Estudio revela que los antiguos mesopotámicos sentían el amor en el hígado y la ira en los pies
Un nuevo estudio comparó las partes del cuerpo en las que se sentían las emociones en la antigua Mesopotamia hace más miles de años en relación con lo que reportan actualmente personas. En esa época, por ejemplo, el amor se asocia especialmente con el hígado, el corazón y las rodillas.
La sensación de mariposas en el estómago cuando se experimenta el amor, o un corazón encogido en momentos de tristeza, pueden parecer reacciones inherentes a la experiencia humana y la forma en que como especie asociamos las emociones con nuestro cuerpo. Pero, ¿siempre hemos sentido, o al menos expresado, estos sentimientos de la misma manera a lo largo de la historia?
Para responder esta pregunta, un grupo de investigadores estudio un grupo de texto antiguos para entender cómo las personas de la antigua Mesopotamia experimentaban las emociones en sus cuerpos hace miles de años. En particular, analizaron un millón de palabras de la antigua lengua acadia del 934 al 612 a.C. en forma de escritura cuneiforme en tablillas de arcilla.
“En la antigua Mesopotamia existía un conocimiento aproximado de la anatomía, por ejemplo, de la importancia del corazón, el hígado y los pulmones”, afirmó, en un comunicado, Saana Svärd, de la Universidad de Helsinki, asirióloga que dirige el proyecto de investigación.
Precisamente, uno de los hallazgos más fascinantes del estudio, publicado en la revista iScience, es que al parecer los mesopotámicos de la época sentían la felicidad en su hígado, y la expresaban a menudo con palabras como “brillo”, “plenitud” o “apertura”.
Para comparar qué tanto diferían estas expresiones de emociones en el cuerpo, el grupo de científicos utilizó otro estudio que mapeó el lugar de las emociones en los cuerpos modernosy que fue realizado por el científico finlandés Lauri Nummenmaa y sus colegas hace una década.
Otro de los resultados que sorprendió a los investigadores del reciente estudio era la ubicación corporal de emociones como el enojo y el amor. De acuerdo con la investigación, en los cuerpos modernos, la ira suele sentirse en la parte superior del cuerpo y en la mano. En contraste, la personas en la antigua Mesopotamia (3 000-300 a.C.) sentían “enfurecidos” o “enojados” en sus pies.
Por su parte, en el amor se encuentran algunas similitudes, aunque se reportaron indicios de que esta emoción se sentía, en ese entonces, en el hígado, el corazón y las rodillas.
“Queda por ver si en el futuro podremos decir algo sobre qué tipo de experiencias emocionales son típicas de los humanos en general y si, por ejemplo, el miedo siempre se ha sentido en las mismas partes del cuerpo. Además, hay que tener en cuenta que los textos son textos y las emociones se viven y experimentan”, afirma Svärd.
En sentido, los investigadores aseguran que el estudio tiene limitaciones al comparar los mapas corporales modernos, basados en la experiencia corporal autodeclarada, con los mapas corporales de los mesopotámicos basados únicamente en descripciones lingüísticas.
Por su parte, los autores del estudio apuntan a que la alfabetización era rara en la antigua Mesopotamia, por lo que estos escritos eran producidos por un grupo reducido y era destinado a las personas ricas de la sociedad. Aun así, indican que las tablillas de arcilla cuneiformes contenían una gran variedad de textos, como listas de impuestos, documentos de venta, oraciones, literatura y los primeros textos históricos y matemáticos, que amplían las visión de la época.
Lo cierto es que los textos del Antiguo Cercano Oriente nunca se han estudiado de esta manera, vinculando cuantitativamente las emociones con las partes del cuerpo. En el futuro, este método se espera se puedan aplicar a otros materiales lingüísticos. “Podría ser una forma útil de explorar las diferencias interculturales en la forma en que experimentamos las emociones”, afirma Svärd.
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La sensación de mariposas en el estómago cuando se experimenta el amor, o un corazón encogido en momentos de tristeza, pueden parecer reacciones inherentes a la experiencia humana y la forma en que como especie asociamos las emociones con nuestro cuerpo. Pero, ¿siempre hemos sentido, o al menos expresado, estos sentimientos de la misma manera a lo largo de la historia?
Para responder esta pregunta, un grupo de investigadores estudio un grupo de texto antiguos para entender cómo las personas de la antigua Mesopotamia experimentaban las emociones en sus cuerpos hace miles de años. En particular, analizaron un millón de palabras de la antigua lengua acadia del 934 al 612 a.C. en forma de escritura cuneiforme en tablillas de arcilla.
“En la antigua Mesopotamia existía un conocimiento aproximado de la anatomía, por ejemplo, de la importancia del corazón, el hígado y los pulmones”, afirmó, en un comunicado, Saana Svärd, de la Universidad de Helsinki, asirióloga que dirige el proyecto de investigación.
Precisamente, uno de los hallazgos más fascinantes del estudio, publicado en la revista iScience, es que al parecer los mesopotámicos de la época sentían la felicidad en su hígado, y la expresaban a menudo con palabras como “brillo”, “plenitud” o “apertura”.
Para comparar qué tanto diferían estas expresiones de emociones en el cuerpo, el grupo de científicos utilizó otro estudio que mapeó el lugar de las emociones en los cuerpos modernosy que fue realizado por el científico finlandés Lauri Nummenmaa y sus colegas hace una década.
Otro de los resultados que sorprendió a los investigadores del reciente estudio era la ubicación corporal de emociones como el enojo y el amor. De acuerdo con la investigación, en los cuerpos modernos, la ira suele sentirse en la parte superior del cuerpo y en la mano. En contraste, la personas en la antigua Mesopotamia (3 000-300 a.C.) sentían “enfurecidos” o “enojados” en sus pies.
Por su parte, en el amor se encuentran algunas similitudes, aunque se reportaron indicios de que esta emoción se sentía, en ese entonces, en el hígado, el corazón y las rodillas.
“Queda por ver si en el futuro podremos decir algo sobre qué tipo de experiencias emocionales son típicas de los humanos en general y si, por ejemplo, el miedo siempre se ha sentido en las mismas partes del cuerpo. Además, hay que tener en cuenta que los textos son textos y las emociones se viven y experimentan”, afirma Svärd.
En sentido, los investigadores aseguran que el estudio tiene limitaciones al comparar los mapas corporales modernos, basados en la experiencia corporal autodeclarada, con los mapas corporales de los mesopotámicos basados únicamente en descripciones lingüísticas.
Por su parte, los autores del estudio apuntan a que la alfabetización era rara en la antigua Mesopotamia, por lo que estos escritos eran producidos por un grupo reducido y era destinado a las personas ricas de la sociedad. Aun así, indican que las tablillas de arcilla cuneiformes contenían una gran variedad de textos, como listas de impuestos, documentos de venta, oraciones, literatura y los primeros textos históricos y matemáticos, que amplían las visión de la época.
Lo cierto es que los textos del Antiguo Cercano Oriente nunca se han estudiado de esta manera, vinculando cuantitativamente las emociones con las partes del cuerpo. En el futuro, este método se espera se puedan aplicar a otros materiales lingüísticos. “Podría ser una forma útil de explorar las diferencias interculturales en la forma en que experimentamos las emociones”, afirma Svärd.
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