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*Carolina Vergel
El 24 de julio de 2016, el equipo de negociación de la Habana presentó ante la comunidad internacional y las organizaciones de mujeres de la sociedad civil, el enfoque de género en el Acuerdo de Paz. Este enfoque de género es básicamente un conjunto de medidas que tienen como fines principales garantizar la participación igualitaria de las mujeres en los mecanismos y espacios que se están creando para la implementación del Acuerdo, e incluir medidas afirmativas y diferenciales que tengan en cuenta los impactos desproporcionados que el conflicto armado ha tenido en la vida de las mujeres, permitiéndoles acceder de manera efectiva a la verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. El enfoque de género en el Acuerdo de Paz fue presentado como innovador, ya que pocos Acuerdos de Paz firmados en el mundo han tenido en cuenta las necesidades y exigencias de las mujeres de una manera integral, convirtiendo al país en un referente a nivel internacional.
Sin embargo, a días de terminar la primera legislatura del Congreso de la República, se ha hecho un balance de la participación de las mujeres en los mecanismos e instancias que se han creado hasta el momento para la implementación del Acuerdo de Paz y los resultados son poco alentadores. Así lo establece el análisis hecho por el Grupo de Trabajo GPAZ, una alianza de organizaciones sociales conformada por activistas feministas, activistas LBTI, académicas, organizaciones de víctimas y defensoras de derechos humanos, que hace incidencia y seguimiento a la efectiva implementación del enfoque de género en el Acuerdo de Paz. Revisando las 11 instancias creadas a la fecha a partir del Acuerdo de paz, como la Secretaría Ejecutiva de la Justicia Especial para la Paz, la CSIVI (Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo de Paz) y la Misión Electoral Especial, los resultados hasta el momento no reflejan ese compromiso adquirido por el equipo negociador hace casi un año. Ninguna de las instancias alcanza a tener una participación paritaria de las mujeres. Es más, el resultado tampoco es alentador, si se compara con los estándares mínimos en materia de inclusión de las mujeres establecidos por las recientes reformas políticas y con el 30% de participación de las mujeres exigido en la Ley 581 de 2000 para los cargos del máximo nivel decisorio en la función pública. De hecho, sólo dos de las instancias creadas cumplen con dicho porcentaje.
Por ejemplo, la CSIVI, que es uno de los órganos más importantes para la implementación del Acuerdo de Paz, pues es el ente encargado de su impulso, tiene 6 integrantes de los cuales sólo una es mujer, la Misión Electoral Especial tiene 2 mujeres entre 6 integrantes, la representación del gobierno en la Comisión Nacional de Garantías está integrada por 9 personas, dentro de las cuales no hay ninguna mujer, al igual que en el Mecanismo Tripartito de Monitoreo y Verificación, cuyos tres representantes también son hombres. Si bien es muy difícil hacer un cálculo matemático global, por los diferentes tipos de nombramiento y designaciones que estas instancias suponen, hasta el momento se han realizado 41 nombramientos de los cuales 35 son hombres y sólo 6 son mujeres, lo que equivale al 13.3%.
El Enfoque de Género constituye uno de los principios generales para la implementación del Acuerdo de Paz, pues presta atención especial a los derechos fundamentales de las mujeres y de la población LGBTI y reconoce la igualdad entre hombres y mujeres independientemente de su condición. Es importante anotar que gracias a este enfoque, en el Acuerdo se incluyeron 122 medidas, distribuidas en todos los 6 puntos temáticos, que las organizaciones de mujeres reconocen como un avance importante en materia de reconocimiento de su rol esencial en la construcción de la paz. La adopción de este enfoque es además el resultado de un largo proceso de incidencia que organizaciones de mujeres realizaron ante la Mesa de Negociación, quienes además tuvieron que dar una pelea ante los enemigos del Acuerdo, quienes con su confuso discurso sobre la “ideología de género”, buscaron menoscabar lo alcanzado a favor y por las mujeres.
La participación igualitaria de las mujeres en los espacios para la toma de decisión es una deuda ya vieja del Estado y de la sociedad, y esto no depende sólo de la construcción y aprobación de leyes, normas y acuerdos que hablen de cuotas y porcentajes ideales de participación, si no de pensar al fin un país con una democracia completa, en el que las mujeres, aparte de constituir el 52% de la población, seamos ciudadanas de primera categoría y protagonistas reales en la construcción de la paz.
*Integrante de la organización Género en la Paz.