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Las preguntas ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? y ¿Para dónde vamos? Son las que trae desde Sudáfrica, conocida como cuna de la humanidad, la periodista finlandesa Sinikka Tarvainen, después de su experiencia como corresponsal y de investigación periodística, durante tres años, basada en conversaciones, rituales, talleres, conferencias y lecturas realizadas entre 2014 y 2017.
Se trata de un libro que debido a la pandemia no siguió su curso de tertulias y conversaciones con la autora, pero que para quienes lo hemos leído nos deja el conocimiento de la cultura zulú, muy lejana a la occidental, y nos pone de presente algo que hemos perdido en las carreras cotidianas y la maraña de banalidades en la cabeza y el corazón: el reconocimiento y el respeto a los antepasados, a los ancestros y ancestras, el sentido de pertenencia.
Las preguntas se responden desde una perspectiva milenaria, nos dice la autora, porque “no estamos solos, somos enlaces en cadenas formadas por miles de generaciones que se extienden hasta el comienzo de los tiempos. Es un mensaje liberador que nos permite deshacernos de cargas que pertenecen a nuestros mayores, mientras asumimos nuestras responsabilidades hacia los más jóvenes. Encontrando nuestro lugar en el linaje, encontramos nuestro lugar en el mundo”.
Para Sinikka, no es ilógico pensar que la idea de comunicación con los difuntos, naciera en el Sur de África para extenderse luego por los diferentes rincones por donde habita la humanidad, de grupos humanos que salieron de allí y se extendieron por el planeta.
La periodista finlandesa describe en “Los antepasados nos hablan Medicina tradicional en Sudáfrica” el uso que los zulúes hacen de las plantas, con preferencia de las silvestres, y nos presenta los árboles de los cuales nos habla en El Principito el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry: los boababs, unos de los más respetados y emblemáticos en ese lugar del mundo “cuyas ramas parecen unas raíces creciendo en el cielo”.
Dice la leyenda que los boababs tenían senos y daba leche a los humanos hasta que descubrieron la leche de las vacas. Sus hojas y su corteza las utilizan contra la diarrea y fiebre, pero es preciso pedir permiso a los dioses, asegura Credo Mutwa que al igual que muchas sangomas (curanderas tradicionales) se encuentra citado.
Tiene cabida en el libro el sistema de consultas: huesos, sueños y visiones para la sanación o comunicarse con los antepasados, al igual que los rituales individuales o colectivos, prácticas similares conocidas en diferentes culturas y lugares de América.
Con la composición ubulawu, una mezcla de raíces, enredaderas, tallos y cortezas, existe un interés fuera de los círculos de medicina tradicional. Para personas “robotizadas” por la estimulación constante de las nuevas tecnologías y el consumismo, la mezcla puede ser una herramienta para encontrar su “yo” profundo y reactivar las emociones y la creatividad, según cita la autora de la página chacruna.net (2017).
En Sudáfrica nació Nelson Mandela, perteneciente al clan Madiba de la etnia xhosa, y fue escuchando a los jefes de las tribus de quienes aprendió el sentido de la justicia.
También fue Sudáfrica el sitio de observación del misionero Bert Hellinger para hablar de los órdenes del amor en el sistema familiar, en el cual cada persona tiene su sitio, incluidos los excluidos (las exclusiones tendrán efectos en las siguientes generaciones), y para mostrar el papel del inconsciente en cada persona y, como no somos independientes, la relaciones más amplias de un pueblo, país y cultura.
Para Hellinguer fue muy importante conocer tribus que honran a sus antepasados con reconocimiento y pertenencia, todos estos elementos son claves para crear un procedimiento sistémico puesto en práctica por algunos terapeutas y denominado “constelaciones familiares”.
En Sudáfrica, un gran número de jóvenes recibe los conocimientos ancestrales de los mayores, sabiduría que fue motivo de persecución por el colonialismo, el apartheid, el cristianismo y la cultura cartesiana de occidente.
También en Colombia necesitamos conocer a nuestros antepasados, curar las exclusiones, sanar el alma. Las nuevas generaciones tienen derecho a una realización personal, familiar y como pueblo. Ellas no pueden ser responsables de las cargas anteriores ni de las luchas fratricidas.
Nota: ¿Qué solución dará el gobierno nacional y el de Bogotá a los más de 1.200 indígenas Emberá Katio que se encuentra a la intemperie en el Parque Nacional de Bogotá en condición de desplazamiento forzado por el conflicto armado? Consecuencia de unos acuerdos despedazados en una destartalada República.