Una roca que estuvo guardada por años resultó ser un meteorito que cayó en 1970
Un hombre guardó la piedra durante 32 años, y luego decidió entregarla a un grupo de científicos, quienes, al revisar diferentes datos, confirmaron que se trataba de una muestra de un meteorito.
Una roca que permaneció durante 32 años guardada en una casa de Austria, resultó ser una muestra de un meteorito que cayó el 24 de noviembre de 1970. Así lo confirmaron un grupo de científicos, quienes por años analizaron el material que pesa aproximadamente un kilo.
En junio de 1976, en una carretera de montaña a unos 2 km al noroeste de la ciudad de Ischgl, (Austria), un guarda forestal profesional de esta zona, llamado Josef Pfefferle, encontró una piedra solitaria, completamente cubierta por una costra de fusión fresca, mientras limpiaba los restos de una avalancha de nieve.
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Según el hombre, la piedra aparentemente se había caído de la nieve y estaba en medio de la carretera. La costra de color negro opaco del objeto llamó la atención de Pfefferle, quien decidió llevarla a su casa. Allí permaneció hasta el año 2008, cuando el descubridor la llevó a la Universidad de Innsbruck, luego de escuchar la noticia sobre un meteorito descubierto cerca de Reutte en el Tirol, en Austria.
“Tras la evaluación, la muestra se clasificó como una condrita (un tipo de meteorito) LL6 bien conservada, con un grado de meteorización W0, lo que implica un tiempo relativamente corto entre la caída del meteorito y su recuperación”, explican los investigadores en un artículo publicado recientemente en la revista Meteoritics & Planetary Science.
Para investigar la posible conexión entre el meteorito de Ischgl, como fue denominado, y un evento de bola de fuego registrado, lo que hicieron fue revisar las bolas de fuego documentadas en esos años. El equipo buscó negativos de imágenes de bólidos almacenados en el Centro Alemán Aeroespacial de Augsburgo. Luego de digitalizar las imágenes, calcularon diversos parámetros sobre los meteoros que llegaban, como sus masas, formas, velocidades y ángulos de entrada. A partir de estos datos, localizaron una decena de eventos que habían producido meteoritos de tamaño considerable, pero solo tres se registraron antes de 1976.
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“Este estudio nos llevó a identificar la bola de fuego EN241170 observada en Alemania por 10 estaciones de la Red Europea diferentes, en la noche del 23/24 de noviembre de 1970 como la candidata más probable”, agregan.
Basado en la concordancia espacial y temporal entre la caída del meteorito EN241170 (Monte Riffler) y el posterior hallazgo del meteorito, junto con otros datos que fueron considerados, el equipo concluyó que el meteorito Ischgl se originó a partir del evento de bola de fuego que ocurrió el 24 de noviembre de 1970.
“El hallazgo en un entorno alpino cubierto de nieve sugiere que los meteoritos se pueden preservar y proteger de los efectos significativos de la erosión en ciertos terrenos de gran altitud, lo que enfatiza la importancia de considerar diversos entornos geológicos más allá de los desafíos aparentes al realizar búsquedas de meteoritos”, indican.
Una roca que permaneció durante 32 años guardada en una casa de Austria, resultó ser una muestra de un meteorito que cayó el 24 de noviembre de 1970. Así lo confirmaron un grupo de científicos, quienes por años analizaron el material que pesa aproximadamente un kilo.
En junio de 1976, en una carretera de montaña a unos 2 km al noroeste de la ciudad de Ischgl, (Austria), un guarda forestal profesional de esta zona, llamado Josef Pfefferle, encontró una piedra solitaria, completamente cubierta por una costra de fusión fresca, mientras limpiaba los restos de una avalancha de nieve.
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Según el hombre, la piedra aparentemente se había caído de la nieve y estaba en medio de la carretera. La costra de color negro opaco del objeto llamó la atención de Pfefferle, quien decidió llevarla a su casa. Allí permaneció hasta el año 2008, cuando el descubridor la llevó a la Universidad de Innsbruck, luego de escuchar la noticia sobre un meteorito descubierto cerca de Reutte en el Tirol, en Austria.
“Tras la evaluación, la muestra se clasificó como una condrita (un tipo de meteorito) LL6 bien conservada, con un grado de meteorización W0, lo que implica un tiempo relativamente corto entre la caída del meteorito y su recuperación”, explican los investigadores en un artículo publicado recientemente en la revista Meteoritics & Planetary Science.
Para investigar la posible conexión entre el meteorito de Ischgl, como fue denominado, y un evento de bola de fuego registrado, lo que hicieron fue revisar las bolas de fuego documentadas en esos años. El equipo buscó negativos de imágenes de bólidos almacenados en el Centro Alemán Aeroespacial de Augsburgo. Luego de digitalizar las imágenes, calcularon diversos parámetros sobre los meteoros que llegaban, como sus masas, formas, velocidades y ángulos de entrada. A partir de estos datos, localizaron una decena de eventos que habían producido meteoritos de tamaño considerable, pero solo tres se registraron antes de 1976.
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Basado en la concordancia espacial y temporal entre la caída del meteorito EN241170 (Monte Riffler) y el posterior hallazgo del meteorito, junto con otros datos que fueron considerados, el equipo concluyó que el meteorito Ischgl se originó a partir del evento de bola de fuego que ocurrió el 24 de noviembre de 1970.
“El hallazgo en un entorno alpino cubierto de nieve sugiere que los meteoritos se pueden preservar y proteger de los efectos significativos de la erosión en ciertos terrenos de gran altitud, lo que enfatiza la importancia de considerar diversos entornos geológicos más allá de los desafíos aparentes al realizar búsquedas de meteoritos”, indican.