¿Qué determina la forma de nuestra nariz? Encuentran pistas en genes neandertales
Un grupo de científicos, del que hace parte un colombiano, descubrió que los latinoamericanos tenemos material genético de los neandertales. Habríamos heredado de ellos la forma de la nariz, ¿por qué?
María Camila Bonilla
¿Qué revelan nuestros rasgos faciales sobre nuestros genes? Probablemente, una respuesta inicial, y un tanto obvia, es que estos nos vinculan a nuestra familia más inmediata. Después de todo, es común que hablemos de que una persona tiene los ojos de su mamá o la forma de la cara de su papá.
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¿Qué revelan nuestros rasgos faciales sobre nuestros genes? Probablemente, una respuesta inicial, y un tanto obvia, es que estos nos vinculan a nuestra familia más inmediata. Después de todo, es común que hablemos de que una persona tiene los ojos de su mamá o la forma de la cara de su papá.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Communications Biology, en el que participó Andrés Ruiz Linares, médico colombiano y Ph. D. en Genética de la Universidad de Cambridge, encontró que, al parecer, un gen específico que resulta en narices más altas viene de los neandertales. El estudio fue llevado a cabo por científicos del Consorcio para el Análisis de la Diversidad y Evolución de América Latina (Candela por sus siglas en inglés). Este grupo se ha dedicado a estudiar la historia poblacional de América Latina a través de técnicas genómicas y a identificar los genes que influyen en la variabilidad de la apariencia física, apunta Ruiz.
“Desde que se secuenciaron por primera vez los genes de los neandertales, se vienen estudiando. Se ha detectado que hay una contribución genética de ellos en los humanos modernos”, explica Ruiz, quien también es profesor de Genética Humana en el departamento de Genética, Evolución y Medio Ambiente de la University College London (UCL). “Parece que más o menos el 2 % del genoma de los humanos modernos viene de los humanos arcaicos”, agrega. (También puede leer: La colombiana Silvia Restrepo es la primera presidenta del Instituto Boyce Thompson)
Esto significa que, una vez que los Homo sapiens (los humanos anatómicamente modernos) salieron de África y se encontraron con los neandertales en el norte de Eurasia, algunos se aparearon y se presentó un “proceso de mestizaje”. Y, aunque este proceso afecta la totalidad del genoma humano moderno, “hay ciertas regiones donde la contribución de los neandertales es más alta”, indica Ruiz. Ese proceso, añade, se conoce como la “introgresión” de los genes de los neandertales.
En la nueva investigación, los científicos determinaron que una región del genoma llamada ATF3 no solo tiene orígenes neandertales, sino que también está asociada con la altura de la nariz. Descubrieron que los participantes del estudio con ascendencia nativo-americana “tenían material genético en este gen heredado de los neandertales, lo que contribuía a una mayor altura nasal”, según indicaron los investigadores en un comunicado. Además de esto, identificaron 33 regiones del genoma que corresponden a rasgos faciales.
Dentro del estudio se recopilaron datos de más de 6.000 voluntarios de países como Brasil, Colombia, Chile, México y Perú, quienes tienen ascendencia mixta europea, nativo-americana y africana. La investigación se trató de un estudio de asociación de genoma completo, que consiste, en palabras sencillas, en comparar características físicas de una persona, como la altura de la nariz, con la información genética de ese individuo.
En el caso de esta investigación, el equipo utilizó fotografías de los rostros de los participantes para averiguar más sobre la correlación de varios rasgos faciales y la presencia de distintos marcadores genéticos.
“Lo que han hecho clásicamente los antropólogos físicos durante décadas ha sido tomar medidas directamente sobre las personas. Nosotros no teníamos esa información para nuestro proyecto, con miles de participantes”, cuenta Ruiz. Lo que hicieron, entonces, fue sacar cinco fotos de cada individuo, desde distintos ángulos, con cámaras “comunes y corrientes”, dice el investigador colombiano. (Le puede interesar: Por primera vez logran “sacarle” una radiografía a un solo átomo)
Después, utilizaron un programa de reconocimiento facial que detecta patrones por medio de inteligencia artificial. El objetivo fue determinar las distancias entre ciertos puntos de la cara de las personas, por ejemplo, para obtener la medición entre la parte de arriba y debajo de la nariz, es decir, su altura.
El investigador colombiano señala que una de las formas para obtener esas medidas es a partir de un escaneo que realiza una reconstrucción en 3D de las superficies. Pero ese proceso se realiza con un aparato costoso, que no estuvo disponible para el equipo mientras realizaban el estudio. El hecho de emplear una metodología automatizada y basada en fotos comunes, indica, va a permitir hacer estudios más amplios.
Al obtener esos datos, los investigadores compararon si estos se relacionaron con marcadores genéticos en específico. Así descubrieron que los participantes con ascendencia nativo-americana tenían material genético heredado de los neandertales en la región del genoma ATF3. Este contribuye, al parecer, con una mayor altura de la nariz.
¿Por qué se heredó ese gen en particular? La respuesta podría estar relacionada con la selección natural. “El neandertal básicamente tenía una nariz de mayor altura que los humanos modernos y es posible que eso haya tenido que ver con la adaptación”, afirma Ruiz. Una de las posibles explicaciones que ha dado la ciencia es que la forma de la nariz tiene que ver con la adaptación a distintos tipos de clima.
Las narices más largas y estrechas, como las de los neandertales, eran buenas para calentar y humedecer el aire frío que respiraban en el norte de Eurasia. “El gen que hemos identificado aquí podría haber sido heredado de los neandertales para ayudar a los humanos a adaptarse a climas más fríos cuando nuestros antepasados salieron de África”, sugirió otro de los autores del estudio: el genetista Qing Li, de la Universidad de Fudan. (Puede leer: De empresaria a conservacionista: el mensaje de Kristine Tompkins para las compañías)
Además de este aporte, Ruiz resalta que otro aspecto importante del estudio fue que utilizó datos de participantes de América Latina, a diferencia de otros que se han enfocado en individuos de Europa, Estados Unidos o Australia. “Y, aunque en Latinoamérica obviamente hay un componente europeo, esta investigación aporta a dejar de solo caracterizar europeos, a estudiar la diversidad mundial y entenderla”, indicó.
Ruiz agrega que, desde que se secuenció por primera vez el genoma neandertal, han mejorado la cantidad y calidad de datos, “lo que está permitiendo una inmensa cantidad de cosas, desde analizar la historia y evolución de estas poblaciones hasta explicaciones sobre nosotros mismos”.