El cartel de los buenos políticos

José Antequera
31 de marzo de 2017 - 12:23 p. m.

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Que si Claudia López, que si Petro, que si De La Calle, que si Fajardo, que si Clara López. La cartelización de los partidos políticos en Colombia reduce el debate sobre el futuro del país a los acuerdos entre personas, envía a segundo plano la comprensión sobre las perspectivas que están en juego y repite los errores del pasado reciente en torno a la campaña del plebiscito al tratar a los votantes como consumidores.

Porque llega al límite del hastío el exceso de análisis sobre las elecciones de 2018 en torno a un puñado de nombres y las consecuencias propagandísticas de las fórmulas de coalición. La paz, el proyecto de largo plazo para Colombia que engloba los anhelos de apertura democrática y justicia social, ha sido peleada y construida por la gente, la ciudadanía y los movimientos sociales. Por las víctimas, por el campesinado, por los estudiantes, por todos los sectores que demandan y se movilizan y exigen y se rebelan y gracias a los cuales existe un conflicto por solucionar, y no vivimos en el consenso sordo a favor de  toda la dominación y saqueo que nos han querido imponer.

¿Cómo es posible que una persona cualquiera salga a marchar contra la reforma tributaria levantando las banderas del uribismo después de hacer una fila inútil para que le den los medicamentos a su abuelita enferma gracias al sistema inhumano que le debemos al mismo Uribe? ¿De cuándo acá una agenda tan liberadora que no tiene nada de ofensiva contra la vida, sino todo lo contrario, como la agenda feminista, terminó siendo temida por gente que cree en el amor de dios con el cuento de la “ideología de género”, como si fueran cosas que no cupieran en el mismo cuerpo? Fotos y más fotos de políticos brillantes que consultan si su imagen es la mejor entre otras, que no se quieren juntar con quienes están más abajo en las encuestas para no untarse de maldiciones, que se toman selfies con las que envían el mensaje de que cada día se parecen menos a la gente que dicen representar, mientras campean las confusiones e incomprensiones con las que el Ex Procurador hace un sancocho y se lanza en campaña.

Debatamos las ideas y los proyectos. Hagamos una nueva forma de hacer política recuperando esa sencilla pero tan importante costumbre del pasado. No es hacer de la corrupción un nuevo tema para cautivar a un nuevo target, pero luego quejarse del uso de la post-verdad por parte de la extrema derecha colombiana. Si todos jugamos a lo mismo perdemos autoridad por igual. Este país que tenemos desindustrializado  que intenta salvarse a punta de petróleo y minería, necesita que los corruptos no se roben la plata. Pero también necesita más recursos a disposición para que el Estado cumpla con su misión, sobre todo en los territorios. Una plata que nadie se roba ilegalmente, sino que los más ricos entre los ricos del país no pagan gracias a las exenciones de impuestos. Plata que todavía se sigue invirtiendo en defensa de manera desproporcionada, aunque el Ministro de Minas necesite contratar los servicios de seguridad de la Anglo Gold Ashanti para que la Colosa no sea explotada por los ilegales. Muy valiente enfrentarse a barones de la para-política, pero la vancante está abierta para una fuerza política y social, no un individuo, capaz de ajustar un sistema tributario regresivo, por ejemplo, y para impedir que los recortes que se anuncian para salvarnos de la crisis y enfrentar el posconflicto lo pague la gente que cuenta las monedas para irse a trabajar hasta a las 15.

Estamos en tiempo de hacer exigencias a los líderes que ocupan las primeras planas. Y yo no sólo les pido unidad, como postula el tradicional lema de la izquierda. Hay que quitarse la corbata, disputar la confusión que el uribismo muestra sin sonrojarse en ese sancocho pasado con el que están convocando a la marcha del 1 de abril, y construir un mensaje que no se quede en un slogan de publicidad política made in Brasil. Que sea la gente, desprovista del obstáculo de la guerra la que llegue al poder cuando cualquiera de ustedes, en cumplimiento de un mandato, se deba poner la banda de Presidente.

 

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