Las palabras tienen poder: mujeres y política de drogas

Elementa DD.HH. y Juliana Castellanos y Maria Clara Zea
28 de marzo de 2024 - 05:04 p. m.

Uno de los campos de reivindicación ante las políticas prohibicionistas de las drogas son las narrativas. Además de las transformaciones a la legislación internacional, las regulaciones de sustancias psicoactivas, las apuestas de reducción de riesgos y daños, o las iniciativas de tratamiento penal diferenciado, las narrativas sobre los temas de drogas son también un lugar de disputa para proteger derechos vulnerados por el prohibicionismo. Las narrativas ocupan un lugar central en el sostenimiento del sistema prohibicionista, pues perpetúan la criminalización y estigmatización asociada a las drogas, y las sitúan en cuerpos y vidas específicas, perfilando la persecución en sujetos y sujetas.

La Política Nacional de Drogas 2023-2033, guiada por el lema “sembrando vida, desterramos el narcotráfico”, reconoce la urgencia de impulsar transformaciones culturales significativas en torno a las drogas desde uno de sus objetivos estratégicos: la promoción de nuevas narrativas culturales. Este propósito del Gobierno Nacional se enfrenta a desafíos profundos, como la resistencia colectiva al cambio, o la persistencia de discursos y prácticas impregnadas de estereotipos, prejuicios y estigmatización hacia personas que usan drogas o que están de alguna manera involucradas en la cadena de narcotráfico.

En el actual contexto de afectaciones desproporcionadas del sistema prohibicionista a las personas que participan de este mercado ilegalizado, la transformación de las narrativas culturales emerge como una tarea crucial y urgente. Se trata de un esfuerzo por alcanzar un lenguaje respetuoso que dignifique y proteja los derechos de las personas, a la vez que avanzamos en nuevas maneras de nombrar y representar las realidades que rodean este tema, reconociendo la complejidad de las experiencias de vida.

Más que una simple modificación en la forma de comunicarnos, esta apuesta por disputar el lenguaje en temas de drogas implica también un cuestionamiento profundo de las narrativas subyacentes -y a su origen en estereotipos racistas, clasistas, y misóginos-, así como la construcción de nuevas perspectivas con enfoque de género, derechos humanos e interseccionalidad que amplíen nuestra comprensión de las complejidades involucradas.

El lugar de las mujeres en los mercados ilícitos de las drogas, ¿qué afectaciones particulares tienen?

Un ejemplo de la importancia de disputar el lenguaje sobre drogas es el caso de las mujeres que están inmersas en diferentes lugares de los mercados ilegalizados de sustancias psicoactivas. En ellas, la persistencia de narrativas estigmatizantes implica la retroalimentación entre diferentes sistemas de opresión como el prohibicionismo y el patriarcado, así que resultan doblemente criminalizadas: por ser mujeres y por relacionarse, de cualquier manera, con las drogas. Transformar las narrativas prohibicionistas implica también desmantelarlas de sus sesgos de género, de clase, y de raza que sitúan en sujetos específicos la persecución y sostienen perfilamientos en nombre del prohibicionismo.

En el caso particular del cultivo de plantas de uso ilícito, por situar un ejemplo, muchas mujeres se desempeñan como jornaleras, finqueras, colaboradoras, cocineras, y quimiqueras, y su participación allí responde a la búsqueda de alternativas económicas para cubrir las necesidades de sus hogares. A pesar de que estos cultivos se construyen para ellas y sus familias como oportunidades de trabajo y de generación de ingresos, las narrativas al respecto promueven la criminalización de sus experiencias de vida, ignorando que son trabajadoras y no narcotraficantes ni criminales.

Estas narrativas responden no solo a la criminalización asociada al prohibicionismo, que perfila y persigue a todos/as aquellos/as que se relacionen, de cualquier forma, con las drogas; sino también a estigmas asociados con ser mujeres y campesinas (empobrecidas, generalmente). Y tienen consecuencias específicas en sus vidas, pues promueven la criminalización hacia ellas, así como la militarización de sus territorios -que también las pone en riesgo-. Cambiar estas narrativas que sostienen el prohibicionismo también es una forma de proteger a las personas de las consecuencias de la mal llamada “guerra contra las drogas”.

Desintoxicando narrativas, una herramienta de Elementa para contrarrestar los estereotipos de las mujeres en las políticas de drogas

Dentro de estas luchas posibles, desde Elementa DD.HH. reconocemos la urgencia de implementar una herramienta exhaustiva que aborde la intersección entre mujeres y políticas de drogas y por ello hemos creado un kit de Desintoxicando Narrativas: desafiando estereotipos sobre mujeres y drogas. El propósito de esta revisión ampliada es desarrollar herramientas que impacten en la transformación de las narrativas tanto periodísticas como discursivas en el ámbito de las drogas, promoviendo la inclusión de un enfoque de género y cuestionando la relevancia de los contextos específicos de las mujeres al abordar temas relacionados con sustancias psicoactivas.

Si las palabras tienen poder y generan daño, ¿qué necesitamos entonces desintoxicar? Debemos quitar las ideas arraigadas que promueven estereotipos de género o narrativas misóginas apalancadas en el prohibicionismo de las drogas. Por ejemplo, muchos medios de comunicación instrumentalizan la vida de las mujeres y su incursión en el mundo de las drogas como un medio para atraer lectores a sus noticias, o las enredan en tramas fantasiosas en las que son extensiones de protagonistas masculinos, sin reconocer que las mujeres son sujetas en sí mismas, o incluso les otorgan comportamientos que reproducen estereotipos de género, culpándolas por la violencia a las que se las somete. Estos son solo algunos ejemplos de la invisibilización histórica que las mujeres han enfrentado bajo el régimen prohibicionista, víctimas de un sistema que las juzga, discrimina y criminaliza de manera desproporcionada.

El reto es, entonces, apelar a narrativas propositivas que protejan la dignidad y los derechos de las mujeres que participan en estas economías ilegalizadas, permitiendo así develar las afectaciones más que los juicios de valor que las rodean.

Por Elementa DD.HH.

Elementa DDHH es un equipo multidisciplinario y feminista que trabaja desde un enfoque socio-jurídico y político, para aportar a la construcción y fortalecimiento regional de los derechos humanos a través de sus sedes en Colombia y México. Sus áreas de trabajo son políticas de drogas y derechos humanos y verdad, justicia y reparación.

Por Juliana Castellanos y Maria Clara Zea

 

Jose(27141)29 de marzo de 2024 - 10:40 p. m.
solo bla bla bla para lucirse y no proponen absolutamente nada: ¿Cuáles son por lo menos algunas de esas iniciativas que protejan la dignidad y los derechos de las mujeres que participan en estas economías ilegalizadas?
Chirri(rv2v4)29 de marzo de 2024 - 08:30 a. m.
¡Ay! ...si te entendiera, yo mismo cambiaria la Convención de Viena. Y subiría a la Sala del Crimen a proponer que se defiendan los derechos de las mujeres.
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