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Unos meses después de llegar a Colombia como embajadora de Canadá, tuve el privilegio de conocer a Alejandra*, una joven madre de tres hijos, desplazada en su propio país debido a la violencia y la pobreza. Me compartió su historia: escapar de un ataque violento de su pareja y huir a otra ciudad para comenzar una nueva vida. Desafortunadamente, esta es una historia común que revela la alta incidencia de violencias contra mujeres y niñas, y problemas persistentes relacionados con las desigualdades de género. Esta conversación tuvo un profundo impacto en mí.
La igualdad de género es fundamental para el desarrollo y la paz sostenible. De acuerdo con el Banco Mundial, hay una correlación directa entre altas tasas de igualdad de género con altas tasas de PIB. Cuando todos los ciudadanos -mujeres y hombres por igual- tienen las mismas oportunidades de realizar su potencial, las familias, las comunidades y los países se benefician en su conjunto.
El derecho a vivir libres de violencias basadas en género (VBG) es una realidad lejana para muchas personas. Durante la pandemia hemos visto el aumento en las tasas globales de VBG, incluso en Canadá. En Colombia, el número de llamadas a las líneas de atención de VBG ha aumentado, así como los embarazos de niñas menores de 14 años. Sin acceso pleno a sus derechos sexuales y reproductivos, el ciclo de pobreza y violencia se perpetúa.
Por eso reconozco la importancia de la decisión de la Corte Constitucional para despenalizar el aborto, un paso importante en favor de los derechos y la autonomía corporal de las mujeres y las niñas, al ampliar su derecho a decidir. Decisión que nunca se toma ligeramente. Según estudios, las mujeres que no tienen esta posibilidad se enfrentan a un futuro en el que tienen cuatro veces más probabilidades de vivir en la pobreza, comparadas con aquellas que sí acceden a este derecho. Quienes se ven obligadas a buscar opciones ilegales ponen en riesgo sus vidas. Esto trae consigo consecuencias sociales y económicas para toda una nación.
(Escuche: (Pódcast) Las chamas que ya no callan violencias)
Canadá se enorgullece de nuestra Política Feminista de Asistencia Internacional, que pone a las mujeres y las niñas en el centro de nuestra cooperación, de acuerdo con la evidencia de que cuando todas y todos prosperan, la sociedad entera prospera. Esto comienza con el derecho a una educación, a información clara sobre salud y derechos sexuales y reproductivos, así como a vivir libres de violencias.
Estos derechos no se ejercen de manera uniforme. Las mujeres indígenas, afrocolombianas y migrantes enfrentan mayores niveles de discriminación, como evidencia la experiencia de Alejandra. Su lucha para defender sus derechos como mujer desplazada, pobre y afrodescendiente requiere más valentía de la que podemos imaginar. En el Día Internacional de la Mujer es por Alejandra, y todas las mujeres y niñas, que prometemos seguir trabajando con organizaciones de la sociedad civil, el sector privado y el Gobierno para avanzar en los derechos de las mujeres y niñas en Colombia. Todos y todas nos beneficiamos, independiente del género, cuando trabajamos juntos por la igualdad.
* Nombre modificado.