El Catatumbo, lecciones que aprender

25 de abril de 2018 - 04:57 p. m.

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Conviene hacernos algunas preguntas para abordar la situación que hoy vive el Catatumbo: ¿por qué se pelean el Epl y los elenos?, ¿por qué el Estado no logra solucionar la situación?, ¿en qué se afectan las comunidades indígenas y campesinas?, ¿existe algún interés oculto que justifique la realidad catatumbera? Y finalmente, ¿es esta una situación aislada o coyuntural de las demás regiones del país? Intentemos responder por el final: no, no es una problemática aislada, hace parte de una nueva reconfiguración del “mapa colombiano”.  

Es claro que desmovilizada las Farc, las regiones pasaron a ser intervenidas por grupos disidentes, bandas criminales y guerrillas como el Eln o el Epl, incluso de esta última se dice que ya hace presencia en el norte del Cauca, otrora bastión de las Farc.  Asímismo, el incremento de los cultivos de coca, gracias a la “nueva” demanda de carteles mexicanos, no solo ha impulsado esta industria ilegal sino que tiene en una situación dramática a toda una región, como es el caso del Catatumbo (por no hablar del lío en que nos metió Guacho con el Ecuador, o de la reorganización en el sur de las otras disidencias a cargo de Gentil Duarte ubicado estratégicamente en las narco-rutas).

En efecto, esta es la razón por la cual se pelean el Epl y el Eln: alguno de los dos grupos pretende ser el dueño del negocio apropiándose de rutas y controlando su largo proceso de producción, lo cual implica dominar la región, es decir someter a la población (paros armados, más de dos mil campesinos desplazados, van más de 20 muertos, negocios cerrados, etc). Mientras tanto, se rumora que en Cúcuta hacen presencia emisarios de carteles mexicanos quienes además de estudiar la zona, establecen contactos para la producción y compra del estupefaciente. Para la gente de a pie, es obvio que los “pelusos” (como llaman al Epl), no van a dejar el negocio “así no más” después de que Megateo dejó las rutas y las relaciones claras.

Sobre esta situación no dice nada el Coce (Comando Central del Eln) más allá de que su gestor de paz Eduardo Martínez promete que algunos representantes de esta organización, que opera en el Catatumbo, se reunirán con Pablo Beltrán antes de intentar negociar con el Epl (como debió ser desde un principio). Tampoco dice nada el Estado que en un comienzo entró en negación con el Ministro de Defensa y algunos generales, asegurando de que no pasaba nada aún cuando la región estallaba a pedacitos, claro, cuando el Presidente se percató de que ciertamente el Catatumbo ardía, decidió enviar al Vicepresidente y al Ministro del Interior, justo cuando la confrontación se escaló a tal nivel que será muy complicada amainarla (antes correrá mucha sangre).

Precisamente, esta actitud de desatención y dejadez con la región por parte del Estado es una (sino la mayor) de las causas de lo que pasa hoy. El incumplimiento en la sustitución de la hoja de coca (hay que ver el lamentable estado de Caño Indio, sitio piloto de este proceso que se pactó en los acuerdos de paz), la burla de lo acordado con los líderes sociales e indígenas, fruto de diferentes mesas de trabajo regionales para abordar las problemáticas del Catatumbo (recordemos la COCCAM, MIA Catatumbo, entre otras). Y el creer que este “nuevo Bronx” de Colombia (como llamó despectivamente Santos a esta hermosa y ancestral región) solo se soluciona con pie de fuerza y bala.

A pesar de todo, esperamos que las reuniones del alto gobierno con las organizaciones sociales de la región no terminen en vagas conclusiones sobre arreciar a sangre y fuego sino en soluciones inteligentes que permitan implementar lo acordado en el proceso de paz. También que el Eln no cometa la torpeza de seguir en una guerra que desdice de su condición de negociador con el gobierno, si es que en realidad quiere la paz, y lo mismo el Epl, si es que desea la condición de grupo insurgente para dialogar con el estado colombiano y no el estigma de ser una banda criminal que se “lame el hocico” por los “nuevos socios”. Todo esto también es un llamado a las organizaciones sociales que han logrado unirse en esta situación pese a sus diferencias, para que logren establecer lazos de fraternidad más allá de las circunstancias. Y como no, un campanazo de alerta de que los carteles mexicanos ya llegaron y se debe pensar en esto con inteligencia.

Todos los actores en el Catatumbo tienen algo para aprender y aportar en la solución de una situación tan compleja como la actual, que si bien se ha manifestado en esta región es una realidad del país que exige sensatez aún en medio del caos. El Gobierno debe comenzar con el ejemplo. Estamos esperando.     

 

 

 

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