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Hace 50 años los astronautas Eugene Cernan y Harrison “Jack” Schmitt recolectaron un par de muestras del suelo de la Luna cuando llegaron al satélite abordo del Apolo 17. Tras clavar un par de tubos de 1,5 por 14 pulgadas, tomaron pedazos de rocas y sellaron cada tubo al vacío antes de regresar a la Tierra. Ahora, después de estas cinco décadas, la NASA ha empezado a abrir el primero y muchos científicos están a la expectativa. (Lea Martha Lucía Bueno, cuatro décadas estudiando los primates de Colombia)
“La agencia sabía que la ciencia y la tecnología evolucionarían y permitirían a los científicos estudiar el material de nuevas formas para abordar nuevas preguntas en el futuro”, dijo en un comunicado de la agencia Lori Glaze, directora de la División de Ciencias Planetarias en la sede de la NASA. (Lea Rusia amenaza con abandonar la Estación Espacial internacional)
Abrir este tubo, una misión que está a cargo del Centro Espacial Johnson de la NASA, implica un proceso de precisión. Como el tubo fue guardado al vacío, se espera que el material que contenga haya permanecido casi intacto durante todo este tiempo. “Mucha gente se está emocionando. Chip Shearer, de la Universidad de Nuevo México, propuso el proyecto hace más de una década y durante los últimos tres años, hemos tenido dos grandes equipos desarrollando el equipo único para hacerlo posible”, aseguró Ryan Zeigler, curador de muestras del Apolo.
Uno de los primeros desafíos para extraer el suelo lunar que está en la muestra ANGSA 73001, como le llaman técnicamente, tiene que ver con extraer y recolectar el gas que hay adentro. Para lograrlo, investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis (EE.UU.) y de la Agencia Espacial Europea desarrollaron un artefacto que les permtie “perforar cuidadosamente el contenedor sin dejar escapar ningún gas”.
“El 11 de febrero, el equipo comenzó el cuidadoso proceso de varios meses para extraer la muestra abriendo primero el tubo protector exterior y capturando el gas del interior. Zeigler y su equipo sabían qué gases deberían estar presentes dentro del contenedor exterior y encontraron que todo estaba como se esperaba. El 23 de febrero, el equipo comenzó el siguiente paso: un proceso de varias semanas para perforar el contenedor interior y recolectar lentamente los gases lunares que, con suerte, todavía están dentro”, explica la Nasa.
Luego de que terminen este paso, los científicos empezarán a retirar con sumo cuidado la tierra y las rocas que se encuentran en la muestra que trajeron los astronautas en 1971.
“Comprender la historia geológica y la evolución de las muestras de la Luna en los sitios de aterrizaje del Apolo nos ayudará a prepararnos para los tipos de muestras que se pueden encontrar durante Artemisa, que tiene como objetivo traer muestras frías y selladas de cerca del Polo Sur lunar. Esta es una emocionante oportunidad de aprendizaje para comprender las herramientas necesarias para recolectar y transportar estas muestras, analizarlas y almacenarlas en la Tierra para futuras generaciones de científicos”, dijo en el comunicado Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA en Washington.