidos que permiten el habla y el lenguaje hablado. Sin embargo, identificar las adaptaciones evolutivas que dieron lugar al habla humana ha sido un reto.
“Desgraciadamente, no podemos decir cuándo se perdió esta característica, ya que nunca se fosiliza, ni deja rastros en los huesos fosilizados. Esperamos que en el futuro se realicen análisis genéticos”, explica a SINC Takeshi Nishimura, biólogo de la Universidad de Kioto (Japón) y autor principal del estudio.
Respecto a por qué otros primates no han perdido esta membrana en las cuerdas vocales, Gouzoules apunta: “Quizá se deba a que la presión selectiva para hacerlo solo se produciría ante otros requisitos previos para el lenguaje (por ejemplo, un control neuronal cortical de las vocalizaciones), de los que las especies no humanas carecen en su mayor parte”.
Comparar laringes de primates
El equipo de Nishimura utilizó imágenes de resonancia magnética y tomografía computarizada (que emplea un dispositivo especial de rayos X y crea imágenes) para examinar las laringes de 29 géneros y 44 especies de primates. Descubrieron que todos los taxones no humanos poseían una membrana vocal que está totalmente ausente en nosotros. (Puede leer: La manera de clavarse en la piscina sin hacer el oso ni lesionarse, según la ciencia)
Después de observar la actividad de esta membrana durante las vocalizaciones de los primates, desarrollaron modelos anatómicos y fónicos para comparar los efectos acústicos de su vibración. “Nuestros análisis de simulación por ordenador confirmaron que la membrana vocal contribuye a que la fonación (las vibraciones de las membranas vocales y las cuerdas vocales) sea ‘económica’. Esto significa que empiezan a vibrar por una menor presión del flujo de aire del pulmón, en comparación con los humanos que carecen de la membrana vocal”, afirma el biólogo japonés.
Por tanto, la pérdida evolutiva de esta membrana dio lugar a una laringe más sencilla y a una fuente vocal estable que permite a los humanos la capacidad de producir los sonidos diversos y ricos en armónicos que caracterizan el habla.
“Los primates no humanos están obligados a hacer una llamada fuerte como comportamiento social en lugar de un pequeño parloteo como en los humanos”, concluye Nishimura.
Evolucionar no implica ser más complejos
Los libros de texto de biología evolutiva hacen hincapié en que la selección natural no produce inevitablemente una mayor complejidad. Por ejemplo, los peces cavernícolas mexicanos ya no tienen ojos, y existen pruebas genéticas, de desarrollo y fisiológicas de la regresión adaptativa de los ojos en esta especie y en otros animales cavernícolas.
“En esencia, los cavernícolas representan un escenario evolutivo de ‘úsalo o piérdelo’. Lo interesante de la pérdida de ojos en los peces cavernícolas es que sus ojos ya no tenían la función adaptativa que tenían antes”, apunta Gouzoules. (Podría leer: Científicos chinos secuenciaron el genoma de un humano de hace 14.000 años)
Con la pérdida de las membranas de las cuerdas vocales en los humanos, es de suponer que todavía había algún beneficio comunicativo en tener ese tejido, pero se volvió más adaptativo reducirlo, y eventualmente eliminarlo. La prueba es que esto contribuyó a la evolución del lenguaje, “que claramente tiene un enorme valor”, recalca el investigador.
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