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Clausewitz enseñaba que la guerra es la continuación de la política por otros medios. En genealogía sobre la esclavitud, Foucault a comienzos de los setentas del siglo pasado indicó que la política es la continuación de la guerra por otros medios. También es claro siguiendo a Danilo Zolo, el garantista italiano íntimo del gran Ferrajoli, que la justicia es también una forma de continuación de la guerra por otros medios. Y hoy en día tristemente bajo el concepto de guerras híbridas (en doctrina rusa guerras no lineales por ejemplo), cinco y seis G, las redes y las emociones que generan han terminado por convertirse en la continuación de la guerra por otros medios. Toda guerra en términos de Margaret Mead es una invención de la mente humana, y enseñaba Churchill, que la mente humana también puede concebir la paz. Desde Tito Livio, incluso desde antes en Lagash, se enseñó que toda contienda bélica tiene reglas como la paz (vida social sin contienda armada y organizada).
Para la guerra armada existen desde el año 4500 A.C. vestigios del llamado desde los años setenta del siglo anterior, DIH (ius in bello, ius gentium); ¿pero cuáles son las reglas de esa continuación de lo bélico en lo político, en la justicia, en las redes sociales y en nuestras vidas? La paz es una invención de la mente humana también; bastaría empezar a cambiar nuestros pensamientos egoicos, sustentados en la lógica de agresión y ataque. No todo vale en la guerra, ni en el amor, ni en tiempos de paz, ni en las redes. No se trata hablar de paz, se trata de pensar y sobre todo de sentir la paz. Si pensamos en cambiar siempre primero al otro, estamos generando conflicto; si tratamos de controlar al otro, habrá contienda; si excluimos al otro, se perpetuará la tragedia, acabando incluso nuestra paz interior; resulta entonces evidente que toda paz inicia en nuestro mente y en el corazón. Donde habita el resentimiento, el odio, el rencor, no existe amor, ni paz. De pronto ansias de poder, con todo lo que ello representa sí se carece de valores y principios.
Hay que comprender que en el siglo XXI vendrá la desaparición del Estado Nación que conocemos y que se empezó a estructurar en la paz de Westfalia. ¿Cuál será la orientación del nuevo tipo de organización? Eso dependerá de la disputa globalización, mundialización, nacionalismos y sus concepciones radicales. El nuevo contrato social estará centrado en el paso de la protección formal de la dignidad humana al de la protección real y extensa de esa dignidad como anunciaba Bobbio. Tiempos de equilibrio entre lo social y el enfoque económico. Capitalismo social, tiempo de gestión de emociones, valoración de lo esencial, reemplazo de la forma de pensamiento humano, ascenso de un hommo sapiens sapiens sensibilis a través de círculos de confianza desde los hogares en donde poco se comparte desde la caricia y el contacto, pero si desde los chats. Son tiempos de otra forma de revolución: la de la no violencia. No habrá nada de idealismo, sólo elevación de consciencia.