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Un fósil vaca marina da pistas sobre cómo eran las cadenas alimentarias prehistóricas

Las profundas marcas que encontraron en el animal muestran los posibles depredadores que lo atacaron. El comportamiento es muy similar al de la actualidad.

30 de agosto de 2024 - 01:45 a. m.
Los tiburones carroñeros están comenzando a reunirse para tomar un trozo fácil de la gran presa, mientras un cocodrilo desconocido ataca a una antigua vaca marina. / JAIME BRAN SARMIENTO
Los tiburones carroñeros están comenzando a reunirse para tomar un trozo fácil de la gran presa, mientras un cocodrilo desconocido ataca a una antigua vaca marina. / JAIME BRAN SARMIENTO
Foto: JAIME BRAN SARMIENTO - JAIME BRAN SARMIENTO
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Un grupo de investigadores encargados de estudiar fósiles descubrieron un raro caso de un solo animal que fue atacado por múltiples depredadores durante la época del Mioceno Temprano al Medio, hace entre 23 y 11,6 millones de años.

El estudio, publicado recientemente en Journal of Vertebrate Paleontology, revela que una vaca marina, ahora extinta, fue cazada primero por un cocodrilo antiguo y luego carroñada por un tiburón tigre en lo que hoy es el noroeste de Venezuela.

Las profundas marcas de mordeduras en el hocico de la vaca marina indican que el cocodrilo probablemente intentó asfixiar a su presa agarrándola por la nariz. Otras incisiones de gran tamaño sugieren que el cocodrilo arrastró y desgarró a la vaca marina, posiblemente ejecutando un “giro mortal”, un comportamiento que todavía se observa en los cocodrilos modernos. Un diente de un tiburón tigre, encontrado cerca del cuello de la vaca marina, junto con marcas de mordedura de tiburón en el esqueleto, muestra que los restos fueron posteriormente carroñados por el tiburón.

Los hallazgos respaldan la idea de que las antiguas cadenas alimentarias funcionaban de manera similar a las de la actualidad.

“Hoy en día, a menudo observamos que otros animales se alimentan de las presas de los depredadores, pero encontrar evidencia fósil de este comportamiento es poco común”, dice el autor principal Aldo Benites-Palomino del Departamento de Paleontología de la Universidad de Zúrich. “Si bien anteriormente hemos identificado cachalotes que eran carroñados por múltiples especies de tiburones, este nuevo descubrimiento resalta la importancia de las vacas marinas en la antigua cadena alimentaria”.

Aunque existe evidencia fósil de interacciones en la cadena alimentaria, generalmente es fragmentaria y difícil de interpretar. “Nuestros hallazgos ofrecen una visión poco común de las complejas relaciones entre depredadores y presas del Mioceno, y ofrecen uno de los pocos registros de múltiples depredadores alimentándose de la misma presa”, agrega Benites-Palomino.

Los fósiles fueron descubiertos en la Formación Agua Clara del Mioceno Temprano a Medio, cerca de Coro, Venezuela, durante una expedición dirigida por Marcelo R. Sánchez-Villagra, coautor del estudio. El equipo descubrió un esqueleto parcial, que incluía parte de un cráneo y dieciocho vértebras, en un sitio ubicado a 100 kilómetros de hallazgos fósiles anteriores en la región.

“Nos enteramos de la existencia del sitio a través de un granjero local que notó algunas rocas inusuales”, dice Sánchez-Villagra, quien también se desempeña como Director del Departamento de Paleontología y la Colección Paleontológica de la UZH. “Los primeros fósiles que encontramos fueron partes de cráneos, que resultaron ser de vacas marinas, un descubrimiento sorprendente”.

Determinar la edad de los fósiles requirió un análisis cuidadoso de la geología y los sedimentos del sitio. La excavación del esqueleto requirió varias visitas y un esfuerzo considerable debido al gran tamaño del animal y la cantidad de sedimento que hubo que retirar. La excelente conservación de los fósiles, ayudada por los finos sedimentos en los que estaban incrustados, permitió al equipo observar claramente las evidencias de depredación.

“Después de localizar el yacimiento, organizamos una operación de rescate paleontológico, que implicó extraer cuidadosamente los fósiles con una envoltura totalmente protegida”, explica Sánchez-Villagra. “La operación duró unas siete horas con un equipo de cinco personas, y la preparación y restauración de los elementos craneales llevó varios meses”.

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