Los liderazgos femeninos étnicos que tejen paz

Fabrina Acosta Contreras*
12 de junio de 2023 - 01:58 p. m.

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El liderazgo femenino en La Guajira y especialmente el de las mujeres (indígenas y afros) enfrenta grandes desafíos. El papel de las mujeres en muchas culturas es de sometimiento; por lo cual, es importante hacer referencia al rol matrilineal, integrando también al machismo que se presenta en una cultura ampliamente representativa como la Wayúu, donde la mujer desarrolla roles de liderazgo, pero también debe asumir otras exigencias que provienen del machismo opresor.

Como lo menciona, el palabrero Guillermo Jayariyu: “Diferente a los Alijunas que consideran que la mujer salió de una costilla del hombre, los Wayùu consideramos que salimos del vientre de las mujeres y, por eso, somos matrilineales y la mujer tiene un poder especial en nuestra cultura”.

De esta manera, es pertinente mencionar aspectos de la mujer wayúu, como los expuestos por Román y Luis Delgado:

“La mujer se desenvuelve dentro de la sociedad wayúu como la representante de la perpetuidad cultural. Como madres, son las dueñas de un vínculo espiritual que transmiten a sus descendientes en un legado de por vida. En el pueblo Wayúu la mujer tiene una gran importancia no sólo desde la procreación, sino como la matriz de la cultura y la portadora de la carga moral. Ella lleva consigo el elemento más importante: ser la responsable de heredar a sus descendientes su clan y perpetuar el linaje de su familia. Forjándose una sociedad matrilineal”.

Es importante mencionar que las mujeres respetan sus principios culturales, pero son notorios los cambios generados por el acceso a la educación, el avance en temas de género y diversos estímulos que aportan a la mujer indígena o afro la motivación de transformar esquemas; por ello, las concepciones que con anterioridad estaban basadas exclusivamente en la reproducción, se amplían a nuevos intereses desde la perspectiva de la garantía de derechos.

Bajo esta posibilidad de las dinámicas cambiantes, actualmente existe una tendencia a la inclusión femenina en los diferentes sistemas sociales, aunque esto aisladamente no implica una inclusión total de la mujer, es pertinente afirmar que las nuevas generaciones de mujeres wayúu se perciben como fundamentales no solo para mantener el linaje, sino desde roles de liderazgos académicos, políticos, sociales o culturales, transformadores de lo que ha venido marcando la verticalidad de la cultura masculina.

De las violencias hacia la paz

Las mujeres y de manera especial las mujeres wayúu y afro, han estado afectadas por mandatos patriarcales, pero es relevante decir que los argumentos de machismo vertical están cada vez más cuestionados y llamados a las transformaciones, como consecuencia de los liderazgos femeninos, es decir, la participación y el activismo de las mujeres (en la Guajira esto es notorio desde organizaciones sociales y el auge de movimientos con enfoque étnico y diferencial).

El panorama de la paz y la vida libre de violencias no está tan claro para las mujeres (en plural) las campesinas/rurales, afros, indígenas, urbanas, etc. El país necesita realmente reescribir su historia y que las mujeres y sus cuerpos no sean trincheras de la guerra y sus múltiples fetiches. Las mujeres continúan dando ejemplo de – resistencia creativa – como las Madres de Soacha o las mujeres de Montes de María y cada una de las resilientes lideresas que con todos los argumentos para renunciar a reescribir la historia de Colombia y dejar de creer en la paz para el país, son unas absolutas creyentes, soñadoras y hacedoras de sueños.

Para terminar, vale la pena hacer referencia a William Ospina, en su ensayo titulado, «Lo que falta a Colombia»:

“Sólo cuando el país abatido y desconfiado se llene de la apasionada intensidad que hoy sólo tienen los que viven de la guerra y del caos, nos haremos dignos de un destino distinto y podremos cambiar este coro de quejas inútiles que se oye en todas partes, por algo más alegre y fecundo […]Bastaría una sola cosa para que Colombia cambie hasta lo inimaginable. que cada Colombiano/a se hiciera capaz de aceptar al otro y de respetar lo que no se le parece. Esa es tal vez, la única revolución que necesita Colombia”.

*Escritora e investigadora guajira, psicóloga y creadora de la Asociación Evas&Adanes.

Por Fabrina Acosta Contreras*

 

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