Una mirada genética al oso andino
El oso andino es la figura que acompaña el escudo de Parques Nacionales Naturales, entidad que cumplió 60 años este 9 de noviembre. Un especialista en esta especie explica cómo están estudiando este importante animal.
María Daniela Vargas Nieto - Pesquisa Javeriana
El oso andino es un animal imponente, fuerte y pesado; es uno de mamíferos más grandes de América del Sur, que transita a lo largo de la Cordillera de los Andes entre páramos y bosques. El Tremarctos ornatus también es conocido como oso de anteojos porque lleva dos “binoculares” en su rostro, es decir, dos manchas blancas sobre su ocico.
Aunque este oso es experto en trepar árboles gracias a sus grandes y filosas garras que le permiten además enfrentar a sus oponentes, este peludo suramericano actualmente es una especie vulnerable de amenaza (VU), de acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y vulnerable a extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). (Lea: Colombia, el país de Latinoamérica que encabeza en la Lista Verde de áreas protegidas de la UICN)
Así, con el fin de generar estrategias de conservación para el oso andino, promover la conciencia colectiva sobre su protección e impulsar exploraciones académicas sobre este mamífero, en 1977 ingresó al Convenio Internacional contra el Tráfico de Especies Silvestres (CITES) y en 1998 se consolidó como la imagen institucional de Parques Nacionales Naturales de Colombia. Además, ha sido fuente de inspiración para Manuel Ruiz-García, doctor en Mastozoología y líder del grupo Genética de poblaciones molecular y biología evolutiva de la Pontificia Universidad Javeriana.
A propósito de la celebración de los 60 años de PNN y de ver al oso andino en su escudo, Pesquisa Javeriana conversó con Manuel Ruiz-García, que acumula 20 años de trabajo investigativo sobre esta especie, sobre las razones por las que el ‘Guardián de los bosques’ se encuentra en estado de vulnerabilidad, las medidas para conservar su ecosistema y los novedosos hallazgos que su grupo de investigación ha encontrado, producto de las recientes exploraciones científicas sobre esta especie.
El oso de anteojos está en la punta de la pirámide alimenticia de las especies que habitan en la Cordillera de los Andes, pero entonces ¿a qué se debe que esté en la categoría de vulnerabilidad?
En los cerros de los Andes tenemos dos grandes mamíferos carnívoros, el puma y el oso andino. Lo primero que ocurre es que estos depredadores tienen conflictos con los humanos por ser carnívoros, ya que ellos los señalan como responsables de destrozos en la ganadería o la agricultura. Una segunda razón tiene que ver con su tiempo generacional, esto significa que el número de crías que tienen los osos de anteojos durante su vida es limitado, restringiendo así su capacidad de poblar de una forma rápida los ambientes donde habita. (Acá: Así es pasar cuarentena con nueve osos de anteojos )
En casos como estos, ¿cuál sería la mejor alternativa para la conservación de la especie?
Podríamos pensar que mover a los osos de una zona a otra es una buena alternativa, pero no es tan sencillo porque al empezar a reubicarlos se puede generar algún tipo de contaminación genética. Entonces nuestra tarea allí, desde los estudios genético-poblacionales, es proporcionar información sobre la conectividad, flujo genético y posible heterogeneidad de genes entre las poblaciones de una misma especie, sobre el tamaño de las poblaciones a lo largo del tiempo, sobre los procesos de posibles cambios demográficos (cuello de botella o de expansión poblacional), y la posible estructura espacial de una especie en su distribución geográfica con el fin de generar alternativas para su correcta clasificación y su conservación biológica.
¿Hay avances al respecto para la conservación del oso de anteojos?
Recientemente publicamos algunos artículos de investigación* que analizan los genes nucleares (genes de los padres y de las madres) y mitocondriales (genes de las madres) de 300 osos de anteojos de Ecuador, Venezuela, Colombia, Perú y Bolivia con el fin de conformar un banco de datos genéticos suficientemente grande para poder determinar cuántos acervos genéticos diferentes pueden existir en un área geográfica concreta; también para sugerir si la reubicación de especímenes en un territorio dado está introduciendo contaminación genética o manteniendo las características propias de una población al momento de plantear estrategias de conservación biológica.
¿Y ya tienen resultados de este ejercicio de investigación?
Sí, ya hemos generado una gran cantidad de resultados. Por ejemplo, encontramos que independientemente si los osos de Ecuador son de una cordillera u otra, genéticamente son muy parecidos. Eso significa que no habría contaminación genética a la hora de reubicar a ejemplares de esta especie en el territorio. Sin embargo, para el caso de Colombia, el asunto es diferente porque si bien en Nariño y Cundinamarca existen osos genéticamente muy similares, los osos ubicados en la cordillera occidental en Antioquia y en la Cordillera Oriental en Norte de Santander, están genéticamente algo diferenciados.
Entonces, ¿qué ocurre en este caso con los osos que no pueden moverse de un territorio a otro?
Lo primero es entender que los osos seguirán habitando estas zonas y que si bien estos predadores son omnívoros (comen carne como productos vegetales), son principalmente herbívoros. Esto significa que en Colombia los osos andinos se alimentan de bromelias, frutos, raíces, cortezas, hojas y hongos, aunque no desdeñan la carroña o alguna presa si se les presenta la oportunidad. Sin embargo, cuando las personas arrasan con la vegetación y perturban los bosques andinos, muy seguramente modifican la dieta de los osos y éstos pueden estar más predispuestos a atacar a la ganadería. Entonces, un primer asunto es asumir la responsabilidad que tenemos como seres humanos respecto a la conservación de estos ecosistemas y del hábitat de estos especímenes.
Un segundo factor, evolutivo y natural, tiene que ver con la declinación de la especie a lo largo de su historia porque, por ejemplo, los estudios genéticos muestran que hubo una expansión poblacional en esta especie hace aproximadamente 200.000 años, mientras que, durante los últimos 7.000 años, ha habido un decrecimiento de los individuos de su especie, hasta llegar a un estimado de cerca de 18.000 osos en la actualidad.
En 1977, el oso de anteojos ingresó al Convenio Internacional contra el Tráfico de Especies Silvestres (CITES) con el fin de evitar su tráfico ilegal. ¿Cree que el objetivo de este convenio
Sí. Actualmente no existe tráfico ilegal de oso en el interior de Colombia, pero sí es cierto que en el mercado oriental, los asiáticos emplean muchas partes del cuerpo del animal como fármaco. Por ejemplo, en países andinos como Perú y Bolivia, los indígenas y curanderos suelen utilizar partes de los osos como insumos para sus encantos. Por eso no hay que perder de vista su conservación.
El oso andino es un animal imponente, fuerte y pesado; es uno de mamíferos más grandes de América del Sur, que transita a lo largo de la Cordillera de los Andes entre páramos y bosques. El Tremarctos ornatus también es conocido como oso de anteojos porque lleva dos “binoculares” en su rostro, es decir, dos manchas blancas sobre su ocico.
Aunque este oso es experto en trepar árboles gracias a sus grandes y filosas garras que le permiten además enfrentar a sus oponentes, este peludo suramericano actualmente es una especie vulnerable de amenaza (VU), de acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y vulnerable a extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). (Lea: Colombia, el país de Latinoamérica que encabeza en la Lista Verde de áreas protegidas de la UICN)
Así, con el fin de generar estrategias de conservación para el oso andino, promover la conciencia colectiva sobre su protección e impulsar exploraciones académicas sobre este mamífero, en 1977 ingresó al Convenio Internacional contra el Tráfico de Especies Silvestres (CITES) y en 1998 se consolidó como la imagen institucional de Parques Nacionales Naturales de Colombia. Además, ha sido fuente de inspiración para Manuel Ruiz-García, doctor en Mastozoología y líder del grupo Genética de poblaciones molecular y biología evolutiva de la Pontificia Universidad Javeriana.
A propósito de la celebración de los 60 años de PNN y de ver al oso andino en su escudo, Pesquisa Javeriana conversó con Manuel Ruiz-García, que acumula 20 años de trabajo investigativo sobre esta especie, sobre las razones por las que el ‘Guardián de los bosques’ se encuentra en estado de vulnerabilidad, las medidas para conservar su ecosistema y los novedosos hallazgos que su grupo de investigación ha encontrado, producto de las recientes exploraciones científicas sobre esta especie.
El oso de anteojos está en la punta de la pirámide alimenticia de las especies que habitan en la Cordillera de los Andes, pero entonces ¿a qué se debe que esté en la categoría de vulnerabilidad?
En los cerros de los Andes tenemos dos grandes mamíferos carnívoros, el puma y el oso andino. Lo primero que ocurre es que estos depredadores tienen conflictos con los humanos por ser carnívoros, ya que ellos los señalan como responsables de destrozos en la ganadería o la agricultura. Una segunda razón tiene que ver con su tiempo generacional, esto significa que el número de crías que tienen los osos de anteojos durante su vida es limitado, restringiendo así su capacidad de poblar de una forma rápida los ambientes donde habita. (Acá: Así es pasar cuarentena con nueve osos de anteojos )
En casos como estos, ¿cuál sería la mejor alternativa para la conservación de la especie?
Podríamos pensar que mover a los osos de una zona a otra es una buena alternativa, pero no es tan sencillo porque al empezar a reubicarlos se puede generar algún tipo de contaminación genética. Entonces nuestra tarea allí, desde los estudios genético-poblacionales, es proporcionar información sobre la conectividad, flujo genético y posible heterogeneidad de genes entre las poblaciones de una misma especie, sobre el tamaño de las poblaciones a lo largo del tiempo, sobre los procesos de posibles cambios demográficos (cuello de botella o de expansión poblacional), y la posible estructura espacial de una especie en su distribución geográfica con el fin de generar alternativas para su correcta clasificación y su conservación biológica.
¿Hay avances al respecto para la conservación del oso de anteojos?
Recientemente publicamos algunos artículos de investigación* que analizan los genes nucleares (genes de los padres y de las madres) y mitocondriales (genes de las madres) de 300 osos de anteojos de Ecuador, Venezuela, Colombia, Perú y Bolivia con el fin de conformar un banco de datos genéticos suficientemente grande para poder determinar cuántos acervos genéticos diferentes pueden existir en un área geográfica concreta; también para sugerir si la reubicación de especímenes en un territorio dado está introduciendo contaminación genética o manteniendo las características propias de una población al momento de plantear estrategias de conservación biológica.
¿Y ya tienen resultados de este ejercicio de investigación?
Sí, ya hemos generado una gran cantidad de resultados. Por ejemplo, encontramos que independientemente si los osos de Ecuador son de una cordillera u otra, genéticamente son muy parecidos. Eso significa que no habría contaminación genética a la hora de reubicar a ejemplares de esta especie en el territorio. Sin embargo, para el caso de Colombia, el asunto es diferente porque si bien en Nariño y Cundinamarca existen osos genéticamente muy similares, los osos ubicados en la cordillera occidental en Antioquia y en la Cordillera Oriental en Norte de Santander, están genéticamente algo diferenciados.
Entonces, ¿qué ocurre en este caso con los osos que no pueden moverse de un territorio a otro?
Lo primero es entender que los osos seguirán habitando estas zonas y que si bien estos predadores son omnívoros (comen carne como productos vegetales), son principalmente herbívoros. Esto significa que en Colombia los osos andinos se alimentan de bromelias, frutos, raíces, cortezas, hojas y hongos, aunque no desdeñan la carroña o alguna presa si se les presenta la oportunidad. Sin embargo, cuando las personas arrasan con la vegetación y perturban los bosques andinos, muy seguramente modifican la dieta de los osos y éstos pueden estar más predispuestos a atacar a la ganadería. Entonces, un primer asunto es asumir la responsabilidad que tenemos como seres humanos respecto a la conservación de estos ecosistemas y del hábitat de estos especímenes.
Un segundo factor, evolutivo y natural, tiene que ver con la declinación de la especie a lo largo de su historia porque, por ejemplo, los estudios genéticos muestran que hubo una expansión poblacional en esta especie hace aproximadamente 200.000 años, mientras que, durante los últimos 7.000 años, ha habido un decrecimiento de los individuos de su especie, hasta llegar a un estimado de cerca de 18.000 osos en la actualidad.
En 1977, el oso de anteojos ingresó al Convenio Internacional contra el Tráfico de Especies Silvestres (CITES) con el fin de evitar su tráfico ilegal. ¿Cree que el objetivo de este convenio
Sí. Actualmente no existe tráfico ilegal de oso en el interior de Colombia, pero sí es cierto que en el mercado oriental, los asiáticos emplean muchas partes del cuerpo del animal como fármaco. Por ejemplo, en países andinos como Perú y Bolivia, los indígenas y curanderos suelen utilizar partes de los osos como insumos para sus encantos. Por eso no hay que perder de vista su conservación.