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Mientras escuchaba las denuncias de las lideresas y líderes del pueblo Inkal Awá me llegaban las palabras del presidente de la Comisión de la Verdad, padre Francisco de Roux, en su intervención en la presentación del Informe Final de esta institución: “…Indiferencia de grandes sectores de la sociedad que parecen no tener conciencia del sufrimiento de millones de compatriotas por cusa de la guerra”.
Al igual que la mayoría de pueblos indígenas, el Awá tiene su pervivencia en riesgo “debido a la alta presencia de actores armados, así como de intereses de explotación de los recursos de la naturaleza, promovidos por políticas de los gobiernos”, asegura un comunicado, que considera además el impacto ambiental y el desequilibrio.
Activar la “Minga humanitaria por la vida y la dignidad del pueblo Awá” fue una medida para intentar frenar el exterminio físico y cultural, para mantenerse en su territorio en los departamento de Nariño y Putumayo y también al otro lado de la frontera con Ecuador, como pueblo binacional.
Desde la firma del Acuerdo Final de Paz en 2016, se han presentado más de 350 hechos de los cuales han sido víctimas, entre ellos 95 asesinatos de indígenas Awá, 50 amenazas y 16 desapariciones forzadas. Indiferencia de la sociedad e indiferencia del Estado, mientras que el gobierno que preside Iván Duque, quien pronto dejará el Palacio de Gobierno, se ocupa de amarrar millonarios contratos y cargos burocráticos.
Llevan 16 desplazamientos forzados, 4 derramamientos de crudo, una aspersión aérea indiscriminada, 11 lesiones personales, infamia contra un pueblo integrados por cerca de 40.500 personas en su mayoría al sur del territorio Colombiano (25.000 al sur de Nariño). Parafraseando las preguntas de la Comisión de la Verdad ¿Dónde ha estado el Congreso? Una gran mayoría ocupada en la corrupción y procurando no bajarse los más de 34 millones de sueldo mensual sin contar “pequeños gastos”.
Los Awá han tenido desde 2016, cuatro masacres, 28 veces la presencia de actores armados y 15 tentativas de homicidio, cifras que sustentan la sistematicidad de las agresiones contra la “gente de la montaña” (en su lengua Awapit), gente que vive en poblados dentro de la selva, lejos unos de otros, hasta dos días de camino entre dos comunidades ¿Qué han difundido los medios de comunicación de esta realidad? Ellos no pautan en sus espacios ni son noticia para una sociedad anestesiada o indiferente, que tiene miedo o ha normalizado la violencia.
Los Awá afirman que existen 14 grupos armados ilegales que cambian de nombre y cuya pretensión es controlar el territorio que tiene salida al mar y la frontera con Ecuador lo cual facilita sacar con facilidad la coca. ¿Dónde han estado los partidos políticos? Ocupados en negociar su alma con el diablo, sus cuotas de poder y sus intereses particulares. Todo parece indicar que están dispuestos a cambiar durante esta administración. ¿Será que sí?
Las mujeres Awá contaron a la Comisión de la Verdad sobre la violencia, sobre la violencia sexual contra ellas, pero después de la firma de los Acuerdos con la guerrilla de las Farc, continua. Ellas no quieren hablar y si denuncian no hay respuesta. ¿Dónde han estado los jueces y la Fiscalía? La impunidad danza por campos y ciudades mientras ellos (con excepciones) andan en componendas y en procesos que ajustan como sastres a la medida de los interesados.
Es cierto que se encuentran Autos de la Corte Constitucional para defender los intereses del pueblo Awá, 620 compromisos firmados de los cuales se han incumplido el 80%, entonces ¿Para qué?
Podemos impedir su desaparición física, cultural y espiritual como sociedad consciente y comprometida con la exigencia del cumplimiento de un Estado social de derecho, una sociedad que aporte desde su lugar de trabajo, de acción, de vecindad, de asociación…en una real construcción democrática y de paz.
Nuestros pueblos ancestrales, nuestros hermanos y hermanas Awá hacen un llamado al nuevo gobierno que presidirán Gustavo Petro y Francia Márquez, para que atienda esta crisis humanitaria y reanude los espacios de diálogo. Quienes les llevaron a dirigir las riendas de esta país tienen grandes expectativas y esta es una de ellas.
“¿Cómo nos atrevimos a dejar que pasara y como nos podemos atrever a permitir que continúe?” Es una pregunta de la Comisión de la Verdad que nos invita a reflexionar a usted, a mí, a nosotros y a nosotras porque algunos, algunas estábamos, pero no podíamos.
Que no sigan pasando por nuestros ojos los más de ocho millones de víctimas del conflicto armado, los cientos de desplazamientos, el millón de exiliados, los 125.000 desaparecidos…Las cifras siguen. En este año se contabilizan cerca de 300 reinsertados y 33 policías asesinados, hijos de campesinos y familias con dificultades económicas. No más, no más, paremos la guerra.
Los pueblos indígenas merecen disfrutar su tierra, sus costumbres, su espiritualidad; Colombia con sus habitantes, sus mares, montañas, valles y ríos, merece una vida digna, tiene derechos y una riqueza que puede alimentar el cuerpo y el alma de los y las nadie. No se preocupe, alcanza para todas, alcanza para todos.
No permitamos que continúe.