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A escala mundial se ha venido demostrando una especie de “regla” de la forma en que las mujeres entran a la ciencia. Un tipo de norma con un efecto piramidal: aunque el mayor porcentaje de personas que se gradúan con un pregrado científico son mujeres, a medida que el escalafón sube los hombres empiezan a dominar. Pocas mujeres hacen una maestría, muchas menos tienen un doctorado y casi que se pueden contar las que llegan a liderar un equipo de investigación. Esto sin tener en cuenta que las que sí llegan a obtener altos cargos se encuentran con una brecha salarial abismal.
Colombia no es la excepción. Al panorama ya desolador en el que se encuentra la ciencia en nuestro país, con poco reconocimiento y baja financiación, se suman muchos obstáculos más si se es mujer y se quiere hacer ciencia. Esta es la conclusión a la que llegó un estudio realizado por dos científicas colombianas y publicado en la revista Frontiers, en el que se exploran los desafíos que tiene la igualdad de género en la academia e investigación en Colombia, así como cuáles son las posibles claves para reducir esta brecha.
Carolina Franco Orozco y Bárbara Franco Orozco, sus autoras, tuvieron una motivación muy particular para decidir explorar este tema. A pesar de que ambas afirman que en sus carreras profesionales nunca vivieron problemas derivados de la desigualdad de género en la ciencia, sí han sido testigos de cómo les sucede a muchas mujeres colombianas y de otros países. (Lea: Científicas reciben becas solo si se postulan primero que los hombres, según investigación)
“No es un misterio que Colombia es un país donde la inequidad entre hombres y mujeres se observa incluso en el diario vivir”, comentan. “El hecho de que esto se vea incluso en la ciencia y en la investigación, donde tantas mujeres trabajan de forma ardua diariamente, nos hizo pensar en la necesidad de mostrar cifras actuales de la realidad que se vive en nuestro país. Esta realidad ya no es oculta, y para luchar por su cambio, debíamos revelar abiertamente datos y cifras que reflejaran la situación actual”, continúan Carolina, médica de la Universidad de Antioquia, y Bárbara, investigadora posdoctoral en el área de las Interacciones Moleculares Planta-Microorganismo (MPMI) en la Universidad de Udine, Italia.
Para mirar con lupa el escenario empezaron por las cifras. Unas sorprendentes. Según datos extraídos del Observatorio Laboral para la Educación del Ministerio de Educación para dos periodos de años, de 2001 a 2010 y de 2011 a 2014, las mujeres representan el 55 % de los graduados de Colombia. Pero a la hora de mirar estas cifras por disciplina los resultados son más variados y dicientes. Aunque las mujeres sobrepasan a los hombres en áreas como matemáticas y ciencias naturales, donde representan más del 55 % de los graduados, en áreas consideradas como “más masculinas” las cosas cambian. En agronomía y veterinaria solo eran el 39 % para el primer periodo, y el 44 % para el segundo; mientras que en ingeniería, arquitectura y urbanismo las mujeres representaron el 36 % de los graduados entre el 2001 y el 2011, y el 34 % del 2011 al 2014.
Pero, como lo dice la “regla piramidal”, a medida que los estudios se hacen más especializados las mujeres en Colombia empiezan a perder presencia. “En contraste con los estudios de pregrado, las mujeres estuvieron subrepresentadas en el total de maestrías (44,8 % en 2001-2010 y 47,68 % en 2011-2014) y doctorados (33,58 % en 2001-2010 y 38,28 % en 2011-2014)”, concluye la publicación.
Y, así, para las mujeres científicas el camino se va haciendo más angosto. El estudio también menciona que, según datos tomados en el 2012, solo el 33,6 % de los grupos de investigación científica en Colombia estaban liderados por una mujer. Finalmente, a la hora de analizar la brecha salarial las investigadoras tomaron los salarios recibidos por los profesionales un año después de haberse graduado. “Se puede observar que los salarios son más altos para las personas graduadas de programas de posgrado comparados con aquellos graduados de pregrado, lo que es consistente con el nivel de educación. Sin embargo, es preocupante que el salario promedio por género es más alto para hombres que para mujeres”, comentan (ver infografía). (Puede leer: “Vuelve a la cocina y prepárame un sandwich”: el machismo contra científicas en Youtube)
Pero si son más las mujeres que se gradúan de carreras científicas y de investigación, ¿por qué tan pocas llegan a los altos cargos? La respuesta, en parte, la da la segunda parte del estudio, pues más allá de las cifras, la investigación tiene un fragmento todavía más valioso. Una serie de entrevistas a 12 científicas colombianas que han logrado éxito en el escenario colombiano.
En pocas palabras, algunas de las razones que dan para explicar el porqué de la falta de mujeres en la ciencia de Colombia es que sigue existiendo una cultura masculina dominante. Las empresas prefieren no contratar a mujeres o, absurdamente, se sigue creyendo que no tienen la capacidad intelectual. Además, la falta de confianza que se les da a las niñas durante los años escolares, la falsa idea de que se debe escoger entre la familia o la profesión, y el hecho de que sean las mujeres las que, en su mayoría, siguen a cargo de las labores domésticas tienen sus repercusiones.
Por esto, tanto la investigación como las científicas consultadas establecen una serie de cosas que se pueden hacer para vencer las barreras. Cambiar la educación, donde se ha visto que los profesores están predispuestos a creer que las mujeres no son buenas estudiantes, y el estudio de las matemáticas es un primer paso. Pero tanto las empresas como el Estado pueden crear reglas más conciliadoras, como normas de contratación que promuevan la igualdad o programas de becas dirigidos únicamente a las mujeres. Una de las propuestas que da Ángela María Guzmán Hernández, doctora en Física de la Nacional y una de las 12 científicas consultadas, es “que las becas deben tener en cuenta el tiempo de maternidad, así como que las responsabilidades de la enseñanza deben reducirse para las mujeres con recién nacidos. Además, agrega que es importante “instruir a los comités de contratación y subvenciones para que ignoren las lagunas relacionadas con la familia en las hojas de vida”. (Lea también: Marie Reiche, la científica protectora de las Líneas de Nazca homenajeada por Google)