Usando un casco especial, los investigadores midieron cuánta energía usaban los voluntarios para masticar.
Foto: Adam van Casteren
Hay varias diferencias entre nuestros pasados homínidos y nosotros; las más obvias tienen que ver con nuestra apariencia, como en el caso del tamaño de nuestras mandíbulas y la forma de los dientes. En el marco de la evolución humana, estos cambios notorios tienen una función y, aunque por años científicos habían sospechado que estas características tenían que ver con la necesidad de hacer la masticación más eficiente, no tenían certeza.
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