Una de las peores crisis económicas de la historia moldeó el ADN de las personas
Un grupo de investigadores acaba de demostrar cómo haber nacido en medio de La Gran Depresión, en la década de 1930, condujo a un “envejecimiento acelerado”.
La Gran Depresión es recordada como una de las peores crisis económicas de la historia. Mientras duró, entre 1929 y 1939, el comercio internacional se fue a pique, luego de la quiebra de la Bolsa de Nueva York y del colapso de varias entidades bancarias. Muchas personas en Estados Unidos perdieron su empleo y tuvieron que cerrar sus negocios. Pero, ¿de qué manera pudo afectar este episodio a las personas que nacieron en ese lapso? ¿Tuvo consecuencias futuras sobre esos bebés, aún cuando estaban todavía en el útero de sus madres? (Lea Se canceló la controversial subasta de un esqueleto de Tyrannosaurus rex)
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La Gran Depresión es recordada como una de las peores crisis económicas de la historia. Mientras duró, entre 1929 y 1939, el comercio internacional se fue a pique, luego de la quiebra de la Bolsa de Nueva York y del colapso de varias entidades bancarias. Muchas personas en Estados Unidos perdieron su empleo y tuvieron que cerrar sus negocios. Pero, ¿de qué manera pudo afectar este episodio a las personas que nacieron en ese lapso? ¿Tuvo consecuencias futuras sobre esos bebés, aún cuando estaban todavía en el útero de sus madres? (Lea Se canceló la controversial subasta de un esqueleto de Tyrannosaurus rex)
Esas fueron algunas de las preguntas que se formuló un grupo de investigadores, liderados por Lauren Schmitz, investigadora de la Escuela de Asuntos Públicos Robert M. La Follette, de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos. Junto a su equipo acaba de publicar un artículo en la prestigiosa Proceedings of the National Academy of Sciences en la que resuelven esos interrogantes.
Para decirlo de forma resumida, Schmitz y su grupo encontró que la Gran Depresión, la peor recesión económica en la historia de Estados Unidos, afectó la rapidez con que las personas envejecían biológicamente décadas más tarde.
Tras analizar una muestra de más de 800 personas nacidas en la década de 1930, hallaron “una asociación significativa entre la exposición temprana a las condiciones económicas durante la Gran Depresión y la aceleración de la edad epigenética en la vejez”.
En otras palabras, estos investigadores detectaron que quienes estuvieron expuestos a condiciones de estrés o de hambre en sus primeras etapas de desarrollo (incluso dentro del vientre de la madre) durante esa gran crisis económica, mostraron signos de envejecimiento acelerado en el futuro.
En términos un poco más detallados, los autores del estudio examinaron los cambios que podría haber en el epigenoma de las células de esas 800 personas, es decir, en unos compuestos químicos adheridos al ADN que determinan nuestros genes.
Para entenderlo mejor, basta recordar que aunque antes de nacer todos somos una especie de paquete con instrucciones genéticas, las células suelen agregar y eliminar modificadores químicos, los llamados “etiquetas epigenéticas”. Estas etiquetas pueden verse afectadas por una gran cantidad de variables como la nuestra dieta o el ambiente que nos rodea (contaminantes, estrés, etc.) y ello puede causar múltiples modificaciones: desde modificar el color del pelo hasta incidir en el desarrollo del cerebro.
Hecha esta aclaración, lo que encontraron los autores los hace pensar que los “marcadores” que descubrieron puede estar relacionado, entre otras cosas, con tasas más altas de enfermedades crónicas.
¿Por qué? Al comparar los marcadores de envejecimiento de las 800 personas, detallaron que quienes habían nacido en los estados de EE.UU. más afectados por la crisis económica de la década de 1930, compartían un patrón en sus marcadores que hace que sus células parezcan más viejas. Después de examinar en detalle, sus conclusiones sugieren que pudo haber un factor biológico antes del nacimiento que afectó la forma en que envejecerían.
Como le dijo Schmitz al portal de noticias de la revista Nature, “los hallazgos destacan cómo los programas sociales diseñados para ayudar a las personas embarazadas podrían ser una herramienta para combatir las disparidades de salud en los niños”. También ayudan a comprender mejor de qué manera una hambruna puede tener repercusiones genéticas.
“No está claro si la dieta, el estrés o algún otro factor impulsaron el envejecimiento acelerado, y sin poder retroceder en el tiempo y separar esos efectos, será difícil precisar los mecanismos biológicos detrás de la señal”, aseguró a Nature Ainash Childebayeva, antropóloga biológica del Instituto Max Plank de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania. “Este tipo de estudios son realmente importantes porque resaltan cómo el desarrollo temprano es importante para los resultados de salud y enfermedad más adelante en la vida.
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