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En la Antártida, el continente más austral de la Tierra, viven unas arañas de mar muy particulares. Mientras la mayoría de estos invertebrados que habitan el mar son más pequeñas que una uña, explican unos investigadores de la Universidad de Hawaiʻi, otras llegan a medir más de 30 centímetros. (Puede leer: Primeras imágenes de la misión comercial no tripulada que busca aterrizar en la Luna)
Este fenómeno, que se conoce como “gigantismo polar”, se caracteriza porque algunos organismos, como las arañas de mar, que viven en las regiones polares, son mucho más grandes que sus parientes de las latitudes más ecuatoriales. Pero su gran tamaño no es la única particularidad que tienen estos invertebrados.
“En la mayoría de las arañas de mar —dice Amy Moran, profesora de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Hawaiʻi—, el progenitor macho cuida de las crías llevándolas a cuestas mientras se desarrollan”. Sin embargo, continúa la profesora, a pesar de que había investigaciones describiendo este comportamiento desde hace más de 140 años, nadie había podido ver a las gigantescas arañas marinas de la Antártida (Colossendeis megalonyx) en esta práctica y era bastante poco lo que se sabía sobre su desarrollo. (Le puede interesar: Un detector de metales aficionado encuentra un broche de oro de hace 3.000 años)
En parte por estas razones, Moran, junto con Aaron Toh y Graham Lober, dos estudiantes de doctorado de la misma universidad, llevan un par de años estudiando a los animales con gigantismo polar. En octubre de 2021, mientras buceaban bajo el hielo, la profesora y sus estudiantes se encontraron un gran grupo de arañas marinas que parecían estarse apareando. Tras la recolección, las trasladaron a tanques para observarlas mejor.
Tras analizarlas, los tres científicos descubrieron que la reproducción y crianza de las gigantescas arañas marinas de la Antártida, era muy diferente a las de sus parientes más cercanas. Sus resultados fueron publicados recientemente en la revista académica Ecology. (También puede ver: La U. Nacional pide a gobierno Petro financiar las obras de la colección biológica)
A diferencia de la mayoría de especies de arañas marinas, donde uno de los progenitores carga las crías hasta que estas eclosionan, el padre de las gigantescas arañas marinas de la Antártida “pasaba dos días pegando los huevos al fondo rocoso, donde se desarrollaban durante varios meses antes de eclosionar como diminutas larvas”.
Una de las razones que pudo llevar a que este fenómeno pasara inadvertido por tanto tiempo se debe a que, además de las complejas condiciones en las que viven, pocas semanas de haber sido puestos los huevos, estos se cubren de algas microscópicas que los camuflan. (Puede interesarle: Lo que revela el mapa de las 35 mil plantas útiles para los humanos)
Lober señaló que “apenas podíamos ver los huevos aunque supiéramos que estaban allí, y probablemente por eso los investigadores nunca habían visto algo así”. Mientras tanto, Toh señala que tuvieron mucha suerte de poder ver ese fenómeno. “La oportunidad de trabajar directamente con estos increíbles animales en la Antártida significó que pudimos aprender cosas que nadie había siquiera imaginado”, concluyó.