Euclid, el telescopio que ayudará a resolver unos de los misterios del universo
Sergio Silva Numa
Mientras este sábado 1° de julio muchos colombianos estarán tratando de eludir los trancones en las carreteras para llegar a su destino y aprovechar el puente de San Pedro, muchos científicos estarán observando cómo se cumple una de las promesas que han esperado por una década. En Cabo Cañaveral, Florida, en Estados Unidos, despegará un cohete Falcon 9, de Space X, la empresa del multimillonario Elon Musk. A bordo llevará un telescopio que les permitirá a los astrónomos “mirar” el universo de una manera como nunca lo habían hecho. (Lea Detectan un extraño “zumbido” que abre una ventana para estudiar el universo)
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Mientras este sábado 1° de julio muchos colombianos estarán tratando de eludir los trancones en las carreteras para llegar a su destino y aprovechar el puente de San Pedro, muchos científicos estarán observando cómo se cumple una de las promesas que han esperado por una década. En Cabo Cañaveral, Florida, en Estados Unidos, despegará un cohete Falcon 9, de Space X, la empresa del multimillonario Elon Musk. A bordo llevará un telescopio que les permitirá a los astrónomos “mirar” el universo de una manera como nunca lo habían hecho. (Lea Detectan un extraño “zumbido” que abre una ventana para estudiar el universo)
Euclid, como bautizaron al artefacto en honor al padre de la geometría -Euclides de Alejandría-, no causaría tanta expectativa si no fuese porque va a ayudar a resolver varias de las preguntas que más trasnochan a quienes estudian el espacio: ¿por qué el universo se está expandiendo? ¿Cuál es su estructura? ¿Cómo ha evolucionado en el tiempo? ¿Cuáles son sus leyes físicas fundamentales?
Para capturar las respuestas, Euclid despegará a las 10:11 a.m. (hora colombiana), si nada extraordinario ocurre, para viajar 1,5 millones de kilómetros en la dirección opuesta al Sol. Alcanzará su órbita en el llamado punto Lagrange L2, donde también está el poderoso James Webb. Después de unos dos meses para calibrarlo, desde aquel lugar hará una tarea con la que sueñan los astrofísicos: registrar casi 10 mil millones de galaxias. (Lea Científicos hallan una palmera única: florece y da frutos bajo tierra)
Con su lente de 1,2 metros de diámetro y sus dos cámaras, una de luz visible y otra infrarroja, hará una exploración que cubrirá la tercera parte del firmamento (el 36 %, para ser exactos), y así crear un mapa en 3D del universo. Para hacerse una idea de su poder, recordaba Daniel Clery, periodista de Science, podrá inspeccionar en solo un par de días la mayor parte del cielo que al telescopio espacial Hubble le ha tomado tres décadas.
Si el XX fue el siglo del Big Bang, dice Juan Diego Soler, investigador del Instituto Nacional de Astrofísica de Italia, el XXI es el de entender cómo se forman las galaxias. “Eso aún no lo sabemos. Nunca habíamos tenido un telescopio que viera un pedazo de cielo tan grande”.
Para lograr ese propósito, Euclid, proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA), con colaboración de la NASA, Canadá y Japón, echará un vistazo al pasado. Para quienes entienden el universo, observar a mayor distancia es mirar cada vez más lejos en el tiempo. Podrá ver el universo cuando solo tenía un cuarto de su edad actual, calculada en 13.800 millones de años.
Guadalupe Cañas, cosmóloga de la misión, se lo explicaba con esta analogía al diario El País: imagine que cada galaxia es una rebanada de pan de molde. Lo útil de comparar cada una de ellas es que así podrán “tener una idea de la evolución cósmica del universo”. Es como ver al pasado en distintas épocas.
“En el fondo, lo que queremos entender es cómo se forma y estructura el universo”, resume Luz Ángela García, PhD en astronomía y profesora de la Universidad Ecci.
Para comprenderlo, Euclid deberá recopilar unos datos en sus seis años de vida útil que tienen fantaseando a más de un físico, pues permitirán tener más claridad sobre la “energía oscura”. Como explica Héctor Rago, PhD en astrofísica y profesor de la Universidad Industrial de Santander (UIS), esta energía parece ser la culpable de la expansión del universo. Hoy, quienes tratan de entender ese mundo, saben que esa expansión no sucede de forma constante, sino de muy manera acelerada.
Aunque aún no saben con claridad qué causa esa expansión, sospechan que esa energía, que proviene de una fuente misteriosa, es la responsable. Uno de los modelos más populares que usan los físicos teóricos señala que esa “energía oscura” conforma el 68 % del universo. Otro 5 % es lo que sí entendemos y otro 27 % es “materia oscura”, algo que no vemos, pero que posiblemente es esencial en el andamiaje del universo. Esa materia es la que, al parecer, mantiene unidas a las galaxias. Al estudiarlas y al entender mejor su evolución, quienes están detrás de Euclid esperan tener muchas más pistas de cómo se distribuye esa materia oscura.
Pero, como dijo a Science la cosmóloga Celia Escamilla-Rivera, de la Universidad Nacional Autónoma de México, esta “sopa” de modelos necesita datos. Encontrarlos, añadía Jason Rhodes, astrofísico del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, podría abrir las puertas a una nueva física.
En el caso de la energía oscura, Euclid no es el único artefacto que saldrá a su caza. En los próximos años se inaugurarán unos poderosos telescopios que buscan resolver ese misterio. Uno es el Observatorio Vera C. Rubin, que empezará a hacer registros en Chile en 2025. El otro es el telescopio espacial Nancy Grace Roman, que será lanzado en 2026. Para Rhodes, cuando haya análisis de los datos que arrojen los tres, seguro los científicos tendrán nociones más convincentes de la “energía oscura”.