Ley de tierras con seguridad nacional

Reflexionar desde qué momento nos hemos perdido como sociedad humanista no ha sido fácil y más cuando la deuda social se ha venido acumulando y aplazando de una generación a otra al punto de poner en riesgo al orden constituido.

Sergio Jaimes
17 de noviembre de 2016 - 11:27 a. m.

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Son muchos los intereses y los interesados para no aproximarnos al fondo del asunto en lo regional y nacional, siendo esta realidad el carburante para mantener viva la llama de la injusticia y violencia. En esta situación compleja y asimétrica no podemos llegar folclóricamente a conclusiones apriorísticas como pretender afirmar que la tragedia social que hoy vivimos tuvo sus inicios en los años 50. No se busca defender ni al capitalismo a ultranza ni al comunismo retrógrado, se defiende la democracia con verdadera justicia social.

Jorge Eliécer Gaitán surge como respuesta a un clamor social agrario asumiendo como un hecho propio la defensa jurídica y el dolor causado en la masacre de las bananeras en 1.928. Gaitán logró desmantelar a la United Fruit Company (hoy Chiquita Brands) compañía dedicada a usurparle la tierra a los campesinos y a pagarle a sus trabajadores con salarios de miseria, prueba demostrada en tan vil acto terrorista. En discurso sobre la masacre de las bananeras sostiene Gaitán “…estos militares a quienes el presidente elogia, no disparaban sus revólveres en defensa de la propiedad sino para atacar a la propiedad.” Y con respecto a la compañía señala: “…aquella compañía ha corrompido conciencias, comprado autoridades.”

El año de 1928 representa el iceberg de las injusticias agrarias acumuladas en tiempos de la República pero en tiempos de la Colonia no fue diferente. El virrey Manuel Guirrior en su corta administración de la Nueva Granada intentó pero no pudo curar esa herida social a través de la morada y labor en 1772 lo que nos llevaría 9 años más tarde a la revolución comunera.

Pasamos de una época colonialista a la era republicana conservando estructuras feudales, estructuras que quisieron ser transformadas para el siglo XIX por Simón Bolívar, Manuel Murillo Toro, Aníbal Galindo y Tomás Cipriano de Mosquera, quien como presidente sancionó una ley en 1861 para ejercer un control estatal sobre las tierras baldías (para esa época Agustín Codazzi consideró que el 75 % de las tierras del estado eran baldías) pero la incipiente burocracia logró derrocarlo y derogar la ley.

La historia como una espiral se repite pero esa semilla de injusticia asumida por Gaitán permitió que en sus discursos tocara el tema de la tierra, los baldíos y las usurpaciones. En discurso sobre la función social de la propiedad en la Cámara de Representantes en 1930 señala: “Bien decía un diario de la ciudad que en nuestra vida parlamentaria se iba afianzando el sistema de rehuirle el cuerpo a los problemas de fondo para aplazarlos de forma indefinida.”

En ese proceso de armar el rompecabezas del conflicto para llegar al postconflicto es preciso reflexionar en el cómo y en el cuándo nos hemos perdido en la sombra de la injusticia para reencontrarnos en un nuevo tejido social con poder moral que será posible cuando nos comprendamos con derechos reales.

Esto forma parte de la introducción de un texto próximo a publicar en la Web llamado Tenencia de la tierra, conflicto y postconflicto en Colombia, escrito en forma sencilla para varios idiomas. En mi humilde experiencia y dominio del tema puedo afirmar sin vacilar que mientras el problema agrario aplazado en toda la historia de Colombia no sea asumido mediante ley de política pública abordada desde la seguridad nacional, al igual que lo hicieron los Estados Unidos, seguiremos dando vueltas…

*Sergio Jaimes

Por Sergio Jaimes

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