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Las muñecas sexuales, que se comercializan desde los años noventa, les abrieron el camino a los robots sexuales, y hoy varias compañías comienzan a disputar un mercado que parece prometedor. Con precios que oscilan entre US$5.000 y US$15.000, empresas como Abyss Creations, Android Love Dolls, True Companion y Sex Bot Company han comenzado a seducir clientes en el mundo.
Ante el creciente interés que están despertando los robots sexuales y con el dinero fluyendo hacia la innovación en este campo, Noel Sharkey, profesor emérito de robótica e inteligencia artificial de la Universidad de Sheffield, y Aimee van Wynsberghe, profesora de ética y tecnología de la Universidad de Delft (Holanda), junto a otros expertos en el campo, acaban de publicar un informe titulado Nuestro futuro sexual con los robots, en el que repasaron la literatura científica sobre el tema y entrevistaron a periodistas, trabajadores sexuales y responsables de dos empresas especializadas en esta clase de máquinas.
Los autores del informe creen que podríamos estar ante una “revolución” en el sexo. Por un lado, en la medida en que se vaya sofisticando su arquitectura informática, así como los materiales con que son construidos, podrían terminar ayudando a personas con dificultades para tener relaciones íntimas, a una población que envejece exponencialmente e incluso en el tratamiento de agresores sexuales.
Pero al lado de las ventajas existen potenciales riesgos. Uno de los que identificaron los expertos es la creación de robots sexuales que representan niños. El informe cita a Patrick Lin, director del grupo de ética de la Universidad Estatal Politécnica de California, quien dice que “tratar a los pedófilos con niños sexuales robot es una idea dudosa y repulsiva. Imagine tratar el racismo dejando que un fanático abuse de un robot de cierto color. ¿Funcionaría? Probablemente no”.
De hecho, la empresa Trottla, fundada por el japonés Shin Takagi, ya fabrica muñecas sexuales con fisionomía de niñas. “Estoy ayudando a la gente a expresar sus deseos de forma legal y ética. No merece la pena vivir si tienes que vivir con el deseo reprimido”, dijo en alguna ocasión Takagi, citado por el informe.
Wynsberghe comentó a los medios que es necesario encontrar “un equilibrio entre la falta de regulación y la sobrerregulación que puede sofocar la tecnología. Tienes que encontrar la manera de equilibrarte para que realmente puedas aprovechar lo bueno”.
El informe concluye que aún no está claro si los robots sexuales llegarán a cambiar nuestra forma de relacionarnos o quedarán restringidos a un nicho fetichista interesado en este tipo de objetos.