Portada de revista “Nature”, a cargo de un astrofísico colombiano

La más reciente portada de la revista científica Nature está a cargo del astrofísico colombiano Juan Diego Soler, quien fue invitado por el grupo de investigación liderado por Tao-Chung Ching, investigador de los Observatorios Astronómicos Nacionales de China (NAOC), para ilustrar una de las más recientes observaciones del radiotelescopio esférico de apertura de 500 metros (FAST), ubicado en el suroeste de China. (Le sugerimos: Una expedición a los acantilados de Hutton, en la Antártida)

La más reciente portada de la revista científica Nature está a cargo del astrofísico colombiano Juan Diego Soler, quien fue invitado por el grupo de investigación liderado por Tao-Chung Ching, investigador de los Observatorios Astronómicos Nacionales de China (NAOC), para ilustrar una de las más recientes observaciones del radiotelescopio esférico de apertura de 500 metros (FAST), ubicado en el suroeste de China. (Le sugerimos: Una expedición a los acantilados de Hutton, en la Antártida)

Soler describe la imagen como una ágata, esa piedra semipreciosa que parece tener surcos y es de color dorado o marrón. “En la portada vemos un segmento de la nube de gas de Tauro, a 450 años luz de la Tierra”, dice el astrofísico refiriéndose a una región de la Vía Láctea que alberga una guardería estelar con cientos de estrellas recién formadas. “Los surcos son la dirección del campo magnético, que permea el espacio entre las estrellas”, agrega Soler.

Así como la Tierra posee un campo magnético, también existen campos magnéticos en el espacio, aunque son un millón de veces más débiles. “A pesar de ser tan débiles están acoplados con la materia. Las partículas cargadas experimentan las fuerzas producidas por esos campos y les transmiten su influencia a la materia neutra a través de colisiones”, señaló el experto, quien ahora trabaja en el Istituto Nazionale di Astrofisica (INAF), en Roma.

Esas líneas o surcos que indican la dirección del campo magnético son el resultado de las observaciones del telescopio espacial Planck, de la Agencia Espacial Europea. Planck observó todo el firmamento en frecuencias de microondas y de infrarrojo entre 2009 y 2013 desde el mismo punto hacia donde ahora se dirige el telescopio espacial James Webb. Aunque su objetivo era estudiar la radiación fósil del big bang, el telescopio Planck produjo la primera observación del campo magnético en las regiones de formación de estrellas cercanas al Sistema Solar. (Le puede interesar: El robot desarrollado por colombianos que fue portada en la revista “Science Robotics”)

La otra parte de la imagen son unas manchas verdes, muy similares a las nubes que aparecen en el cielo en un día soleado. “Corresponden al gas, que es la materia prima con la que se forman las estrellas. En este caso en particular es monóxido de carbono que se observa en ondas de radio”, comentó Soler. La imagen ofrece un panorama de la región de la galaxia en el cual se enfocó el estudio del grupo liderado por Tao-Chung Ching, que además incluye a Carl Heiles, astrónomo de la Universidad de Berkeley, y a Di Li, científico en jefe de FAST.

En el estudio de Ching, FAST observó el campo magnético a través de una anomalía en la luz emitida por el gas de hidrógeno en la región de formación de estrellas, un efecto que los físicos conocen como Zeeman. Las mediciones indican que la magnitud del campo magnético es tan alta que puede controlar la dinámica del gas y regular la formación de estrellas. “Es como si jugáramos con plastilina (que es el gas) e intentáramos espicharla para formar una bolita y no lo puedes hacer porque hay una fuerza que impide que compacte. La fuerza que compacta el gas es la gravedad y lo que evita que se comprima es el campo magnético”, explicó Soler. (Lea también: Hallan en Colombia nuevas pistas de las tortugas más grandes que hubo en la Tierra)

Además de construir la imagen que acompaña las observaciones del telescopio FAST, Soler es coautor de un estudio resaltado por la misma revista: una nueva investigación sobre el filamento Magdalena, la enorme estructura bautizada por el astrofísico colombiano en honor del río más largo de Colombia.

Magdalena, un río en el cielo

Magdalena, o Maggie como decidieron llamarla los investigadores, es una enorme nube de gas de hidrógeno ubicada en el otro lado de la Vía Láctea. En este reciente estudio, liderado por Jonas Syed, estudiante de doctorado de Astronomía del Instituto Max Planck, en Alemania, se determinó la distancia y el tamaño de este filamento: Maggie tiene la suficiente masa para formar cien mil estrellas como el Sol. Sin embargo, el origen de esta enorme estructura es aún desconocido.

“Todavía no sabemos exactamente cómo llegó este carril de hidrógeno hasta allí”, confesó Syed. El filamento se extiende horizontalmente a unos 1.600 años luz por debajo del plano de la Vía Láctea, un hecho que confunde a los astrofísicos que esperarían que una nube de esas características no se desprendiera tan fácil del disco en el que se encuentran ubicadas la mayor parte de las estrellas en nuestra galaxia.

Maggie hace parte de una familia de nuevas estructuras identificadas por los astrónomos en distintos lugares de la galaxia. En enero de 2020, un grupo de expertos liderados por João Alves, de la Universidad de Viena, reportaron el descubrimiento de la onda de Radcliffe, una estructura gaseosa coherente cercana al Sistema Solar que presuntamente conecta las regiones de formación de estrellas y se extiende por casi 8.000 años luz de distancia.

Y en junio de 2021 otro grupo de astrónomos chinos reportó el hallazgo de Cattail, una enorme estructura de gas en el borde de la Vía Láctea. Apenas hace unos meses, astrónomos del Instituto Max Planck de Radioastronomía reportaron el hallazgo de otra enorme estructura alargada, a la que bautizaron Gangotri, el nombre del glaciar que da origen al río Ganges, probablemente inspirados por el bautizo de Magdalena.

“Estamos en una era del estudio de la Vía Láctea en donde las herramientas computacionales nos permiten manejar enormes cantidades de datos y descubrir objetos como el filamento Magdalena”, señala Soler. “Es natural que todos queramos buscar el más grande y bautizarlo, pero lo más importante es lo que revelan sobre la historia de nuestra galaxia”, añadió.

Para Soler, cada una de estas estructuras es un fósil del pasado que permitió la existencia de concentraciones de gas de donde salieron estrellas, como el Sol, sistemas solares como el nuestro y planetas como la Tierra. “Preguntarse de dónde venimos es reconstruir esa historia de la materia que forma a nuestro planeta y lo que nos rodea en él. Nadie nos dijo que era una historia sencilla, pero por eso es emocionante estudiarla”, confesó el astrofísico colombiano radicado en Italia.