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La instalación de la mesa en Quito ha dependido de la liberación de Odín Sánchez, mientras el manejo de la información por parte de la guerrilla es altamente preocupante.
El culto al último minuto, que explica hasta la pérdida del plebiscito, parece un principio innegociable de la política colombiana.
La legitimidad depende también de la transparencia de las partes. Si el problema es la demora en la liberación de los gestores de paz del ELN (recluidos todavía en la cárcel) pues díganle eso al pais y díganlo a tiempo.
El Estado, por su parte, también debería estar interesado en hablarle a la sociedad de manera transparente sobre los obstáculos, lejos de la instrumentalización política de la información.
Cada minuto de silencio es una persona más contraria al proceso. Al ELN deberia importarle la opinión de una sociedad para la cual pide participación en la mesa; una sociedad que no es sólo sus simpatizantes, y que no comparte su secretismo.
La agenda Gobierno-ELN dice "La sociedad requiere información objetiva y equilibrada sobre los diálogos y el proceso de paz". Y eso debe darse desde ya.
Las crisis de información de hoy no es una novedad sino una constante del ELN. más allá de los obvios problemas logísticos, el silencio del ELN lo aleja y mucho de la sociedad por la que dice luchar.
La agenda Gobierno-ELN incluye un punto de comunicación con la sociedad y parece que las partes no han entendido la dimensión de este deber.
La pregunta es si la dinámica de secretismo e improvisación también será una constante para la participación de la sociedad.
Si es así, que no se molesten cuando lleguen las críticas o cuando la sociedad no se sienta representada en la mesa. La arrogancia de concentrar la información no es el mejor de los mensajes.