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El chisme, entendido como el intercambio de información personal sobre terceros ausentes, nos ha acompañado como humanidad durante mucho tiempo. En Mesopotamia, en la antigua Grecia, en las sociedades de cazadores-recolectores, en todo momento, los chismes han existido e incluso se registraron en obras como La Odisea y las Fábulas de Esopo. “Aunque existen diferencias individuales, casi todo el mundo chismea, jóvenes y mayores, mujeres y hombres, ricos y pobres, y de todos los tipos de personalidad”, se puede leer en un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences. Porque, aunque ha estado casi siempre con nosotros, la evolución de los chismes es un enigma.
Teorías anteriores sugerían que los chismes pueden unir a grandes grupos de personas y fomentar la cooperación, pero no estaba claro qué ganarían los chismosos individuales con estas interacciones. En primer lugar, desde la perspectiva de un chismoso, no está claro por qué los individuos evolucionan hacia el chisme. Chismear significa compartir voluntariamente los propios recursos informativos con los demás. Eso requiere tiempo y energía, y no necesariamente proporciona un beneficio directo e inmediato a los chismosos. En segundo lugar, desde la perspectiva del que escucha el chisme, el chisme no puede transformarse en beneficios materiales, a menos que lo utilicen para guiar su comportamiento.
La investigación se propuso entonces hacer un ciclo evolutivo de los chismes, utilizando un modelo de teoría de juegos evolutivo que imita la toma de decisiones humana. Combinando principios de la biología evolutiva y la teoría de juegos, pudieron observar cómo sus agentes, o sujetos de estudio virtuales, interactuaban entre sí y alteraban sus estrategias para recibir recompensas. Al final de la simulación, el 90% de los agentes se habían convertido en chismosos. (Puede ver: Los castores también tienen su “huella dactilar”)
Los autores sostienen que la evolución del chisme es consecuencia conjunta de sus funciones de difusión de reputación y disuasión del egoísmo. Es decir, chismear podría tener una gran función social.
La idea, en términos muy sencillos, es que, al conocer la reputación de los demás a través del chisme, las personas tienden a comportarse de manera más cooperativa para mejorar su propia reputación. Este comportamiento cooperativo brinda al chisme una ventaja evolutiva, lo que contribuye a su prevalencia y a la consolidación de su papel en la sociedad. Los científicos creen que el chisme tiene la capacidad de desalentar comportamientos egoístas al informar a las personas que su reputación será compartida.
Imagine que contar chismes puede hacer que la gente se comporte mejor al enterarse de que su reputación será conocida por otros. Esto ayuda a quienes cuentan chismes a tener ventajas evolutivas. Así, el chisme se mantiene y crece porque su capacidad para difundir la reputación y desalentar el egoísmo se refuerzan mutuamente, en un círculo. (Puede ver: La NASA busca personas para una misión simulada a Marte)
“Cuando las personas están interesadas en saber si alguien es una buena persona con quien interactuar, si pueden obtener información a partir de chismes, suponiendo que la información sea honesta, puede ser algo muy útil”, dijo la coautora del estudio Dana Nau, profesor del Departamento de Ciencias de la Computación y del Instituto de Investigación de Sistemas de la Universidad de Maryland, citada por un comunicado.
“Si otras personas se comportan de la mejor manera porque saben que usted chismea, entonces es más probable que cooperen con usted en las cosas”, explicó Nau. “El hecho de que usted chismee termina proporcionándole un beneficio como chismoso. Eso luego inspira a otros a chismear porque pueden ver que les proporciona una recompensa”. Aunque el chisme tiene una connotación negativa, tendría así una función útil muy importante. (Puede ver: La apasionante historia sobre el origen del punto decimal)
El modelo también arroja algunas luces sobre los llamados “oportunistas” del chisme. Imagine que hay personas que, al principio, se comportan de manera deshonesta para impulsar el chisme. Estos “oportunistas” manejan su reputación, lo que disminuye la precisión de la información y reduce la función de difusión de la reputación del chisme. Sin embargo, paradójicamente, dice el estudio, los oportunistas son clave para mantener la evolución de los chismosos. Ser chismoso desalienta el comportamiento egoísta de los oportunistas y facilita un sistema de vigilancia mutua con el tiempo
Hay otros mecanismos que también han contribuido a la evolución de los chismes. Por ejemplo, las conversaciones de chismes pueden facilitar la intimidad entre personas. Chismear puede ser simplemente entretenido y servir como “un baluarte contra la monotonía de la vida”, se puede leer en el estudio. “Un grupo con muchos chismes puede ser más cooperativo y, por lo tanto, tener más probabilidades de sobrevivir a la selección del grupo”.
*Nota del editor (10 am, del 22 de febrero del 2024): Cambiamos el título de este artículo porque podría prestarse para confusiones.