Los pueblos étnicos no hemos sido comprendidos por la paz

Armando Wouriyu Valbuena
19 de noviembre de 2024 - 07:40 p. m.
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Para comenzar dejo presente que las organizaciones que integran la Instancia de los Pueblos Étnicos (IEANPE)  son representativas de los sectores indígenas y afrocolombianos del país; allí hacen asiento la Organización Nacional Indígena de Colombia ONIC, las Autoridades Indígenas del Suroccidente AISO, el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano, plataforma de paz de multitud de organizaciones negras y las organizaciones integrantes de la Coordinación Étnica Nacional de Paz (CENPAZ).

En el balance a ocho años de la implementación del Acuerdo de Paz desde la perspectiva étnica lamentablemente la tendencia se mantiene. En cuanto al Capítulo Étnico se refiere, todos los indicadores realizados por diferentes actores coinciden en ubicar desde un principio a los afros e indígenas como los menos favorecidos en medio de una implementación deficiente durante los tres gobiernos que han transcurrido.

Por otra parte, el conflicto se ensaña en nuestros territorios. El resto de Colombia no lo sufre, pero nosotros actualmente sufrimos la muerte de nuestros mayores espirituales y políticos, nuestros jóvenes guardias, nuestras comuneras y comuneros. En este momento los muertos los ponemos nosotros. Además hay confinamiento, desplazamiento, reclutamiento forzado y sometimiento territorial. Es muy preocupante. Hay que apurar la paz.

Las causas de la tendencia descrita en la implementación son al menos de dos órdenes: uno estructural, histórico de nuestro país y otro más acotado a la dinámica misma del Acuerdo Final. Empiezo por el primero. Nuestro país es históricamente un desentendido de lo que son los Pueblos Étnicos del país, por ejemplo en las prácticas institucionales, me refiero a la política pública y sus ejecuciones concretas territoriales, desconocen completamente la naturaleza ambiental de los pueblos étnicos. El hecho mismo de habitar las dos terceras partes del país, es decir ser los guardianes del verde colombiano, condición que juega hoy en el mundo trascendental importancia, no merecen que la política pública a través de los siglos no haya sido garante para rodear de condiciones materiales para que estos sujetos puedan preservar esa fortuna. Mejor dicho, no se hace porque no se posee capacidad de ver y reconocer del Estado los temas y alcances para lograrlo.

Ahora el segundo orden es en relación con la dinámica del Acuerdo. Las organizaciones étnicas llegaron a la Habana, Cuba solamente en los últimos meses de la negociación del Acuerdo. Si bien lograron la inclusión del Capítulo Étnico en el Acuerdo Final –conjunto de reivindicaciones que lo transversalizaban de una manera sencilla y potente– a la par hay una dificultad, llegar a última hora tuvo como consecuencia que no se fuera parte de los 5 años de reflexiones en todos los aspectos del Acuerdo y especialmente de los contenidos que desarrollaban la Reforma Rural Integral.

Como por ejemplo la naturaleza de los pueblos étnicos es diferente, aunque complementaria con el sector campesino. Sus prácticas están relacionadas al ambiente, esto es el cuidado de las aguas, la permanencia de los bosques, la protección de la biodiversidad, la retención de carbono, etc… Estas prácticas deben ser reflejadas en la política pública y particularmente desglosadas como actividades en el Acuerdo Final de Paz en lo que respecta al a la Reforma Rural Integral.

Este estado de la cuestión podría cambiar en el actual gobierno, tenemos confianza, pero esperamos concreciones. En los últimos meses podríamos considerar que tenemos unas circunstancias diferentes a los dos primeros años de gobierno. Es evidente que la llegada del Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, ha imprimido una jerarquía, una capacidad de mando sobre la institucionalidad para mover la voluntad política hacia la implementación del Acuerdo. La Unidad de Implementación con Gloria Cuartas a la cabeza, no tenía la capacidad de apalancamiento de las metas ambiciosas que se proponían porque no tenían la jerarquía de mando que esta tarea de coordinación institucional demandaba.

Por el contrario, hoy dialogamos con la institucionalidad, estamos en un proceso de dar a entender lo que en el transcurso de esta columna hemos podido señalar, relacionado con  la naturaleza particular de los pueblos étnicos y la necesidad de armonizar con el sector campesino principalmente y otros actores del sector para que haya una ruralidad integral.

Para ello hemos privilegiado nuestro diálogo tanto con el Ministerio del Interior como con la Unidad de Implementación, los estratégicos ministerios de Agricultura y Ambiente. Creemos que desde allí podemos garantizar un núcleo fuerte de transformaciones que irradie hacia el resto de la institucionalidad de la paz, unas garantías que lo único que provoquen es un rol colaborativo de los pueblos étnicos en lo que los escenarios de paz hoy se necesitan.

En cuanto a la relación del Acuerdo de 2016 y la Paz Total nosotros no concebimos esto separado entre sí, y respaldamos la iniciativa gubernamental de paz. Frente a lo ya planteado aquí en cuanto a la particularidad étnica, nos preparamos para dar respuestas claras, posibles y unificadas sobre las transformaciones que se requieren en cada territorio por pacificar, pues es una situación diferente en cada espacio. También nos es necesario que estas iniciativas recogen la perspectiva de género, mujer, familia y generación, acumulado de las mujeres étnicas e integral a toda nuestra propuesta.

Lograrlo pasa por tener garantías materiales para que las estructuras organizativas étnicas mantengan un proceso de reunión, deliberación y concertación. Este aspecto lo venimos compartiendo con el Gobierno y el acompañamiento internacional, tan importante estos últimos para lograr la paz en Colombia. Será fundamental para convertirnos en actores con contribuciones avaladas por la base, pertinentes y que contribuyan a una dinámica de acelerar los distintos procesos de paz en curso.

Puntualmente durante el presente año ha habido avances en algunos campos. Como mencioné, el Ministerio del Interior con el ministro Cristo a la cabeza, la Unidad de Implementación con Gloria Cuartas y la Agencia de Renovación Territorial con Raúl Delgado han tenido no solo la voluntad sino que también han dado un impulso a la implementación. Ahora bien, el apoyo del multilateralismo ha sido fundamental para el fortalecimiento de la misionalidad de la IEANPE y el seguimiento a la verificación de cumplimiento y a las labores de impulso. El programa Restaurando Nuestro Futuro de Usaid de la embajada de Estados Unidos, a través de OIM y de Acdi Voca, así como el apoyo la OIT han permitido que más allá de las acciones que adelanta la Unidad de Implementación, los pueblos étnicos y la Instancia podamos llevar a cabo nuestra misionalidad.

Este año hemos podido llevar a cabo, entre otras cosas gracias al multilateralismo y con el concurso de las instituciones gubernamentales mencionadas, así como con Naciones Unidas, la revisión y ajuste a los indicadores del plan marco de implementación que debían realizarse con una periodicidad mucho menor a los 7 años que tomó llevarlas a cabo. Esta adecuación institucional permitirá al Acuerdo ser más incluyente y las instituciones del Estado entender mejor cómo son las lógicas con las que los pueblos étnicos nos relacionamos con los territorios.

Para terminar, de alguna manera, y quiero decirlo con respeto pero es una verdad de apuño y lo comprobamos en pandemia, los pueblos étnicos no necesitan a la sociedad colombiana, es ella y sus gobiernos los que deben hacer conciencia de garantizar que la tarea por las aguas, el aire, la biodiversidad permitirán la supervivencia, que los hijos y nietos de esta tierra tengan una segunda oportunidad, decía Gabo. Son tiempos definitivos, hay que actuar.

*Armando Wouriyu Valbuena del Pueblo Wayuu. Secretario General de la Instancia de los Pueblos Étnicos (IEANPE)  del Acuerdo Final de Paz, miembro de la Comisión de Seguimiento a las recomendaciones de la Comisión de la Verdad, y recientemente designado a la mesa de negociación con el Ejército Gaitanista de Colombia (EGC).

Por Armando Wouriyu Valbuena

 

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