¿Por qué somos violentos? Lo que dicen los datos de 27.000 excombatientes
¿Somos violentos por naturaleza? ¿Cuáles factores sociales empujan a alguien a cometer actos violentos? Neurocientíficos colombianos y argentinos revisaron datos de más del 90 % de todas las personas que se desmovilizaron en el conflicto colombiano de 2003 a 2012.
“Yo me acuerdo que yo recé por ahí 500 Padre Nuestros y mil Rosarios porque si salían los paramilitares de pronto me mataban, si salía la guerrilla también, y si salía el Ejército también. Entonces me vine, llegué a mi casa, no tenía nada que comer porque la guerrilla no dejaba, los paras no dejaban entrar comida”.
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“Yo me acuerdo que yo recé por ahí 500 Padre Nuestros y mil Rosarios porque si salían los paramilitares de pronto me mataban, si salía la guerrilla también, y si salía el Ejército también. Entonces me vine, llegué a mi casa, no tenía nada que comer porque la guerrilla no dejaba, los paras no dejaban entrar comida”.
Hemos tratado de entender la violencia a través de relatos. Como el del joven que en un taller en el municipio de San Carlos contó la pesadilla que atravesó. O en las historias que nos contó Alfredo Molano tras caminar trochas y trochas escuchando a la gente con fusiles al hombro. Hemos tratado de entenderla a través de imágenes. Como las del fotógrafo Jesús Abad Colorado que nos mostró el rastro de la violencia en pueblos y veredas. O buscando en las páginas de filósofos desde la antigüedad hasta hoy alguna pista. Ha existido también una contabilidad de la violencia. Un intento por cuantificar cada episodio violento, por sistematizarla bajo la ilusión de ver emerger un patrón.
Todos los intentos van en busca de lo mismo: respuestas sobre las raíces de esa violencia que, en nuestro caso, lleva rondando por estas tierras más de medio siglo y ha dejado más de siete millones de personas desplazadas y cerca de 400.000 muertes.
En un esfuerzo por contribuir a esa reflexión, pero desde una esfera de investigación diferente, desde las neurociencias, un grupo de 14 científicos colombianos y argentinos encabezados por Hernando Santamaría-García del departamento de Psiquiatría de la Pontificia Universidad Javeriana y Diego Aponte de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, se lanzaron a buscar las causas de nuestra violencia en una enorme base de datos que guarda las respuestas a 162 preguntas aplicadas a 26.349 exmiembros de grupos armados ilegales colombianos. Ese grupo representa más del 90% de todas las personas que se desmovilizaron en el conflicto colombiano de 2003 a 2012. Sus resultados acaban de ser publicados en la revista Patterns.
“Es el primer trabajo de este tipo con una muestra tan grande”, cuenta Santamaría quien a lo largo de su carrera como investigador se ha interesado por entender cómo nuestro cerebro procesa emociones y cómo emergen comportamientos como el altruismo, la empatía y la cooperación.
La acumulación de estudios en torno a la violencia en el mundo ha llegado a establecer cerca de 200 variables que podrían estar relacionadas. Esa lista comienza con factores biológicos como un mayor nivel de testosterona o la influencia de neurotransmisores como la dopamina, hasta una larga secuencia de razones socio-culturales y de salud mental individual (como la capacidad de afrontar el estrés).
¿Cuáles factores tienen más peso? ¿Había algo en la historia personal y respuestas de esos miles de combatientes colombianos para aclarar un poco más las raíces de la violencia? Santamaría buscó el apoyo de científicos expertos en aprendizaje automático o “machine learning”. Decidieron “entrenar” un programa para que rastreara y analizara esa masiva fuente de datos en busca de patrones, de factores que tuvieran más relevancia que otros.
“El estudio de los determinantes de la violencia se ha realizado principalmente a través de métodos epidemiológicos y se ha centrado en un conjunto de determinantes, ya sea la salud mental individual o sociocontextual, con pocos estudios que analicen ambos factores simultáneamente”, explicaron en su trabajo.
“Aplicamos un procedimiento computacional que permite hacer un ranking: sacás uno y vas combinando todo, luego sacás otro y volvés a combinar... Eso permite saber qué predictores son los más robustos. Y a su vez permite identificar cuáles son los que se encuentran al tope de la lista. Volvimos a correr el deep learning con ese subconjunto y logramos un 97% de precisión en los sujetos que tenían todos los niveles de violencia”, explicó el neurocientífico argentino Agustín Ibañez a la periodista Nora Bar hace pocos días.
Un primer hallazgo de la investigación fue que de todos los “posibles predictores de violencia”, 20 de ellos se destacaron como los más fuertes. Y de esos 20, 12 correspondían a factores socioculturales que otros investigadores sociales han detectado en trabajos previos.
Entre los factores socioculturales más relevantes surgieron las experiencias tempranas de amenaza y violencia (como estigmatización, la discriminación, la exclusión social), la identificación de la pertenencia a un grupo con ciertos valores sagrados y causas colectivas como la normalización de la violencia.
Con respecto a los factores individuales de salud mental, los resultados son paralelos a la evidencia previa que muestra que los tipos de personalidad (paranoide, antisocial, límite, narcisista y dependiente) y los trastornos psiquiátricos (episodios maníacos, psicosis, ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático) están asociados con la violencia en situaciones de guerra civil.
“Investigaciones anteriores han demostrado que los rasgos de personalidad que incluyen la desconfianza, la falta de empatía, el desprecio por el cumplimiento de las normas, los comportamientos de riesgo, la inestabilidad emocional, la desregulación emocional, el aislamiento social, las ansiedades de apego, los síntomas de externalización y las deficiencias socioemocionales ejecutivas también influyen en los comportamientos violentos”, apuntaron los autores.
“Fuimos cautos como nunca”, comentó Ibañez, “lo importante es que ningún predictor per se tiene un valor predictivo alto. Se requiere una combinación. No existe un solo factor causal de violencia. Hay que considerar muchos que están conectados de forma no lineal, no siempre de la misma forma”.
Hernando Santamaría García insiste en que es importante que la lectura de estos resultados no genere reestigmatización de las personas que han sufrido adversidades o trastornos mentales. Por el contrario, estos resultados podrían ayudar a generar reflexiones sobre el rol de los estados para hacer frente a estas adversidades. El investigador subraya que sus resultados respaldan la multideterminación de la violencia y concluye afirmando que estos resultados pueden abrir la puerta a futuros escenarios de reintegración basados en evidencia para promover la construcción de paz.