La soledad impuesta soledad conquista

Fabiola Calvo
18 de noviembre de 2020 - 04:39 p. m.

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Cuánta soledad retrospectiva expresaron las voces del exilio en el encuentro “El retorno de nuestras voces” realizado por la Comisión de la Verdad. Soledad de paisaje/gente y patria. / Soledad de ausencias/soledad de continente/palabras y costumbres…

Siete letras encierra la soledad acariciada por poetas e interpretada por cantantes de tangos, boleros, cante jondo, joropo, salsa, rock, una soleá y cuanta expresión musical y artística exista que permita significar ese estado del alma alimentado por el romanticismo, pero soledad… soledad…no es una, existen muchas, muchas soledades.

Y son siete las letras que tienen en el cuerpo esas familias que han dejados sus tierras porque ni a quienes dan las órdenes ni a quienes disparan o amenazan, les importa que sienten esos seres que marchan al desarraigo, que dejan atrás ese pedazo de suelo que los vio nacer junto con sus animales y plantas como si parte de ellos fueran, sacarlos de donde tiene sus muertos, sus ancestros. Esa soledad carcome la médula de los huesos, es la soledad del destierro, del desplazamiento, del exilio, de perderlo todo posiblemente sin tener nada, pero si teniendo un lugar que les permitía donde estar y darles sentido de pertenencia.

Cuánta soledad retrospectiva expresaron las voces del exilio en el encuentro “El retorno de nuestras voces” realizado por la Comisión de la Verdad. Soledad de paisaje/gente y patria. / Soledad de ausencias/soledad de continente/palabras y costumbres…

Soledad por ausencia de protección de su Estado y gobierno cuando el presidente Iván Duque, ante la muerte a consecuencia de las llamas de nueve detenidos en un CAI en Soacha, asegura que es un “hechos minúsculos frente al esfuerzo que hacen todos los días” (la policía). Los testigos presenciales dicen que los uniformados no hicieron nada.

Pero también las siete letras arman su rompecabezas o puzle entre las familias que entierran a quienes aman, a sus líderes, lideresas sociales o por aquel que recibió una bala perdida, esa soledad por la ausencia que llega de golpe y se instala poco a poco para sentir el vacío que nadie puede llenar, esa soledad que aparece con dolor, con rabia que puede superarse o no, puede quedar en el círculo de la violencia o en un eterno duelo. Como país, llevamos más de cien años de soledad y dicen que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. ¿Entonces qué?

La soledad del gran empresario, del gobernante y los políticos que en su voracidad de poder, introyectan la paranoia y todos juegan a mentirse y a poner la zancadilla, juegan a que uno u otra sirve mientras sea parte del sistema del que son una simple pieza (la serie Versailles la patentiza o House of cards, la actualiza). La diferencia de perder para unos y otros también toma una connotación de tener, de poder, de economía, de política que da la posibilidad de administrar una soledad con un entorno en el que todo se tiene, diferente a vivir con la manta en el hombro o quizá sin ella.

La siete letras siguen danzando y aterrizan en el desamor, “Hola soledad no me extraña tu presencia…ya conoces mi dolor”, es el desgarro en la voz de Rolando Laserie; la tragedia por ser un “pájaro herido que llora solo en nido porque no puede volar…” Se instala el dolor, el desespero en una soledad destructiva, tóxica.

Otras soledades que nos da la vida misma, la existencia nos ponen frente al espejo para decirnos, no cuanto le amaba si no cuanto dependía, qué carencias me han acompañado, entender que por mirar hacia afuera no me ocupé de mí dentro. Es posible que en estos momentos necesitemos de una amiga, de un amigo…

No obstante existe una soledad que elegimos, un regalo de la vida y una conquista, esa que nos permite pensar, reflexionar, crear y ser dueña de sí misma, no sentirme sola “Amo la soledad creadora/amniótica en el universo/abierta a la naturaleza./ Amo la soledad reflexiva/retrospección al pasado/sin nostalgias y sin amargura/sin esquemas y futuro./ Amo la soledad signo de vida”

Esta soledad admite la compañía no como una necesidad de alguien ni una búsqueda, es un encontrarse “soledad/ navega dentro de mí/mar adentro sin capitán/sin mando ni timón. /Amo la soledad”.

Ya decía Richard Bach en Juan Salvador Gaviota “Juan Gaviota pasó el resto de sus días solo, pero voló mucho más allá de los lejanos acantilados. Su único pesar no era la soledad, sino que las otras gaviotas se negasen a creer en la gloria que les esperaba al volar, que se negasen a abrir los ojos y a ver.”

Desde luego que la soledad como conquista y no la que llega impuesta, exige un mínimo de condiciones materiales y un trabajo personal que lleve a ese sentir, a tal estado para ennoblecer el alma y darle vuelo al espíritu: es L i b e r t a d… y soledad.

 

OSVALDO(55781)19 de noviembre de 2020 - 06:42 p. m.
Muy buen artículo. La soledad productiva o el encontrar en sí mismo respuestas a preguntas que una sociedad ensimismada y apática con los seres humanos no ha querido encontrar.
Atenas(06773)18 de noviembre de 2020 - 11:18 p. m.
Esta ilustre desconocida echa mano de un término q'por sí mismo cautiva, soledad, como sensación q' comporta una pena o incertidumbre en el común de la casos, ingrediente q' sumado a ese otro de comisión de la 'verdad', y en la cual se escuda, da por sentado tal sofista q' se halla en el mundo ideal y q' bien puede ser vocera de divina palabra, asi sea lo suyo un mero cuento.
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