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Una investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences arroja luces sobre algunas dinámicas de las guerras de la antigua Grecia, de lo que significaron en términos culturales y genéticos y del papel que jugaron en ellas los mercenarios.
Después de analizar los restos de 54 individuos de la Sicilia del siglo VIII al V, los investigadores reseñan la dinámica demográfica de la guerra antigua al informar datos de todo el genoma de soldados del siglo V que lucharon para el ejército de la colonia griega siciliana de Himera, junto con representantes de la población civil y asentamientos indígenas cercanos.
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Himera fue una colonia fundada por los griegos alrededor del 648 a. C. Era el asentamiento griego más occidental y estaba adyacente a los asentamientos indígenas sicilianos. Los autores describen dos batallas libradas en Himera en 480 a. C. y 409 a. C. y se cree que las fosas comunes en la necrópolis occidental contienen hombres adultos que murieron en las dos batallas.
Himera ganó la batalla del 480 a. C., gracias a las fuerzas de socorro enviadas por sus aliados, pero perdió la batalla del 409 a. C., cuando luchó sin ayuda. Los investigadores señalan que los historiadores antiguos minimizan con frecuencia el papel de los mercenarios en los ejércitos griegos, y a menudo son presentados como inferiores a los heroicos griegos, que se llevan el protagonismo.
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Pero, en realidad, los hallazgos del estudio respaldan las sugerencias de que la guerra y la participación de mercenarios pueden haber jugado un papel importante en los movimientos a gran escala de personas en el mundo griego antiguo. “En una región ya altamente conectada, la guerra griega facilitó la movilidad humana a escala continental”, escriben los académicos. A menudo vista como una fuerza divisoria, la guerra fue, dicen, otro catalizador del contacto cultural.
Britney Kyle, antropóloga de la Universidad del Norte de Colorado y autora del estudio, le dijo a The New York Times que el estudio demuestra las potencialidades hacia el futuro de las técnicas usadas.
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“Demasiados estudios de ADN antiguo se enfocan solo en resultados genéticos sin explorar completamente el trasfondo biocultural para contextualizar sus hallazgos”, dijo. “Hemos hecho un esfuerzo concertado para reunir información de relatos históricos, arqueología, bioarqueología y análisis isotópicos para contextualizar los datos genéticos. Es asombroso lo que podemos aprender cuando tejemos diversas líneas de evidencia”.