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                                                                                                                                ¿Qué pasa en el cerebro cuando fallamos en situaciones de alta presión?

                                                                                                                                Un grupo de investigadores realizó un experimento que explica qué pasa en nuestros cerebros cuándo fallamos bajo presión. ¿Por qué solemos errar? ¿Hay alguna manera de evitar ese comportamiento?

                                                                                                                                Fernan Fortich

                                                                                                                                Periodista de la sección Ambiente y Ciencia
                                                                                                                                ...
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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Esta pregunta, que se han hecho miles de hinchas, también se la hacen los científicos, pues es un misterio por qué tenemos una mayor probabilidad de fallar en situaciones de alta presión. Se trata de un fenómeno tan común que en los estudios psicológicos deportivos es conocido como ‘asfixia’ o ‘choking’ (por su terminología en inglés), y se refiere a lo que ocurre cuando nuestros cerebros parecen olvidar sus habilidades cuando hay mucho en juego.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Para descubrir esta respuesta, Chase y un equipo de investigadores realizaron un estudio, publicado en la revista Neuron (del grupo Cell), que desvela lo que pasa en nuestros cerebros cuando fallamos bajo presión.

                                                                                                                                Los autores querían estudiar cómo la recompensa, uno de esos factores cognitivos, afecta nuestros movimientos. También querían saber si se trata de un asunto que solo le sucede a los humanos, por el hecho de ‘sobrepensar’ las cosas.

                                                                                                                                “En este contexto surgió la pregunta: ¿será que los monos van a ‘asfixiarse’ bajo presión? No estábamos todos de acuerdo, unos pensábamos que era un asunto de los humanos y sus cerebros grandes obstaculizando el camino hacia el éxito, mientras que otros decían que era un elemento intrínseco en la forma en que nuestros circuitos procesan las recompensas, por lo que también lo harían”, indica Chase.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Si tenían éxito, la recompensa para los monos era un jugo azucarado. El tamaño de la recompensa era indicado de acuerdo con el color y el tamaño del objetivo, por lo que los participantes sabían qué había en juego. Mientras esto ocurría, los investigadores analizaban su actividad neuronal.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Para comprender los resultados, uno de los puntos claves que apuntan los científicos es que cuando el cerebro necesita hacer un movimiento rápido, este planea con antelación cómo hacerlo. Se trata de un fenómeno evolutivo que permite a los mamíferos actuar de mejor manera ante eventos que necesitan una rápida reacción.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Después de cierto límite, las personas empiezan a sobrecontrolar sus movimientos, se vuelven muy precavidas e, incluso, en ocasiones, se congelan porque están muy preocupadas en fallar”, precisa Chase. “Cuando hay baja presión, es decir, el otro lado del espectro, también baja el desempeño, pues no hay un incentivo para controlar esos movimientos”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Es algo en lo que nos interesamos. Podemos mirar una señal del cerebro y analizar si está o no en un estado motivacional que es bueno o malo, y podemos leer eso a partir de actividades neuronales”, indica Chase. “Si pusiéramos un robot a hacer todo esto, es seguro que nunca fallaría, y muestra un poco qué nos hace humanos, y cómo funcionan nuestros cerebros”.

                                                                                                                                Hacia mejores dispositivos persona-máquina

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Estas investigaciones se enmarcan en un proyecto más grande del laboratorio que lidera Chase que busca mejorar los dispositivos persona-máquina que permiten leer la actividad neuronal de una persona para controlar, por ejemplo, brazos robóticos. Estas herramientas son implementadas para personas con lesiones o enfermedades por las que han perdido la habilidad de moverse.

                                                                                                                                Uno de los ejemplos más conocidos es la interface Neurolink desarrollada por una empresa de Elon Musk, en el que se implanta un chip en el cerebro de personas que es capaz de controlar cursores de pantallas con cierto éxito. El reto es hacerlo más precisos y más complejos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Para ponerlo en perspectiva, las actuales interfaces son capaces de leer y procesar alrededor de 1.000 neuronas al tiempo, lo que permite tener un control del movimiento limitado. Ahora, con el conocimiento, por ejemplo, de las redes neuronales que controlan estos procesos, se espera optimizar su desempeño.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                👩‍🔬📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre ciencia? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🧪🧬

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Esta pregunta, que se han hecho miles de hinchas, también se la hacen los científicos, pues es un misterio por qué tenemos una mayor probabilidad de fallar en situaciones de alta presión. Se trata de un fenómeno tan común que en los estudios psicológicos deportivos es conocido como ‘asfixia’ o ‘choking’ (por su terminología en inglés), y se refiere a lo que ocurre cuando nuestros cerebros parecen olvidar sus habilidades cuando hay mucho en juego.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Para descubrir esta respuesta, Chase y un equipo de investigadores realizaron un estudio, publicado en la revista Neuron (del grupo Cell), que desvela lo que pasa en nuestros cerebros cuando fallamos bajo presión.

                                                                                                                                Los autores querían estudiar cómo la recompensa, uno de esos factores cognitivos, afecta nuestros movimientos. También querían saber si se trata de un asunto que solo le sucede a los humanos, por el hecho de ‘sobrepensar’ las cosas.

                                                                                                                                “En este contexto surgió la pregunta: ¿será que los monos van a ‘asfixiarse’ bajo presión? No estábamos todos de acuerdo, unos pensábamos que era un asunto de los humanos y sus cerebros grandes obstaculizando el camino hacia el éxito, mientras que otros decían que era un elemento intrínseco en la forma en que nuestros circuitos procesan las recompensas, por lo que también lo harían”, indica Chase.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Si tenían éxito, la recompensa para los monos era un jugo azucarado. El tamaño de la recompensa era indicado de acuerdo con el color y el tamaño del objetivo, por lo que los participantes sabían qué había en juego. Mientras esto ocurría, los investigadores analizaban su actividad neuronal.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Para comprender los resultados, uno de los puntos claves que apuntan los científicos es que cuando el cerebro necesita hacer un movimiento rápido, este planea con antelación cómo hacerlo. Se trata de un fenómeno evolutivo que permite a los mamíferos actuar de mejor manera ante eventos que necesitan una rápida reacción.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lo que encontraron los investigadores es que la recompensa interactúa y afecta las señales cerebrales que preparan los movimientos y redirecciona la actividad neuronal hacia una región asociada con una mejor ejecución de movimientos. De acuerdo con las lecturas de actividad neuronal, a medida que aumenta la motivación, disminuiría la habilidad y el “criterio” de estas señales para controlar la actividad del cerebro para el desempeño óptimo. De hecho, hay cierto límite del tipo de recompensa en el que se observa un colapso de este sistema, y es ahí cuando se ve que las personas fallan bajo presión y empiezan a tener menor control motor.

                                                                                                                                “Después de cierto límite, las personas empiezan a sobrecontrolar sus movimientos, se vuelven muy precavidas e, incluso, en ocasiones, se congelan porque están muy preocupadas en fallar”, precisa Chase. “Cuando hay baja presión, es decir, el otro lado del espectro, también baja el desempeño, pues no hay un incentivo para controlar esos movimientos”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                ¿Se puede hacer algo al respecto? Los investigadores apuntan a que las personas pueden evitar caer en este estado encontrando un equilibrio entre la autoconciencia y el autocontrol, tratando de relajarse cuando suben las apuestas.

                                                                                                                                “Es algo en lo que nos interesamos. Podemos mirar una señal del cerebro y analizar si está o no en un estado motivacional que es bueno o malo, y podemos leer eso a partir de actividades neuronales”, indica Chase. “Si pusiéramos un robot a hacer todo esto, es seguro que nunca fallaría, y muestra un poco qué nos hace humanos, y cómo funcionan nuestros cerebros”.

                                                                                                                                Hacia mejores dispositivos persona-máquina

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Estas investigaciones se enmarcan en un proyecto más grande del laboratorio que lidera Chase que busca mejorar los dispositivos persona-máquina que permiten leer la actividad neuronal de una persona para controlar, por ejemplo, brazos robóticos. Estas herramientas son implementadas para personas con lesiones o enfermedades por las que han perdido la habilidad de moverse.

                                                                                                                                Uno de los ejemplos más conocidos es la interface Neurolink desarrollada por una empresa de Elon Musk, en el que se implanta un chip en el cerebro de personas que es capaz de controlar cursores de pantallas con cierto éxito. El reto es hacerlo más precisos y más complejos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Como explica Chase, el control del movimiento por parte del cerebro “es uno de los problemas más difíciles que resolvemos. Se calcula que el cerebro dedica más de la mitad de su capacidad de procesamiento para controlar el movimiento y para navegar el mundo, lo cual es una locura al recordar que tenemos más de 87 mil millones de neuronas. Lo que es clave es que estos procesos también se ven afectados por otros factores cognitivos, como las emociones o las motivaciones”.

                                                                                                                                Para ponerlo en perspectiva, las actuales interfaces son capaces de leer y procesar alrededor de 1.000 neuronas al tiempo, lo que permite tener un control del movimiento limitado. Ahora, con el conocimiento, por ejemplo, de las redes neuronales que controlan estos procesos, se espera optimizar su desempeño.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lo más probable es que interfaces completamente integradas y complejas tomen aún cinco o seis décadas para desarrollarse. Es una tarea titánica, pero no dejo de ser emocionante pensar en cómo podemos integrarnos de mejora manera con la tecnología y poder ayudar a las personas a recuperar la posibilidad de movilizarse por su cuenta”, concluye Chase.

                                                                                                                                👩‍🔬📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre ciencia? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🧪🧬

                                                                                                                                Por Fernan Fortich

                                                                                                                                Periodista con enfoque en temas ambientales, posthumanistas y sociales.@fernanfortichrffortich@elespectador.com

                                                                                                                                Temas recomendados:

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